José Ramón Iturriaga

Política y economía, una causalidad falaz

«Salvo pifias estilo ZP, el margen de actuación de países miembros de la UE, y más en concreto en la Unión Monetaria, es muy reducido»

EFE

José Ramón Iturriaga

En la campaña eterna en la que estamos inmersos, los de un lado y los del otro tiran de argumentario e intentan arrimar la ascua de la economía a su sardina. Los unos presumen de lo buenos y sociales que son. Los otros atizan los miedos de tiempos pasados.

Sabiendo que se trata de un argumento poderoso, porque el bienestar económico es una de nuestras principales preocupaciones, resulta lógico que se lo tiren a la cabeza los unos y los otros. Los argumentos son facilones, pero no por ello menos efectivos. «Eres un manirroto y un pésimo gestor» o «a ti no te preocupan los pobres». «Yo soy más social que nadie» y «tú confundes los deseos con la realidad» Este es el nivel. Ambas posturas son legítimas y probablemente de las herramientas más efectivas -junto con Cataluña- que los políticos tengan de cara a las próximas elecciones.

Lo que pasa es que en el caso de la economía las relaciones de causalidad directa entre el poder ejecutivo y los resultados económicos es del todo falaz. Salvo pifias estilo ZP, el margen de actuación de países miembros de la Unión Europea, y más en concreto en la Unión Monetaria, es muy reducido. La política monetaria la fija el Banco Central Europeo. La fiscal, en gran medida, Bruselas. Y las diferencias entre unos y otros son de matiz.

Un buen ejemplo de lo anterior es que España ha sido el país de Europa que más ha crecido durante los últimos cinco años en un momento en el que políticamente hemos estado como pollo sin cabeza. Casi un año de gobierno en funciones del señor Rajoy, dos años y pico de un gobierno de Rajoy sin mayoría suficiente, una moción de censura y, por si no hubiera sido suficiente, nueve meses de gobierno Frankenstein. Y la economía, mientras tanto, a lo suyo.

Evidentemente hay opciones políticas que nos favorecen más que otras, y eso debería ser un argumento importante a la hora de elegir la papeleta, pero teniendo claro que la política no tiene capacidad para mover la aguja.

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