Bildu refuerza los homenajes en Navarra a los presos etarras y evidencia su fortaleza

Las localidades gobernadas por los abertzales se vuelvan con los condenados

Homenaje de la izquierda abertzale EFE

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La ya nueva presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, aseguró el jueves en el discurso de investidura que «el acuerdo que suscribimos muestra el apoyo y solidaridad con las víctimas del terrorismo de ETA y otras organizaciones terroristas y manifiesta el rechazo a cualquier acción que violente la dignidad y la memoria de las víctimas del terrorismo y sus familias».

Lo decía en el mismo momento en que el coordinador general de Bildu, Arnaldo Otegui, consideraba en una entrevista en Radio Euskadi que, si no se da «una solución constructiva» en materia penitenciaria, «hay 250 presos y habrá 250 recibimientos» . Pero no todos los días quedan en libertad presos de ETA. Y, sin embargo, la izquierda abertzale moviliza prácticamente todos los días a su gente para recordar a sus presos. Y estos recordatorios se hacen más evidentes en las fiestas patronales que estos días abundan en las localidades del País Vasco y Navarra, como en el resto de España.

Ayer, sin ir más lejos, en el «Chupinazo» de las fiestas de Echarri Aranaz, se recordó efusivamente a los etarras presos de la localidad , con carteles en los soportales de la propia Casa Consistorial y con sus fotos bajo un «os queremos» en un lateral al tiempo que pedían la amnistía. Media hora más tarde, en una plaza cercana se realizó un brindis «por los presos y huidos», una comida solidaria y por la tarde una manifestación recorrió las calles del pueblo bajo el lema «todos a una, los presos a casa».

Algo habitual

El recuerdo a los presos no es algo limitado a Echarri Aranaz, ni mucho menos. Es algo habitual en toda localidad donde la izquierda abertzale tiene una presencia importante . En Estella, que estos días celebra sus fiestas patronales con el gobierno de Navarra Suma desde hace mes y medio, también tienen una «jornada solidaria» y comida por los presos en las «txoznas», las barras organizadas y autogestionadas por los jóvenes abertzales.

El pasado viernes, sin ir más lejos, apenas 30 minutos después de que la socialista María Chivite fuera investida presidenta del Gobierno de Navarra y cuando todavía no habían cesado los abrazos entre los militantes socialistas, en el otro lado del Paseo de Sarasate donde se ubica el Parlamento de Navarra y la cercana sede del PSN, varias decenas de personas se concentraban con carteles y banderas a favor de los presos en la habitual «enkartelada» semanal de los viernes.

Reacción en Euskadi

En el País Vasco se da algún paso, pequeño, pero paso. El alcalde de Vitoria, el nacionalista Gorka Urtarán, anunció que durante el inicio de las fiestas que tendrá lugar esta tarde, no se podrán introducir pancartas en la plaza de la Virgen Blanca de la capital vasca, «fundamentalmente por motivos de seguridad» y bajo la amenaza de «sanciones», aseguró el mandatario. En los últimos años era habitual que jóvenes abertzales llenaran el monumento dedicado a la Batalla de Vitoria de 1813 que preside la plaza con pancartas solidarias con los etarras.

En Vitoria gobierna el pacto PNV-PSE, las mismas formaciones que tienen la mayoría de los escaños que respaldan al Gobierno de Navarra . Pero hay una diferencia. En Navarra el Gobierno de María Chivite está condicionado y depende de la voluntad de Bildu para apoyar o no sus iniciativas. Después de escuchar a Otegui decir que su formación «está dispuesta a gestionar la convivencia, pero no estamos dispuestos a que nos prohíban a quién podemos abrazar, a quién podemos querer y a quién podemos recibir», parece más complicado disminuir las exaltaciones de solidaridad con los etarras y, por lo tanto, recuperar el relato.

También dijo Arnaldo Otegui que los “ongi etorris” «no se hacen para humillar a nadie, sino para recibir a una persona que viene a su pueblo». Sin embargo, observando la reacción de los familiares de las víctimas del terrorismo cuando en fiestas de la localidad navarra de Berriozar aparecen numerosos carteles con la imagen de los hermanos Ayensa, que asesinaron al concejal de UPN en Pamplona Tomás Caballero y al subteniente Casanova en el propio Berriozar, da la impresión de que sí se humilla a alguien, es a las víctimas del terrorismo.

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