Instante de la detención del presunto asesino en Besançon (Francia)
Instante de la detención del presunto asesino en Besançon (Francia) - efe

Un hermano del asesino de Eva Blanco viajó hasta Tres Cantos para dar su ADN

El guardia civil que levantó el cadáver fue quien le convenció para que colaborara

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27 de agosto. Laboratorios de Criminalística de la Guardia Civil en Guzmán el Bueno. Un agente obtiene los resultados de la prueba número 90 de un caso. El cromosoma Y, el del linaje vía parental, coincide con una muestra que lleva 18 años y cuatro meses en una nevera. Se recurre de inmediato al ADN nuclear. Confirma que el donante de la muestra 90 es hermano de quien violó y asesinó a la menor Eva Blanco en Algete y dejó su perfil genético en el cuerpo de la víctima. Los investigadores de la Comandancia de Madrid reciben ese día la noticia estupefactos y esperanzados por primera vez. El fin del expediente «operación Pandilla» empieza a vislumbrarse.

En junio, el dueño de la muestra analizada Fouad Chehl, español de origen marroquí y afincado en Francia

, recibe una llamada de Joaquín Palacios, guardia del Grupo de Homicidios de Madrid que participó en el levantamiento del cadáver de Eva aquel lejano 20 de abril. «Fue amable y educado. Le pregunté si vivió en Algete en 1997 y si podía pasar por aquí para hablar con nosotros. Iba a viajar desde donde vive a Málaga para hacer un curso de golf y accedió a parar en Madrid», explica el veterano investigador. «Deme la dirección de la Comandancia para meterla en el GPS. El lunes a las ocho de la mañana estaré allí», fue la respuesta de Fouad. Cumplió, y otro compañero le tomó esa muestra bucal -no puso ni una objeción- para analizarla: la 90 de un largo proceso que condujo hasta el presunto asesino.

Universidad de Santiago

Criminalística ha hecho 279 pruebas de posibles candidatos y 1.100 análisis en este caso endemoniando en el que se han seguido más de cien líneas de investigación. Nunca el perfil había apuntado a un marroquí hasta que los estudios biogeográficos de genética evidenciaron que el ADN extraído de la boca y la vagina de la víctima pertenecía a un norteafricano, según concluyó la Universidad de Santiago a finales de 2013.

Los investigadores de Homicidios cruzaron el padrón de 1997 de Algete con ese resultado incierto y aplicaron sentido común. Se centraron en marroquíes por su superioridad numérica y fueron tachando los que no encajaban. Quedaron unos 300 candidatos sospechosos. Muchos ya no estaban. Los agentes viajaron por media España e hicieron llamadas a países europeos. «¿Usted vivió en Algete en 1997? ¿Recuerda que mataron a una chica?» «De todos los contactados solo uno se negó al ADN: trapicheaba con hachís», rememora el guardia Palacios, que investigó su primer muerto en 1980 y no ha dejado de frecuentar a Manuel, el padre de Eva, en casi dos décadas. En ese primer padrón no figuraba Ahmed, tal vez porque vivían en una caravana; sí estaba en uno que les facilitó luego el INE. Su hermano Fouad vivía a unas calles de los Blanco.

El grupo de Homicidios averiguó que Fouad tenía dos hermanos varones: uno vivía en una pedanía de Murcia y nunca residió en Algete; el otro, Ahmed, llevaba en el país vecino desde 1999, pero vivió durante cuatro años a pocos kilómetros de Eva. Allí estuvo casado con una española y tuvo tres hijos. Su mujer estaba embarazada del menor cuando mataron a la adolescente. La casa familiar era una caravana que les prestó el dueño del vivero en el que estaba empleado, a cuatro kilómetros del talud donde se encontró el cadáver. «Era un baboso, el típico que te hace sentir mal cuando está cerca», han contado ahora a la Guardia Civil algunas mujeres de las floristerías a las que repartía género.

Con el ADN de sus dos hermanos descartados (se tomó una muestra también al de Murcia) la juez de Instrucción 4 de Torrejón de Ardoz se convenció de que estaban ante el hombre buscado y dictó una Orden Europea de Detención.

El 1 de octubre Ahmed fue arrestado por la Gendarmería y la Guardia Civil al salir del trabajo en Besançon. Bajó la cabeza, pero le vieron demudarse cuando le dijeron que eran agentes de Madrid. Llevaba una vida apacible junto a su nueva esposa y otros dos hijos de corta edad en Pierrefontaine a 20 kilómetros de la frontera suiza. Nadie en apariencia conocía su secreto. El viernes pasó su primera noche en una cárcel española, la de Soto del Real, tras negarse a declarar y aceptar que se le tomara una muestra.

El 1 de octubre el guardia Palacios, 36 años en Policía Judicial, el único que queda en el grupo de aquel 20 de abril de 1997 -hay otros dos veteranos, Juan y Amador que aterrizaron poco después- llamó a Manuel Blanco, al que había visto quince días antes. «¿Vais a estar en casa esta tarde?». La comitiva la formaban siete personas. «Era la primera vez que no íbamos a deslizarle una foto de un sospechoso por si le sonaba. Se lo dijimos sin mucho preámbulo. Hemos detenido al autor de la muerte de vuestra hija. Olga -la madre de Eva- se levantó y todos nos abrazamos y lloramos. Pero fue un momento. Los dos nietos, que tendrán dos o tres añitos, empezaron a revolotear a nuestro alrededor y ya hablamos de los niños. Era la vida abriéndose paso y dejando atrás la muerte. Olga solo nos preguntó: ¿Le conocíamos? Y le dije la verdad: No, seguro que no», rememora el agente a unos pasos de jubilarse tras una vida entera dedicado a perseguir asesinos.

Invitados de honor

En casi dos décadas sin Eva ha cambiado el mundo, también el más próximo a ella. Manuel y Olga ya no son los padres de esa adolescente contestona que salió de su casa con su cazadora favorita y nunca más volvió. Ahora son una pareja con nietos que ha superado descalabros económicos y físicos -ella un reciente cáncer- y al fin ha visto entre rejas el último rostro que vio su niña.

Este lunes serán invitados de honor en la Comandancia de Madrid para celebrar el día del Pilar. Manuel quiere invitar a comer a todos los agentes que han pasado por ese grupo tenaz y entregado en 18 años. Joaquín pronostica que se reunirán «pero no creo que podamos brindar». Ese almuerzo será el final de la «operación Pandilla».

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