Mariano Rajoy este miércoles
Mariano Rajoy este miércoles - reuters
acotaciones de un oyente

Disuelvan, por Dios

De qué sirve la negociación si algunos de los que serán decisivos no entrarán en el Parlamento hasta la próxima legislatura

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En la bancada azul, a la derecha del presidente, la sesión comenzó con apenas un rabito de cereza de tres ministros. Por si quedaba alguna duda de que esto está acabado, de que lo importante y sus protagonistas están fuera del hemiciclo, de que el Parlamento necesita unas elecciones como un iPhone muerto un cargador de batería, la «espantá» del gabinete, vicepresidencia incluida, añadió urgencia a esa decisión. Disuelvan ya, por caridad, apliquen una piadosa eutanasia a esta legislatura que agoniza con notables padecimientos ante la indiferencia de todos. La mayoría absoluta del PP tendría derecho, en el Metro de antaño, a ocupar los asientos reservados a los caballeros mutilados. Esos tres ministros a la derecha del presidente evocan una primera línea diezmada en la balacera.

La sensación terminal impone una profunda inutilidad a los debates en los que se trata de discernir el porvenir. De qué sirve que Sánchez Llibre, Pedro Schz y Rajoy se enreden en discusiones acerca de cómo gestionar el problema catalán si con eso tendrán que lidiar otro gobierno y otro parlamento con cuya composición ahora mismo sólo podemos conjeturar. De qué sirve, si algunos de los personajes que serán determinantes en la próxima legislatura aún no han entrado en el parlamento. De qué sirve imponer mandatos a Rajoy, si nada garantiza que los podrá ejecutar. Todo es hablar por pasar el miércoles, si de lo que discuten personajes cargados de pasado es del futuro.

Cuando Rajoy hizo del 27-S la misma valoración que ante los micrófonos el día 28 -no tienen ni ley ni votos-, Sánchez Llibre lo conminó a emanciparse del miedo a perder votos y del miedo a algún «ex» -a Aznar, vaya- para abrir en Cataluña un diálogo. Sánchez Llibre no aludió a lo difícil que es dialogar con quienes no quieren ceder una única pretensión programática: la imposición de una independencia unilateral. Pero el caso es que habló a Rajoy como a un De Gaulle que tuviera miedo de pasar por traidor ante los «pieds-noirs» de Argelia. Pero insisto en que todo era en vano. ¿Qué negociación, aunque la deseara, podría abrir un presidente que en breve lo será en funciones y que no sabe si gobernará, ni con quién lo hará, dentro de dos meses? ¿Con quién iba a negociar, además, si en el otro lado tampoco es posible saber quién será investido ni con quién? Vayamos mejor a las elecciones, refresquemos los mandatos y las representaciones.

Asunto menor fue la trampa en que Schz se metió solo después de reprochar a Rajoy que tardara en comparecer después del 27-S cuando el propio Schz fue aún más reticente a hacerlo. Alguien le gritó: «¡No sabes bailar!». Y es verdad que, junto a Iceta, es el soso que da palmitas. Schz también se mofó del video en catalán donde los dirigentes del PP, si se para la imagen en el instante preciso, aparecen con expresiones dislocadas, medio zombis. Al salir del Parlamento, Rajoy trató de evitar la montonera de periodistas, buscó un desvío por el salón de los pasos perdidos -nunca mejor dicho-, y organizó una persecución que pedía música de Benny Hill: «Como el conductor que intenta escaparse del atasco en el nudo de Manoteras», dijo un compañero.

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