Pecas, el perro de Esperanza Aguirre
Pecas, el perro de Esperanza Aguirre - efe
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La yugular democrática

Aguirre enseña su «app» y a Pecas, su perro; Pablo Iglesias nos enseña la yugular en sus mítines

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Rita Barberá se ha quejado de que le boicotean sus visitas a los mercados. Esto sí es un cambio serio. El diálogo tendero-político encerraba alguna clave democrática profunda. Ella era prodigiosa en eso y la han dejado fuera de juego. Algo así no le pasará a Esperanza Aguirre, que está en el 2.0 y en el límite de la autoparodia. Ya es una ley política para el PP: sólo tendrán futuro los que la acepten.

Ayer lanzó la «Esperanzapp», de modo que nos podemos instalar a la candidata. Además presentó en la campaña a Pecas, su perro, un Jack Russell Terrier igualito a Eddie, el perro de Frasier, que llegó a ser una estrella de la tele que recibía más cartas que los actores.

Pecas lleva una correa con la bandera de España. tiene cuenta activa en Twitter y con su aparición no parece haber bajado el nivel de la campaña. Lo dijo Gore Vidal: «Un candidato no debería hablar, sólo ser». Parece que pensaba en Pedro Sánchez, que ayer se paseó por la Feria de Jerez sosteniendo una rosa como si fuera una copita de Barbadillo. La rosa de Alfonso Guerra acabará entre los dientes de tanguero de Carmona. Schz es el Ramiro Oliveros de Susana Díaz.

Y no es que uno esperase que estas elecciones fueran las de Alemania del 32, pero la crisis se merecía otra cosa. La intensidad sólo la suben Aznar y Pablo Iglesias. Aznar en cualquier momento nos vuelve a pedir un sacrificio e Iglesias en los mítines se pone como Bunbury cantando «Maldito duende». Aunque hay algo que le arruina todo. Con esas camisas abiertas e imposibles enseña el cuello por un lado hasta casi el hombro. El cuello oferente y tierno de Iglesias parece el de una rubia que esperara el mordisco de Bela Lugosi. Cuando se exalta además se le hincha la yugular y da como cosa. .

Mientras Iglesias nos pone los dientes largos, su partido sigue moderándose. O se «monedera». Luis Alegre en relación con la universidad: «Hay que asaltar los cuarteles generales de los lacayos de los ricos»; Echenique, como científico que es, desde una perspectiva más amplia: «El PP lleva décadas sin respetar los derechos humanos». Entre el bipartidismo -que no fue- y lo actual quizás el intermedio fueran esos años de «Todos contra el PP». Joan Tardà montó una buena en el Congreso por unos comentarios de pasillo de Wert. Ferreras lo entrevistó a pantalla dividida, los dos de negro riguroso: «Nosotros somos demócratas y buenas personas, en Wert hay maldad».

Carmena dio el slogan del día: «Tenemos que rebelarnos como nunca» y Albert Rivera no metió la pata. La sonrisa transversal que se le ve en los carteles es lo más cerca que estamos de una ideología. Iglesias, sin mencionarlo, aludió a «un insensato». Rivera escribió «El cambio sensato». «Nosotros disparamos con pistolas de bolillas», dijo Errejón. Pues sí, sí.

UpyD, por último, entregó la comunicación a Gorriarán. Como hacerse un torniquete con alambre de espino.

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