Sonia Esteban, la víctima
Sonia Esteban, la víctima - abc
violencia de género

La autopsia psicológica, clave para una acusación de asesinato

Juzgan a un guardia civil por matar a su mujer pese a que él asegura que se suicidó

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«La muerte de Sonia Esteban no parece presentar los caracteres propios de la etiología suicida, por lo que la misma podría ser compatible con unos hechos de tipo homicida con apariencia de suicidio». Es la conclusión de la autopsia psicológica realizada por la Policía a petición de los investigadores de Homicidios. Con este informe, más las pruebas de Policía Científica, el 5 de junio de 2013 los agentes detenían al cabo de la Guardia Civil Raúl Romero en su puesto de trabajo en Leganés, acusado de matar a su mujer el 10 de marzo. Desde entonces está en prisión. A partir de mañana, un Jurado decidirá en la Audiencia de Madrid si es culpable o inocente de ese crimen. La Fiscalía pide para él 20 años de prisión por asesinato, mientras que la acusación particular eleva su petición a 25 años.

Su defensa asegura que Sonia se suicidió.

Sonia Esteban, auxiliar de enfermería de 32 años, llegó a su casa de Aranjuez (Madrid) el 10 de marzo a las nueve de la mañana tras acabar su turno en el hospital del Tajo. Discutió de nuevo con su marido, al que esa semana le había reiterado su decisión firme de separarse, según la Fiscalía. Estaba también la hija del matrimonio de tres años. Jugó con ella unos minutos y se fue a dormir a su cuarto. Poco después de las diez un disparo en la sien, con la pistola reglamentaria de Romero, acabó con la vida de Sonia. Su marido asegura que fue ella quien disparó. «Mi mujer se ha pegado un tiro», dijo al llamar a los servicios de emergencias.

La Policía tuvo dudas desde el primer momento, pese a que tardó tres meses en detener al agente. El entorno de Sonia negó el suicidio. Una de las pruebas encargadas fue la autopsia psicológica, realizada por la Sección de Análisis de Conducta de Policía Judicial. Intentaban averiguar el estado mental de la víctima previo al suceso. Los agentes analizaron factores como el patrón de heridas (si era físicamente capaz, cómo estaban agrupadas, si había signos de indecisión...), el estado mental de la mujer, su historial de salud mental y las circunstancias del hecho.

Las conclusiones resultaron reveladoras. El carácter fuerte, incluso dominante, vital y alegre de la mujer no cuadraba con quitarse la vida, pese a la situación de estrés que atravesaba derivada de la grave crisis matrimonial y la inminente separación (el acusado niega que se fuera a producir tal separación, pese a que Sonia y él mismo lo habían hablado con amigos comunes y esa misma tarde una compañera iba a ayudarla a trasladar sus pertenencias de habitación).

Si hubiera tenido un ánimo suicida, señalan los agentes, «seguramente habría dispuesto los hechos de tal modo que su hija de tres años no sufriera directamente la acción del suicidio; es decir, habría procurado que no estuviera presente en el mismo lugar». Alguien que se va a quitar la vida, argumentan, no organiza «eventos futuros»: estaba inscrita en unas oposiciones para aumentar su seguridad laboral; preparaba con una amiga el Camino de Santiago, así como unas vacaciones familiares en una casa rural, y estaba organizando su vivienda de otro modo (habían acordado seguir compartiendo piso un tiempo). Hechos de tipo homicida, concluyeron. Y ese diagnóstico lo corroboró la Policía Científica.

«Me quiero morir a su lado»

El móvil, según la acusación, fue la decisión de Sonia de separarse. «Ayúdame por favor. La amo y me quiero morir a su lado. Si tengo que cambiar, cambio. Yo quiero estar con ella». Este mensaje lo envió el acusado a una amiga común dos días antes de los hechos, según declaró la testigo. La misma persona y otros amigos insisten en que la auténtica preocupación de Romero era dejar de ver a su hija a diario, tal y como le dijo a su mujer en repetidas ocasiones. «El matrimonio fue relativamente feliz hasta el nacimiento de su hija. A partir de entonces, Raúl comenzó a presentar un comportamiento obsesivo de sobreprotección hacia su hija no permitiendo que nadie realizara comportamiento con ella si él no estaba presente (...)», recoge la autopsia psicológica y hace suyo la acusación.

Hace 10 meses, el juez instructor autorizó a Raúl Romero a que saliera de prisión escoltado para ver a su hija, cuya custodia había perdido, en un punto de encuentro. La Audiencia revocó la polémica decisión.

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