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El etarra Bolinaga, el pasado mes de abril, a su llegada a los juzgados

Muere el etarra Bolinaga

El secuestrador de Ortega Lara padecía un cáncer terminal por el que se le había concidido la libertad condicional en 2012

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El etarra Jesús María Uribetxeberria Bolinaga, alias «Boli», ha muerto esta madrugada en su casa de Mondragón por el cáncer terminal que padecía según confirman a ABC fuentes de su entorno. Nacido en 1955, Bolinaga había sido condenado a 178 años de cárcel por el asesinato de tres guardias civiles y a 32 años por el secuestro de José Antonio Ortega Lara.

El etarra cumplía pena máxima de prisión hasta que se le detectó que el cáncer de riñón que padecía se le había extendido al pulmóncon metástasis en el cerebro. En agosto de 2012 los forenses de San Sebastián aseguraron que no llegaría al año de vida y el día 30 ese mes, el juez de vigilancia penitenciaria, José Luis de Castro, le concede la libertad condicional por «razones humanitarias», en un excarcelación no exenta de polémica.

Bolinaga fue condenado en sentencia firme por el secuestro del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara y los asesinatos de los guardias civiles Mario Leal Vaquero, Antonio López y Pedro Galmares. Cuando fue detenido, el etarra se negó a revelar el paradero Ortega Lara, que aún estaba secuestrado —532 días duró su cautiverio—. El comentario de Bolinaga fue: «Que se muera de hambre ese carcelero». [ El historial delictivo de Jesús María Uribetxeberria Bolinaga]

En la actualidad, se estaba investigando su implicación en el asesinato de un guardia civil en 1986. La Fiscalía de la Audiencia Nacional había solicitado 29 años de prisión para él por este crimen. Por estos hechos, el juez instructor, Ismael Moreno, había decretado el 3 de abril de 2014 el arresto domiciliario de Bolinaga. Sin embargo, el pasado 18 de junio, la sección segunda de la Sala de lo Penal revocó la medida de arresto y le dejó en libertad provisional al considerar desproporcionada esta medida. [ La muerte de Bolinaga no implica el archivo de su última cuenta con la Justicia]

Bolinaga nunca mostró arrepentimiento por sus crímenes e incluso recientemente se reiteró en sus actos. «No me arrepiento de nada», reconocía en el rellano de su domicilio ante una cámara oculta.

En la recta final de su vida, el etarra sufría unos fuertes dolores que ni la morfina pudo paliar. Llegó a pedir asistencia psicológica para afrontar la muerte ante la angustia que vivía en los últimos meses, informa Efe. Desde hace un tiempo se le estaba suministrando morfina pero este tratamiento paliativo no fue capaz de controlar los dolores.

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