Elecciones - Catalanas

Artur Mas, el hombre que perdió el «seny» rumbo a Ítaca

En su viaje hacia la independencia se embarcó en una lista conjunta con ERC y las entidades civiles proindependencia y ahora se tiene que aferrar a un pacto con la CUP

Artur Mas celebra el resultado en las elecciones catalanas - reuters

Las elecciones en Cataluña dejan a Artur Mas en una suerte de limbo. En su viaje hacia la independencia, a su Ítaca, se embarcó en una lista conjunta con ERC y las entidades civiles proindependencia -ANC y Òmnium Cultural- y ahora necesitará de la complicidad de la CUP para arrancar su hoja de ruta hacia la desconexión con España. Y con la legitimidad más que cuestionada por no haber alcanzado, sumando a la CUP, ni el 50% del total de votos emitidos. De una CUP que se ha cansado de repetir que ellos no aceptan que Mas sea presidente.

En los últimos años, al calor de las manifestaciones secesionistas de la Diada -2012, 2013, 2014 y 2015-, Mas, al que gusta navegar y se abona a las metáforas náuticas, se ha amarrado al palo mayor contra viento y marea. Aquel economista que comenzó trabajando en la empresa peletera Tipel de la familia Prenafeta, donde coincidió con Jordi Pujol Ferrusola, iba para hijo político de Pujol padre. Y así comenzó cuando entró en la Generalitat a principios de los ochenta, después de ocho años como concejal de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona, en la oposición del PSC.

Pasó por los departamentos de la Generalitat de Industria, Obras Públicas y Economía y, en 2001 le llegó el gran espaldarazo. Pujol le nombró como «conseller en cap», en detrimento de Duran i Lleida, y en 2002 se anunció su candidatura a la Generalitat para las elecciones que debían celebrarse un año después y en las que el «pater» Pujol ya no se presentaba. De aquella época, nos llega el eco de unas declaraciones suyas que el periodista Rafael de Ribot compiló en el libro «Què pensa (qué piensa) Artur Mas». «El concepto de independencia lo veo anticuado y un poco oxidado. Yo apuesto por la España plurinacional», afirmaba en 2002 un Mas que tenía como rumbo la consecución de un pacto fiscal a la manera del País Vasco. Nada más (y nada menos).

A partir de ahí, Mas encadenó derrotas... ¿hacia el triunfo final?, que diría Ho Chi Minh. O victorias hacia la derrota final, según se mire. Ganó -en escaños, que no en votos, como el PSC- las elecciones autonómicas de 2003, pero el tripartito liderado por Maragall gobernó. Ganó las autonómicas de 2006, pero el tripartito PSC-ERC-ICV se reeditó con Montilla al timón.

En 2010, con la consigna calculadamente ambigua de la «transición nacional», Mas ganó la carrera a la Generalitat y se quedó a seis escaños de la mayoría absoluta, con 62. Dos años después, 2012, la primera gran manifestación de la Diada organizada por la Asamblea Nacional catalana, sirvió a un Mas vilipendiado por los recortes a los que obligaba la crisis una coartada en bandeja. No soy yo, es el pueblo y hay que escucharle, vino a decir.

Convocó elecciones anticipadas en 2012, con la convocatoria de una consulta sobre la independencia en su programa, y perdió 12 escaños. ERC salió en su auxilio, firmaron un pacto de gobierno, y Mas ya no vistió, habló, comió y respiró otra cosa que no fuera una «estelada». Hasta entrar en el martirologio de la independencia al convocar la consulta secesionista del 9-N desobedeciendo al Tribunal Constitucional.

Por el camino, Unió se desligó de Convergència por su deriva independentista y Mas ha visto caer a lo más bajo a su padre político, Jordi Pujol, y a su prole, inmersos en causas judiciales tras la confesión de evasión fiscal del expresidente de la Generalitat.

Artur Mas volvió ayer a ganar las elecciones. Sin mayoría de escaños y sin lograr más del 50% de los votos ni añadiendo los de la CUP. Y después de unas elecciones en las que ha concurrido agazapado en el número cuatro de Junts pel Sí. Para evitar que en campaña asomaran preguntas delicadas sobre su gestión de gobierno o el 3% de corrupción. La prognata sonrisa de Mas era anoche aún más incomprensible. ¿Qué ha ganado?

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