Cultivos extensivos
La agricultura de conservación busca un hueco en la nueva PAC
Finaliza el proyecto Life Climagri, que demuestra sobre fincas reales que un manejo con buenas prácticas agrarias concilia rentabilidad y sostenibilidad
El proyecto Life Climagri , que pretende contribuir a la adaptación de los cultivos extensivos de regadío al cambio climático , a la vez que mitigar los efectos de este fenómeno, ha puesto su punto y final en el Parlamento Europeo. Hasta allí se ha desplazado Asaja Sevilla, uno de los socios de este proyecto liderado por la Asociación Española Agricultura de Conservación Suelos Vivos, y que cuenta también con el Ifapa, la Universidad de Córdoba y la Federación Europea de Agricultura de Conservación como socios.
En Bruselas, la patronal agraria ha expuesto las conclusiones del proyecto, que arrancó en junio de 2014 con un presupuesto global de 2,2 millones de euros , financiados al 50% por la Unión Europea, instando a «una mayor implicación de las Administraciones en el fomento de la agricultura de conservación, capaz de conciliar rentabilidad agraria y sostenibilidad ambiental».
Por ello, Asaja Sevilla ha hecho hincapié en el Parlamento Europeo en la necesidad de que en la próxima reforma de la Política Agraria Común se impulse el empleo de técnicas de agricultura de conservación , pues «ha demostrado que es posible reducir emisiones y aumentar la capacidad del suelo como sumidero de carbono, al tiempo que se aumenta la eficiencia de los recursos hídricos y la resiliencia de los cultivos mediante estrategias de escape al estrés hídrico y a las altas temperaturas, consiguiendo una mayor productividad», explica el técnico de Asaja José Fernando Robles.
Aunque actualmente el Programa de Desarrollo Rural de Andalucía 2014-2020 contempla medidas agroambientales que incluyen compromisos como la siembra directa y las cubiertas vegetales (Medida 10.1.4: Sistemas sostenibles de cultivos herbáceos de secano, y Medida 10.1.6: Sistemas sostenibles de cultivos leñosos permanentes), «suelen ir acompañadas de otros compromisos que dificultan el acceso de los agricultores a la ayuda».
Es el caso de la ayuda a los cultivos herbáceos de secano, que «ha sido un fracaso, pues tan sólo ha contabilizado cuatro expedientes en toda Andalucía», recalca Robles. En este sentido, el técnico de la patronal agraria insiste « en la necesidad de mejorar el diseño de estas ayudas para que de verdad sean un incentivo para los agricultores que se inicien en este sistema, que puede servir como palanca de cambio para mejorar la sostenibilidad y la rentabilidad de las explotaciones agrarias».
El Valle del Guadalquivir ha sido uno de los escenarios claves del proyecto Life Climagri. De hecho, en las fincas sevillanas La Jurada (368 hectáreas), El Lirón (400 hectáreas) y Vega de Coria del Río (60 hectáreas), además de en la explotación cordobesa La Parrilla (340 hectáreas) se ha realizado un manejo agronómico basado en la utilización de Buenas Prácticas Agrarias, que ha consistido en el mantenimiento de una cobertura vegetal en el suelo, la mínima alteración mecánica del terreno en la siembra y el establecimiento de rotaciones de cultivo (los tres principios básicos de la agricultura de conservación).
Además, se ha optimizado el uso de agroquímicos y se han utilizado tecnologías avanzadas, apostando por la implantación de estrategias de riego óptimo y deficitario, la implantación de márgenes multifuncionales e impulsando medidas de fomento de la biodiversidad.
Andalucía es la comunidad que, a nivel nacional, está liderando este sistema productivo, donde ya hay más de 99.000 hectáreas de cultivos herbáceos en siembra directa (el 10%) y el 39% de cultivos leñosos que incluyen algún tipo de cubiertas vegetales.
