Ángel Antonio Herrera

La cátedra del gato

Tú sueltas un gato, a medio reloj del mítin, y el candidato se trasmuta en un tipo que transmite como Bertín Osborne

Ángel Antonio Herrera
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Los asesores de imagen, o comunicación, se están dando mucha cátedra, en las teles y otros podios, a propósito de lo que debe hacer un candidato, para resultar espontáneo, o natural, ante la afición. Lo que debe hacer, y lo que debe no hacer, para el teatro en general que nos traemos. Tienen mucha prosa, más o menos tópica, los asesores, pero ninguno ha arriesgado la didáctica que de esta foto se deduce: lo que hace falta es un gato. Tú sueltas un gato, a medio reloj del mítin, y el candidato se trasmuta en un tipo que transmite como Bertín Osborne. Reparen, si no, en la cara de simpatía o complacencia que se le puso de repente a Alberto Garzón cuando en Valladolid le arrimaron un gato transeúnte.

Mayor gesto de naturalidad, difícil. La mascota no la explican los cátedros del gesto. Y debieran. Un gato es un atajo. Un magisterio.

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