Manuel Marín - ANÁLISIS

Los cinco errores de Sánchez

Manuel Marín
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El PSOE inicia la campaña en precario estado anímico y de desorientación.

Arranca desfallecido, sin fuelle y noqueado por el empuje de otra campaña cuidadosamente diseñada por la extrema izquierda para tocar, con una demagogia populista sin complejos, la fibra sensible de ese electorado progresista aburrido y descreído «de lo de siempre». Casi seis millones de personas. La campaña de Pedro Sánchez parte de una incredulidad resignada y de un abatimiento emocional que huele a derrota preventiva y a cisma interno en la lucha por reencontrarse con su propia supervivencia. Por eso, la falta de una autocrítica contundente en el examen de los errores propios es determinante.

El primer error de Sánchez ha sido no saber disociar el concepto de la «izquierda».

El PSOE está acostumbrado a liderarla y nunca manejó siquiera la posibilidad de perder ese monopolio. Era impensable. Hoy la izquierda es un magma que descansa en dos conceptos antagónicos: socialdemocracia y comunismo no son complementarios. Y de tanto que Sánchez ha simulado afinidades con ese neo-comunismo cool para garantizarse la investidura, al final han sido los comunistas los que se han apropiado de la etiqueta socialista. De alguna manera, Sánchez ha malversado el patrimonio intelectual de la socialdemocracia clásica en España. Iglesias les ha dado el timo de la estampita.

El segundo error consiste en no haber rentabilizado el pacto suscrito con Ciudadanos. Fue una operación fallida desde su diseño. Confió en que Pablo Iglesias terminaría siendo el engañado de este órdago y avalaría la investidura. Se fabuló con que Sánchez y Rivera eran unos valientes, y se elogió su moderación frente al extremismo que representaban Podemos y el PP. Por eso, resulta incomprensible que el PSOE haya malogrado las ventajas de operación prefabricada, y que solo PP y Unidos Podemos parezcan ganar hoy votos y escaños. Aquel acuerdo está penalizando a sus firmantes.

Dos errores más. La indefinición del PSOE sobre un modelo de Estado que garantice la unidad de España, sus escarceos con el nacionalismo, y su permisividad con el «derecho a decidir» llevan años minando la imagen de que es un partido con vocación nacional.

Además, su sumisión a Podemos en las alcaldías más relevantes de España ha resultado un fiasco si de lo que trataba era de recuperar poder autonómico y votantes desilusionados. Sánchez creyó que gracias a la cesión de esas alcaldías, Podemos sería siempre un segundón, un subalterno de paja al que manejar a su antojo cuando estuvieran entretenidos como niños caprichosos con el morbo del poder y los coches oficiales.

Nada le ha salido bien. Su último error, iniciar la campaña con el victimismo como recurso reactivo frente a la amenaza de la «otra» izquierda. Nunca supo medir que su enemigo no era Rajoy, sino Iglesias. Ahora salta a pecho descubierto: si obra el milagro de ser segundo, cederá hasta el infinito para gobernar sin contemplaciones y no tolerará ni un solo veto interno del PSOE. Si es tercero, no tendrá más alternativa que dimitir.

Ver los comentarios