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Salida hacia Oviedo del coche policial que llevaba a David F. - efe
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El padrastro del niño de Oviedo: «Se me fue la mano»

ABC reconstruye las 72 horas de máxima tensión que se vivieron en León para detener a la pareja acusada de matar de una paliza a un niño de dos años, hijo de la mujer arrestada

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La madre, fría como el témpano; su compañero, completamente destruido. Así están Fadila C., de 21 años, y David F., de 33, detenidos el martes por la Policía en León como autores de la muerte por una paliza del hijo de la primera, de dos años. El cadáver de la criatura fue encontrado por un operario de Adif el pasado día 3 junto a las vías del tren, cerca del apeadero de la barriada ovetense de La Marañosa, envuelto en una manta.

«El niño no paraba de llorar y le pegamos», admitió David F. tras derrumbarse ante los agentes, según las fuentes consultadas por ABC. «Se me fue la mano», añadió, al tiempo que aseguraba que no era consciente de lo que hacía porque había consumido mucha cocaína.

Su testimonio, brutal, puso a los investigadores los pelos como escarpias, pero menos que la actitud de la madre del niño asesinado. Impasible, como si lo ocurrido no fuera con ella, ni siquiera admitió que su pequeño está muerto: «Se lo ha llevado un familiar y me lo devolverá», dijo con absoluta frialdad. ¿Problemas mentales? A falta de lo que digan los forenses, los investigadores no lo creen.

David F. está muy enganchado a la droga y conseguir dinero para comprar es su obsesión. Fadila C. consume, pero al parecer de forma esporádica. Ambos se prostituían –ella está embarazada de pocos meses– y utilizaban la mayor parte del dinero para comprar estupefaciente. La Policía los detectó el sábado pasado gracias al relato de una persona que aseguró haberlos visto en un establecimiento de la ciudad. El testimonio, clave, no se produjo a iniciativa de esa persona, sino como consecuencia del trabajo sobre el terreno de los agentes, que tras ser alertados por sus compañeros de Oviedo de que los buscados podían haber viajado hasta la capital leonesa se movieron en los círculos que podían frecuentar. Se trataba de preguntar por una pareja de determinadas características y en función de las respuestas se enseñaban también fotografías. Hasta que dieron con el testigo clave.

A partir de ese momento los responsables de la Comisaría de León movilizaron a todos sus agentes en la calle, tanto de Policía Judicial como de Seguridad Ciudadana. Las fotografías de la pareja fueron distribuidas a todos los coches patrullas, también a la Policía Local, pero el mal tiempo reinante, con frío y lluvia, hacía que todos los viandantes se cubrieran con abrigos y bufandas, dificultando el trabajo de los agentes. Se visitaron asimismo pisos y hostales de medio pelo en los que no se pide la documentación y se ejerce la prostitución, lo que era aprovechado por los fugitivos para pasar la noche tras el correspondiente servicio para el día siguiente volver a buscarse la vida.

A lo largo del fin de semana los investigadores los detectaron en varios lugares de la ciudad donde habían estado e incluso pudieron comprobar su presencia sin margen de duda en algunos de ellos gracias al trabajo de campo de los especialistas de Policía Científica. Era la confirmación definitiva, aunque ya antes los responsables del caso estaban seguros de que esas sombras que perseguían era la pareja buscada, porque algunos de los testimonios que habían obtenido eran de una enorme precisión. Una vez más, la colaboración ciudadana, unida con el trabajo de calle de los agentes, daba resultados, aunque hasta que no se detuvo a los sospechosos la tensión entre los responsables de la Comisaría de León era grande.

Cuando finalmente pasadas las tres de la tarde del martes David F. llamó al 112 para entregarse por no poder soportar más la presión policial, desde allí se alertó a la sala del 091. Desde esta dependencia se tardó apenas unos segundos en movilizar al coche patrulla más cercano al lugar en el que el comunicante decía que estaban, un pequeño parque poco conocido del barrio de Las Ventas. El subinspector al mando de ese vehículo, buen conocedor de la zona, llegó rápido al lugar y puso los grilletes a la pareja. A las tres y media, ya estaban en la Comisaría de León.

Al filo de las nueve de la noche, con el permiso de la juez de guardia de León que se inhibió en favor del juzgado de Oviedo que instruye las diligencias por el crimen, dos coches policiales salían de esas dependencias con la pareja rumbo a la Jefatura Superior de Policía de Asturias para la práctica de las diligencias oportunas. Previsiblemente los sospechosos serán llevados hoy ante el juez.

La dotación del Cuerpo Nacional de Policía de esta ciudad se ha enfrentado en los últimos seis meses a tres casos de trascendencia nacional, y en todas las ocasiones los han resuelto con éxito. En el mes de mayo resolvieron en apenas 72 horas el asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco; en septiembre, arrestaron a cinco personas, una de ellas detective privado, por el crimen del boxeador Roberto Larralde y ahora han detenido a la pareja acusada de matar de una brutal paliza al hijo de dos años de la mujer, en otro caso atroz.

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