Antonio Maura: la regeneración de la política española

Presidente del Gobierno de España en cinco ocasiones entre 1903 y 1922

Maura, en el colegio electoral durante los comicios de 1899 ABC

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Decía de Antonio Maura el historiador Javier Tusell que el que fuera cinco veces presidente del Consejo de Ministros de España se percibía a sí mismo como «un cisne de plumaje blanco nadando sobre una ciénaga». La descripción hace referencia a dos de las facetas que han acompañado a uno de los líderes más influyentes del Partido Conservador en los libros de Historia: su compromiso con la regeneración política en una época dominada por el caciquismo y la superioridad moral que lo caracterizaba, consecuencia de su voluntad idealista, pero sincera, de limpiar la política. De su compromiso y su peso político no solo quedan las cinco ocasiones en las que dirigió el país, durante el Reinado de Alfonso XIII , sino también la frase de la época de que en España se hacía política «con Maura, contra Maura o alrededor de Maura».

El 1 de enero de 1913, Antonio Maura anuncia su retirada de la política. «Era un ejemplo de honradez», publica en su portada ABC en su fallecimiento en diciembre de 1925.

En 1913, tras más de 30 años como diputado en las Cortes Generales por Palma de Mallorca y otros tantos al frente del Partido Conservador , Maura dejó la política, en gran parte por culpa de las enemistades que se había granjeado durante su carrera por su afán regenerador. Sin embargo, volvería a la política y al Gobierno en varias ocasiones, una de ellas en 1918, al ser llamado para presidir un gobierno de concentración con el fin de solucionar la grave crisis institucional que sufría el país. Su gestión dejó importantes avances y medidas políticas, sobre todo durante el denominado gobierno largo de Maura, entre 1907 y 1909, cuando intentó lograr, sin éxito, un gran acuerdo entre los partidos para extirpar el caciquismo y acabar con las corruptelas de la política española. En esta etapa se enmarca la aprobación de la Ley de Huelga de 1909 .

Algunos historiadores lo definen como un gran trabajador y también como un gran orador –la frase «gobernar con luz y taquígrafos» fue acuñada para la posteridad por Maura–. Pero también protagonizó algunos de los episodios más complejos de la historia de España. Quizá el más destacado sea el de la Semana Trágica (entre el 26 de julio y 2 de agosto de 1909). La decisión de su Gobierno de enviar a las tropas de reserva a aplacar las revueltas de las posesiones españolas en Marruecos –siendo la mayoría de los reservistas padres de familias obreras y único sustento de las mismas– provocó graves disturbios en Cataluña. Estos disturbios se saldaron con represión y con la condena a muerte de, entre otros, Francisco Ferrer Guardia, pedagogo anarquista fundador de la Escuela Moderna, una decisión que provocó protestas a nivel internacional, y que llevó al propio Maura, además de a raíz del resto de sucesos de la Semana Trágica, a presentar su dimisión ante Alfonso XIII. En 1925, Antonio Maura falleció en Torrelodones a causa de un infarto. Tenía setenta y dos años.

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