Un veterano, defensor de la paz, cruza por delante de un cartel que anuncia la convención republicanaAFP

El outsider Trump se somete al voto de un partido fracturado

La formación decide durante la convención republicana si confirma como candidato a la mayor amenaza para sus esencias

ENVIADO ESPECIAL A CLEVELAND (OHIO) Actualizado: Guardar
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Recinto, Quicken Loans Arena. Ciudad, Cleveland (Ohio). País, Estados Unidos. Planeta, el mundo al revés. La convención republicana de 2016 abre sus puertas hoy al mayor espectáculo político del orbe, el que protagonizan los dos grandes partidos estadounidenses (el demócrata lo hará la semana que viene) para elegir y lanzar a su candidato a la presidencia del país. Pero el GOP (Great Old Party, Viejo Gran Partido), la formación de Abraham Lincoln, con 18 presidentes de Estados Unidos como bagaje, afronta una de sus mayores encrucijadas en 162 años de existencia: decidir si elige candidato a la presidencia del país al primer vencedor de las primarias que reniega de sus principios. Una situación que ha dividido y casi fracturado al partido.

En el último siglo, sólo hay dos precedentes de candidatos ajenos: Herbert Hoovert (1928) y Wendell Willkie (1940). La última convención con más de un aspirante, escenario que en Cleveland aún es posible, no probable, tuvo lugar en 1976, cuando Gerald Ford derrotó por la mínima a Ronald Reagan.

Parte del establishment y el gobernador de Ohio, John Kasich, dan la espalda a la convención

Destacados miembros del establishment, como la familia Bush al completo; el último candidato, Mitt Romney, el senador John McCain, y el mismísimo gobernador del estado anfitrión y aspirante derrotado, John Kasich, no acudirán a la cita. Las grandes corporaciones estadounidenses, como Ford, JP Morgan Chase y General Electric, tradicionales patrocinadores, ni están ni se les espera. El speaker (presidente-portavoz) del Congreso, Paul Ryan, una de las referencias del partido, se resiste a dar al showman el respaldo incondicional que reclama. Otros altos cargos del partido ya se autoeliminaron como candidatos a la vicepresidencia y acompañantes en el ticket electoral, antes de que el millonario se decantara por Mike Pence, gobernador de Indiana y destacado representante del sector evangélico, el más conservador. La convicción extendida en el partido es que Hillary Clinton derrotará al magnate. La última encuesta, publicada ayer por «The Wall Street Journa»l, otorga a la demócrata cinco puntos de ventaja.

Pese al distanciamiento de tanto peso pesado, Donald Trump ha conseguido llegar a Cleveland con casi todas las opciones de ser elegido candidato. Y con muchas de que la convención no sea caótica. En la semana previa, su alianza con el aparato del partido, representado el presidente del Consejo Nacional Republicano (NRC, en sus siglas en inglés), Reince Priebus, ha dado los frutos suficientes para frenar al movimiento antiTrump. Priebus aspira a que el partido restañe sus heridas y «pase página». Pero se anuncia marejada desde los críticos frente a un controvertido personaje que ha dejado muchos cadáveres en su agresiva campaña. Y todos en las filas propias. El Comité de Reglas, reunido la semana pasada, bloqueó que los delegados comprometidos (que deben votar al candidato por el que han sido elegidos), muy mayoritarios, no tengan libertad de voto (en la primera votación) cuando la asamblea elija el miércoles al candidato. El aparato intenta evitar a toda costa una convención convulsa. Un vuelco en la elección, la aspiración de los críticos para hacer saltar por los aires los planes de Trump, podría derivar en altercados, y la dirección del partido lo sabe. Con 1.441 delegados electos de los 2.472 que votan, tiene garantizada la mitad más uno. Pese a todo, los antiTrump, impulsados desde la distancia por Romney pero que también podrían contar con los más conservadores de Ted Cruz, van a intentar que se debata en la asamblea.

La elección Mike Pence como candidato a vicepresidente y ticket con Trump sólo se puede entender como un guiño a esas esencias conservadoras. Nada le ha importado que sus coincidencias ideológicas con el gobernador de Indiana sean mínimas. También ha logrado que Cruz intervenga en la convención. Prueba de que la elección de Pence ha apaciguado algo los ánimos es el visto bueno de Marco Rubio, otro de los rivales en las primarias. A la espera de que Trump pueda estrellarse en noviembre, los dos senadores de origen hispano piensan ya en la elección presidencial de 2020.

El vencedor de las primarias y el aparato republicano intentan frenar el movimiento antiTrump y la imagen de desunión

Pero las distancias programáticas son inmensas y la pretensión de unidad cojea también por el lado de las propuestas. Hay expectación por comprobar cómo resolverá Trump, en la convención y después en campaña, su defensa de excepciones en el rechazo al aborto y del reconocimiento de los matrimonios entre personas homosexuales, asuntos ambos rechazados expresamente en el programa aprobado previamente y que deberá ser ratificado en la convención. Rachel Hoff, primera gay que forma parte de un comité republicano, volverá a intentar también que la asamblea debata un asunto especialmente tabú en la formación conservadora.

También será ruidosa la divergencia entre Trump y Pence sobre la guerra de Irak y el libre comercio, caballos de batalla del millonario y asuntos apoyados expresamente por su «número dos». Deficiencias que el millonario ha resuelto esta semana con duras críticas a su rival, Hillary Clinton.

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