Ignacio Marco-Gardoqui

Solo lo bueno

«¿Para cuándo la reducción del déficit? Qué pregunta más boba...»

Ignacio Marco-Gardoqui

El Gobierno bonito solo da noticias buenas. Ayer había Consejo de Política Fiscal y solo se comunicó la buena (?) nueva de la ampliación del límite de endeudamiento de las CC.AA., que pasará del 0,1% al 0,3% del PIB. Si esto se hace en un momento de mejoras sensibles de la recaudación impositiva, ¿qué se hará cuando vuelva la crisis? Es decir, cuando recaudamos poco, por culpa de la crisis, aumentamos el gasto para contrarrestar sus efectos y cuando recaudamos más, como ahora, gastamos más para disfrute del Gobierno y contento popular. Entonces, ¿para cuándo la reducción del déficit? Qué pregunta más boba... Del nuevo sistema de financiación no se dijo nada, claro. Antes los acuerdos regionales se alcanzaban regando dinero y se cargaban sobre el déficit. Ahora, es más complicado, así que la solución final se acercará a un juego de suma cero, en el que unos recibirán más a cambio de que otro reciban menos. Una noticia desagradable que este Gobierno no dará nunca a nadie.

A la reunión no asistió el Gobierno vasco, no es muy elegante pero está justificado dado que sus finanzas van por otro camino, por el controvertido sistema del Concierto. Tampoco asistió el Govern, lo que supone un desaire que se compadece mal con el despliegue de bondad, paciencia y comprensión desplegado por Sánchez. Al lado de este Gobierno apaciguador, el de Neville Chamberlain era de una belicosidad intratable. Impasible el ademán, la ministra de Hacienda confirmó que planea asumir 4.500 millones de deuda catalana. Los barones regionales se soliviantaron. ¿Qué esperaban? Si se va a imponer un sistema de negociación bilateral, ¿para qué este Consejo?

Total, ayer, todos volvieron contentos a casa por el huevo (con más dinero para gastar en el bolsillo) y enfadados por el fuero (todos quieren negociaciones bilaterales y que el Gobierno central se olvide de sus deudas). Pero esto no casa. El Gobierno dice que los presupuestos actuales son inviables por culpa de las ilusas previsiones del anterior. Perfecto. Pero, entonces, ¿a qué viene empeorarlas con una montaña de promesas de mayores gastos? Ahora recuerdo que hay en marcha otra montaña, esta vez, de nuevos de impuestos.

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