«Querían acabar con la minería con acuerdos y el menor ruido posible»

Cuatro mineros prejubilados relatan a ABC su historia

José González, en el centro de la imagen, junto a otros dos compañeros en la mina ABC

Diego Luis González / Rosa Álvarez

Gobierno, sindicatos y patronal vienen de pactar el fin del carbón. El acuerdo, entre otras medidas, contempla anticipar las prejubilaciones de los últimos mineros a los 48 años de edad , recurriendo así de nuevo al sistema de retiro que se aplica desde finales de los años 90 para unos trabajadores sin apenas alternativa laboral, pero que ha generado acusaciones de privilegios y que, en último término, han provocado la despoblación de las cuencas mineras españolas. Estos son los testimonios de esos mineros.

«Querían acabar con la minería con acuerdos y el menor ruido posible»

Javier Rubio ABC

En el caso de Javier Rubio Fernández, de 67 años, fueron tres décadas las que dedicó a la mina, en el grupo Calderón (Laciana, León) y en los talleres. Su prejubilación llegó cuando estaba a punto de cumplir los 48 años. «Fueron algo obligado, o nos prejubilábamos o nos quedábamos en la calle», recuerda. En ese momento lo que le hubiera gustado era seguir. «Sabíamos que el cierre de la minería iba a suponer que las zonas en las que vivimos se quedaran desiertas». En esos años, las prejubilaciones, dice, «eran un proceso que ya venía sucediendo con empresas importantes, estatales, incluso con la banca, y lo que hicieron fue copiar el método. Querían acabar con la minería con el menor ruido posible, llegando a acuerdos». No obstante, subraya que lo que se negoció ni siquiera llegó a cumplirse. «No nos hicieron ningún favor. Los que critican lo que tenían que hacer es venir aquí, donde seguimos viviendo la gente de la mina, para darse cuenta de que nuestros hijos tienen que emigrar si quieren conseguir un puesto de trabajo. El chollo no es ningún chollo».

«La gente que está prejubilada somos la que mantenemos el pueblo»

Pedro Ramón Sanjuro, con su hijo y su padre en la Marcha Negra ABC

Pedro Ramón Sanjurjo admite que tras 19 años como minero, varios de ellos de vigilante en Santa Cruz del Sil (León), para él fue «un alivio» poder prejubilarse con 46 años el 25 de noviembre de 2015. Asegura que en Fabero (León) «no hay trabajo» y que la gente joven «se marcha» después de que desde el año 2010 «empezara una nueva etapa muy jodida» con expedientes de regulación de empleo «en todos los sitios» y una nueva Marcha Negra que no dio sus frutos. Recuerda también que en su empresa llegaron a ser más de 2.000 empleados y que cuando se fue «apenas quedábamos 400», pero defiende que «somos la gente que está prejubilada la que mantenemos el pueblo». Sanjurjo reconoce que «las prejubilaciones no son buenas y al que le toca, le toca», pero insiste en que pasó momentos «tan malos» que incluso decidió perder casi un diez por ciento del dinero que le hubiera correspondido al «anticipar» dos años su adiós de la empresa. «Todo el mundo tiene miedo y la realidad es que uno no sabe hacer otra cosa que estar en la mina y si van cerrando todas, qué haces», se pregunta Sanjurjo, quien desearía que hubiera «trabajo» para que «las minas siguieran» en lugar de «traer carbón de fuera» y dejar al pueblo «en un estado lamentable». A los que critican que puedan prejubilarse «les diría que trabajan un tiempo en la mina».

«La gente está mal informada; cobramos como en otras empresas»

Luis Martínez ABC

Luis Martínez García dedicó a la mina 26 años de su vida, 20 en el grupo Calderón, ubicado en la pedanía lacianiega de Orallo (León) y seis en el del Feixolín (Villablino, León). Ahora tiene 58 años y se prejubiló con 42. El motivo, comenta, fue la falta de seguridad en su estabilidad laboral. «Tal y como estaban las cosas, era mejor asegurar una mala prejubilación que quedarse en la calle», dice. No obstante, en ese momento sí que le hubiera gustado seguir trabajando y, sobre todo, «que la minería se hubiera mantenido». Respecto a las prejubilaciones en el sector minero, lamenta, «la gente está mal informada», porque quizá «quitando las primeras, las del 95», el resto se ajustaron «a las de cualquier otra empresa». Como muestra, afirma que «el 90% de ellas son de entre 900 y 1.300 euros, y no distan de las de cualquier otro trabajo». También señala que no son iguales las de la minería pública, «mejor considerada y pagada», que las de la privada, sobre todo teniendo en cuenta que «la mayor parte de la gente que trabajaba en las minas estaba a un jornal normal y corriente».

«No puedo evitar que alguno diga que somos los que arruinamos el país»

José González trabajó en varias minas hasta que su suegro, dice, le ayudó a entrar en Antracitas de Gaitarro, donde estuvo 18 años hasta que en noviembre de 2009, con 42 años, se prejubiló. «Lo vi como un aliciente que no tuvieron ni mi padre ni mi abuelo -también mineros- para poder vivir la vida», explica. Gonzalez, que a veces hace de guía de forma altruista en las visitas turísticas al Pozo Julia, en Fabero (León), recuerda que «no te llegan a pregunar si quieres seguir o no». Su nombre estaba en una lista y los sindicatos ya le decían que no había futuro. «Al final, lo haces porque las experiencias que tenemos dentro de la mina no son nada agradables y las circunstancias que te ofrecían eran muy positivas», dice. En todo caso, González resalta que en la actualidad le deberían unos 12.000 euros «porque estos años no se han realizado las subidas del uno por ciento que habían prometido». Reconoce que hay quienes piensan que son unos privilegiados. «En ese caso, si los conozco, les llevo hasta donde bajábamos para ganarnos ese pan de cada día y ahí lo entienden muy bieno, pero no puedo evitar que haya quien diga que somos los que arruinamos el país y tonterías así», relata.

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