Las fuerzas de seguridad afganas, y las exteriores, están amenazadas por los talibanes
Las fuerzas de seguridad afganas, y las exteriores, están amenazadas por los talibanes - efe

La guerra que transformó las Fuerzas Armadas

En casi 14 años han pasado uno 30.000 militares por Afganistán, otra vez bajo la amenaza de los talibanes

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España se va de Herat, como en 2013 lo hizo de Badghis, y de sus puestos avanzados de combate (dígase Guerra, con mayúscula). Y previamente de otros escenarios afganos como Mazar-e-Shariff o Manás en la cercana Kirguistán, donde España tuvo su primer destacamento aéreo para esta misión aprobada un 27 de diciembre de 2001.

En estos casi 14 años han pasado por Afganistán unos 30.000 militares del Ejército de Tierra, Aire, Armada y Guardia Civil. Un centenar de nuestros hombres y mujeres dieron la vida en este país centro-asiático que, tras 40 años de guerras ininterrumpidas, se encuentra de nuevo bajo la amenaza de talibanes y otras formas de yihadismo como el Estado Islámico. He ahí el peligro: que todo valga para nada.

Las Fuerzas Armadas se han transformado a medida que avanzaba una misión que ha marcado para siempre a una nueva hornada de militares que, sin haber conocido las primeras misiones en los Balcanes, se han curtido en el escenario más exigente: socio-cultural, orográfico, climatológico extremo... y con amenazas asimétricas.

El peligroso valle de Piwar, la vanguardia a -24ºC en Golo Jirak, la conducción evasiva tras la explosión del suicida en Kabul, el tramposo IED (artefacto explosivo improvisado) en la Ruta Lithium, el ataque a bocajarro del afgano al que se adiestra, el temido polvo al aterrizar un helicóptero, la cirujía a contrarreloj en el hospital Role-2 o las misiones de reconstrucción fueron el día a día de nuestros Soldados con mayúscula en Afganistán.

Podemos hablar de una «Generación Afganistán» en nuestros Ejércitos con cinco claves transformadoras: tecnológica, de técnica contrainsurgencia, adiestramiento, logística y comunicación. Un aspecto este último que en esta legislatura cambió para abrir más a menudo las puertas y dar a conocer a la sociedad qué hacían nuestros soldados a 6.000 kilómetros de España. Todo en una intervención multinacional con el liderazgo de EE.UU. primero (operación Libertad Duradera) y de la OTAN después (ISAF o Resolutte Support). Sin duda, el avance más llamativo se ha producido en el ámbito tecnológico. Con el empleo de drones (Raven 11B, Searcher MK-III J o Scaneagle), vehículos para detectar minas (Husky) o protegerse de ellas (RG-31), armamento más eficaz (mortero embarcado Cardom) o las comunicaciones que en los últimos años permitieron una comunicación más fluida con los familiares vía internet (chats y videollamadas).

Todo evolucionó pero baste por último un ejemplo: antes de Afganistán la mayoría de las misiones se centraron en estabilizar y poner paz en los Balcanes (Bosnia y Herzegovina y Kosovo) y alguna crisis militar o natural determinada; tras Afganistán, el escenario se expandió con el auge del yihadismo en otras áreas (Sahel, fundamentalmente) y con la inestabilidad de Oriente Medio también como eje central (Irak, Líbano, hoy Turquía...). He ahí como nos cambió Afganistán, como lo hizo el 11-S.

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