Suárez, en la jura del cargo de director general de Radiodifusión y Televisión, en 1969, presidida por Sánchez Bella (a su lado)
Suárez, en la jura del cargo de director general de Radiodifusión y Televisión, en 1969, presidida por Sánchez Bella (a su lado) - EFE
De primera mano

Franco: «El zoom, Sánchez, el zoom»

Durante las grabaciones de los discursos de Fin de Año, Adolfo Suárez hacía repetir a Franco todo lo que le parecía mal grabado

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Eduardo Navarro, considerado como uno de los colaboradores más fieles y constantes de Adolfo Suárez, ha puesto en las librerías españolas un libro póstumo titulado «La sombra de Suárez». En la página 53 del texto se lee: «En algún momento me contó sus tirantes relaciones con Alfredo Sánchez Bella, su ministro, al que hacía poquísimo caso. Pienso que tenía línea directa con Carrero. Sus relaciones con el propio Franco fueron muy frecuentes y en las grabaciones de los discursos de Fin de Año, Adolfo hacía repetir al jefe del Estado todo lo que le parecía mal grabado. Creo que Franco, al terminar las grabaciones, le preguntaba: «Lo he hecho mal, ¿verdad?, y Adolfo se reía y le señalaba los peores pasajes de dicción o gesto y le indicaba cómo debía hacerlo en la repetición».

Durante cinco años, desde 1968 a 1972, en mi sucesiva condición de director de los Servicios Informativos de RNE, director adjunto y director de TVE, asistí a cinco grabaciones de los discursos del General Franco. En 1968 era ministro de Información y TurismoManuel Fraga Iribarne y director general Jesús Aparicio Bernal, y en los otros cuatro el ministerio lo ocupaba Alfredo Sánchez Bella y la dirección general Adolfo Suárez.

La grabación tenía muy poco de convencional, si nos atenemos a las reglas estrictas de un hecho televisivo de esta naturaleza. El marco era un despacho pequeño, en donde se apelotonaban cámaras de televisión –de vídeo y de cine-, micrófonos de radio, los correspondientes elementos de grabación y un número indeterminado de edecanes, ayudantes, miembros del séquito ministerial, técnicos y demás personas, totalmente superfluas para el evento. Cuando entraba el entonces jefe del Estado se sentaba en la mesa y releía –¿o leía por primera vez?– el texto del discurso, y con un lapicero marcaba las pausas de unos textos no muy adecuados, en los que abundaban párrafos largos y palabras de complicada vocalización.

Una vez que Franco le comunicaba, por el conducto reglamentario, al ministro de turno su disposición, empezaba la grabación. Había interrupciones varias, que fueron aumentando con el paso del tiempo. Cuando ya se entendía que la grabación televisiva y radiofónica era válida, el actor principal del acto se arrellenaba en el sillón y veía, con una rara delectación y gesto de cercana autoestima, el producto del complejo y a veces penoso esfuerzo.

En una de las grabaciones, siendo ministro Sánchez Bella, una vez terminada la misma, don Alfredo se dirigió al jefe del Estado y le dijo:

–No se preocupe su Excelencia, si hay algún defecto lo arreglamos con el «off».

Entonces, Franco, mirando de arriba abajo al ministro, con un gesto levemente zumbón, le replicó:

-El «zoom» Sánchez, el «zoom» (1)

(1)No recuerdo si le llamó Sánchez o Bella. Lo que sí es seguro que no le llamó Sánchez Bella.

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