El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz - EFE

El PSOE contrapone su reforma constitucional a la de Podemos

Sánchez pedirá una subcomisión de estudio frente al «rupturismo» de Pablo Iglesias. Reclama de nuevo a Rajoy negociar una reforma de la Carta Magna

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Paradojas de la política, el temor a Podemos va a servir para que el PSOE salga del bucle en el que ha permanecido año y medio ofreciendo al PP, sin éxito, la reforma constitucional «federal» que aprobó en la «Declaración de Granada» de julio de 2013. El Grupo Socialista propondrá esta semana en el Congreso la creación de una subcomisión de estudio para que vayan pasando expertos en la materia y responsables autonómicos a fijar el marco de los cambios territoriales y de todo tipo, como acabar con aforamientos o limitar a dos mandatos los del presidente del Gobierno. Así lo acordaron ayerdomingo Pedro Sánchez y los 17 barones en la primera cita del Consejo Político Federal, en Zaragoza.

El PSOE no planteará formalmente la ponencia de reforma a corto plazo pero, con la petición de esa subcomisión, que obliga al PP a un debate de toma en consideración, intenta salir del emparedamiento al que se ve sometido entre el «inmovilismo» de Mariano Rajoy y el «rupturismo» de un Pablo Iglesias

a quien muchas encuestas empiezan a dar intención de voto superior a Sánchez; un Iglesias que el sábado, en su proclamación como secretario general de Podemos, se permitió anunciar un «proceso constituyente para abrir el candado del 78». «El partido del cambio es el PSOE y lo va a seguir siendo», aseguraba anoche a ABC uno de los barones asistentes a la cita de Zaragoza. No en vano, el discurso inicial de la presidenta andaluza, Susana Díaz, en abierto, igual que el de Sánchez, iba directo a contrarrestar la sensación de «poderío» que transmitió Iglesias el sábado y que ella no acaba de ver en Pedro Sánchez.

Díaz defendió que una reforma constitucional debe hacerse «sin prisas», a fin de no confundirla con la sola salida al problema catalán. Una cosa es que el Título VIII de la Carta Magna sobre las autonomías sea hoy ya «letra muerta» y el conflicto soberanista haya convertido en urgente la reforma constitucional, y otra que esa reforma se supedite toda ella al tema territorial, en el que el PSOE tiene poco que ganar. Los socialistas, recordaría Pedro Sánchez después, quieren que esa reforma sirva, sobre todo, para blindar un porcentaje de PIB anual para garantizar la sanidad y educación públicas; el famoso artículo «135 bis», que no pudo sacar adelante en la reforma exprés de agosto de 2011. Sánchez se mostró muy duro con Rajoy, al que acusó de protagonizar «la legislatura más mediocre de la democracia» a base de ofrecer una y otra vez el «bloqueo institucional» como fórmula para frenar el desafío de Artur Mas. El líder socialista acabó diciendo que Rajoy «no ofrece señales de vida inteligente políticamente (hablando)».

Roces con Iceta

Antes de eso, Susana Díaz no eludió el cuerpo a cuerpo con el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, al que recordó que «habían hablado muchas veces los dos» del problema que supone que «hay millones de catalanes, que no participaron el 9-N, a los que tenemos que dar voz», y volvió a avisar de que ella no aceptará el reconocimiento de la nación catalana: «Se tiene que respetar la soberanía nacional del pueblo español».

Desde el Grupo Parlamentario Popular se sugirió a Sánchez que ante la falta de concreción de su reforma constitucional, presente una propuesta concreta en las Cortes.

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