Otros novecientos millones al pozo sin fondo de la banca italiana

Banca Popolare di Bari es el último caso de una crisis de fondo que ha provocado el rescate de más de una decena de entidades en cinco años

Dos clientes saliendo de una sucursal de Banca Popolare di Bari REUTERS

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Italia se ve afectada por un nuevo desastre bancario. Era previsible, según los expertos. En los últimos cinco años, con gobiernos de diversa orientación política, más de una decena bancos italianos han tenido que ser salvados de la quiebra y cientos de miles de italianos han perdido sus ahorros. En las últimas semanas, algunos partidos se oponían con firmeza al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) afirmando que solo serviría para quitarle el dinero a los italianos con el fin de dedicarlo a salvar a los bancos franceses y alemanes. Ahora se descubre que el dinero de los contribuyentes italianos servirá para salvar a otra banca privada italiana en grave dificultad, la Banca Popolare di Bari. Para evitar su quiebra el Gobierno de Giuseppe Conte decidió aportar con urgencia el pasado fin de semana más de 900 millones de euros para recapitalizar el banco. Ha sido rescatado con un acuerdo establecido por el Gobierno, Bankitalia y el Fondo Interbancario para la Tutela de los Depósitos. Según el banco central italiano, estos 900 millones de euros que aporta el Estado son un coste menor para los contribuyentes comparados con los 4.000 millones de euros que habrían sido necesarios para resarcir a los clientes en caso de liquidación del banco.

Es la enésima intervención directa o indirecta del Estado para gestionar un banco italiano en crisis. Según el Observatorio sobre las cuentas públicas italianas de la Universidad Católica de Milán, esas intervenciones han costado entre 60.000 y 70.000 millones de euros , y el Estado ha tenido que cubrir un tercio del gasto total. Se evitó así el terremoto económico y político que hubiera supuesto una quiebra bancaria de la noche a la mañana. Para evitar que se abusara de las nacionalizaciones y de los fondos públicos, en enero del año 2016 entró en vigor en la Unión Europea la directiva «bail-in» (recapitalización interna). Esto supone que en la resolución de cualquier crisis bancaria se ven implicados directamente los propietarios de la entidad, es decir, los accionistas, y si ello no es suficiente para salvar el banco se recurre también a los tenedores de bonos subordinados y por último a los que tienen cuentas corrientes con más de 100.000 euros. A pesar de la intervención del Gobierno Conte, 69.000 accionistas se verán ahora afectados por la crisis de la Banca Popolare di Bari. Se suponía que el banco central de cada país tenía que vigilar de cerca a sus entidades financieras para evitar esa situación de quiebra. Pero no parece haber ocurrido así en Italia, a juzgar por las acusaciones que se hacen contra Bankitalia, el banco central italiano, que no habría actuado con la suficiente determinación.

Museo de los horrores

Se define como un verdadero museo de los horrores la gestión de algunos bancos italianos, que han tenido comportamientos más que dudosos, con una estructura de gestión absolutamente incapaz que miraba sobre todo por sus intereses. Se añade ahora a ese museo la Popolare di Bari, un banco de familia fundado en el año 1960 por Luigi Jacobini y luego dirigido durante treinta años por su hijo Marco de forma ininterrumpida desde 1989 hasta julio 2019 . Se ha comprobado que los créditos del banco se concedieron sin criterio, hasta el punto de que el 25% de sus préstamos se dan prácticamente por perdidos, porque resultan difícilmente exigibles. El exconsejero delegado, Vincenzo De Bustis, ha llegado a denunciar préstamos irregulares que habrían causado pérdidas por valor de 800 millones de euros en los últimos cuatro años.

Gran parte de la crisis del banco de Bari ha sido causada porque en el 2014 adquirió, con la autorización de Bankitalia , la caja de ahorros de Téramo (Tercas), con un préstamo de 480 millones de euros. Fue el hundimiento de la Popolare di Bari, porque aumentó su fragilidad. Se demostró que no siempre las fusiones son la salvación de un banco. Entre el 2015 y el 2016 sus créditos deteriorados pasaron desde 700 millones a 1.400 millones.

Una prestigiosa economista, Lucrezia Reichlin, profesora en la London Business School, considera que la intervención en la Banca Popolare di Bari supone un rescate público camuflado. La profesora Reichlin ha hecho en un artículo publicado en el Corriere della Sera un análisis despiadado de este enésimo desastre bancario italiano: «Era una crisis anunciada. Los periódicos lo escribían desde hace años y las inspecciones del banco central italiano habían señalado una situación de fragilidad. Esta crisis se produce después de otras muchas que tendrían que haber puesto en guardia a accionistas y acreedores sobre el riesgo de su inversión».

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