Hillary Clinton
Hillary Clinton - EFE

Noche triunfal para Hillary: se ve nominada y pasa al ataque contra Trump

La favorita gana en cuatro de los cinco estados en juego y suma el 90% de los delegados para ser la candidata demócrata. Sanders ya no habla de ganar la nominación

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Hillary Clinton y Donald Trump empiezan a montar el escenario de lo que será la batalla por la Casa Blanca en otoño: los dos se ven como nominados y, por tanto, enemigos directos. El multimillonario, tras ganar en los cinco estados en juego ayer -Pensilvania, Connecticut, Maryland, Rhode Island y Delaware-, atacó a la favorita demócrata con su estilo característico. «Si Hillary fuera hombre, no llegaría ni al 5% de los votos», dijo desde su Trump Tower, en Nueva York.

Pero, una hora antes, Clinton había abierto fuego. La ex secretaria de Estado no hizo pleno, pero casi. Solo cedió Rhode Island, la única victoria de la noche para Bernie Sanders. En su celebración de los resultados en Filadelfia, Clinton se refirió en varias ocasiones a Trump.

«Queremos un EE.UU. del futuro, en lugar de construir muros, echaremos abajo las barreras», dijo en alusión al muro prometido por Trump en la frontera con México. Antes, se había referido a la batalla de género que mantiene con el candidato republicano, y que apunta a dominar buena parte de lo que queda de campaña. «Trump me acusa de jugar la carta de ser una mujer. Si eso significa pelear por una mejor cobertura sanitaria para las mujeres o por la igualdad salarial con los hombre, ¡dame cartas!», proclamó ante la ovación de sus seguidores.

En la recta final de su discurso, Clinton volvió al mismo asunto con un juego de palabras: «Love trumps hate», que utiliza el apellido de su rival, pero que significa «El amor se impone al odio». Es una consigna que se ha visto en las pancartas de las manifestaciones ‘anti Trump’. Ovación todavía más fuerte.

El otro gran mensaje de la noche fue para Bernie Sanders y sus votantes. Clinton volvió a ampliar su ventaja y las opciones del senador por Vermont son casi inexistentes. En su discurso, agradeció con un toque condescendiente a Sanders por su pelea electoral: «Felicito al senador Sanders y sus millones de seguidores por desafiarnos a expulsar de nuestro sistema político al dinero sin control y por dar mayor énfasis a cerrar la brecha de la desigualdad», dos asuntos en los que el candidato socialista ha seguido una postura mucho más combativa que Clinton. Hizo un llamamiento a la unidad, que sonaba a dar por hecho que la victoria era suya y que la única opción es unirse en torno a su persona. «Juntos lo conseguiremos -añadió-. Porque, aunque apoyes al senador Sanders o a mí, es mucho más lo que nos une que lo que nos separa», dijo.

«Tenemos que ser ejecutores [en alusión a sí misma] y soñadores [en referencia a Sanders], las dos cosas», proclamó Clinton, que también llamó a sus filas a los independientes e incluso a los «republicanos moderados».

Los números dan soporte al tono triunfalista de Clinton: según los cálculos de Associated Press, suma ya el 90% de los delegados necesarios para la nominación del partido demócrata. A falta de completar el recuento de delegados de la noche de ayer, Clinton acumula 2.159 -incluidos 519 superdelegados-, mientras que Sanders se queda en 1.370 -solo tiene el apoyo de 39 superdelegados-. El umbral de delegados para conseguir la nominación es 2.383.

La derrota deja casi sin aspiraciones a Sanders, pero no sin ganas de pelea. Ayer, cuando apenas se empezaron a conocer los resultados, dio un mitin multitudinario en Huntington (Virginia Occidental), en el que durante una hora repitió su alegato contra la desigualdad en EE.UU., el poder ilimitado de compañías y multimillonarios en la financiación electoral y el deterioro de la democracia estadounidense, camino de la oligarquía.

Pero cuando ya se supo que había perdido cuatro de los cinco estados, reconoció lo innegable y redefinió su papel en esta campaña. En un comunicado, aseguró que peleará en los 14 estados que todavía deben celebrar sus primarias, pero no mencionó que lucharía por ganar la nominación del partido demócrata. En su lugar, dijo que su campaña competirá hasta el último voto «para ir a la Convención Nacional Demócrata [donde se ungirá al nominado del partido] con el máximo número de delegados posible para pelear por una plataforma progresiva en el partido» y presionar en la agenda social que ha defendido durante la carrera electoral. También deslizó que cualquier ticket presidencial -la dupla de presidente y vicepresidente- «debe ser capaz de conseguir el apoyo de los independientes, además de los demócratas. Estoy muy orgulloso de lo conseguido por mi campaña en ese sentido», aseguró. La afirmación podría entenderse como una exigencia para que él -algo que ha negado durante la campaña- o alguien de su línea ideológica concurra a las elecciones presidenciales.

Desde anoche, Sanders ya no esconde que su nominación es una quimera. Pero promete dar guerra hasta el final.

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