El mueble español consolida una robusta recuperación gracias a las exportaciones

La facturación del sector sigue lejos del periodo precrisis, pero acumula tres ejercicios consecutivos al alza

María José Pérez-Barco

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Muebles españoles hay hasta en Costa de Marfil, Ghana, Camerún, Nigeria, Angola, Guinea Ecuatorial, Azerbaiyán, Georgia, Emiratos Árabes y Corea del Sur. Son los nuevos mercados en los que estos productos se abren camino. La exportación ha sido el balón de oxígeno que ha logrado mantener latente, y a duras penas, el sector del mueble mientras la crisis azotaba con fuerza. La debacle económica «se llevó por delante a más de 4.000 fabricantes, con sus maquinarias, instalaciones, naves... Eran empresas generadoras de empleo. Por no hablar de la industria auxiliar: talleres que estaban a su servicio, barnizadores, embaladores.... De eso, no tenemos datos», cuenta Amparo Bertomeu, directora de Anieme, la Asociación Nacional de Exportadores del Mueble de España.

Los malos tiempos parecen que ya se van. Y el sector del mueble vuelve a renacer. Ahora incluso bajo un concepto más innovador y ambicioso. Se llama hábitat. Y es un macrosector donde tienen cabida miles de empresas y toda una gran industria que giran en torno al mueble, a la iluminación, a la decoración, al textil, al hogar... Proveedores, fabricantes, distribuidores, comercios, equipamiento doméstico, plataformas online, arquitectos, interioristas, diseñadores... forman parte de esta mastodóntica área económica que va levantando cabeza.

Según datos del Observatorio Español del Mercado del Mueble-Aidimme, en 2016 la facturación de la producción mobiliaria llegó a 4.227 millones de euros, un 5,9% más que en 2015, y por encima del 3,6% del PIB interanual registrado en 2016. Ya van tres años consecutivos de crecimiento. Aún así, lejanos quedan los 7.274 millones de euros de 2008.

Tras una década de ajustes, el empleo creció también en este sector: un 3,6% en 2016 (con 59.275 trabajadores). Aunque hay menos empresas: de 7.144 en 2015 a 6.895 al año siguiente. Cuando comenzó la crisis, existían 12.968 corporaciones dedicadas a la fabricación de estos productos y 100.168 empleados. Se trata sobre todo de microempresas (75,1%) y pymes (22,1%), que reúnen el 54% de los ingresos de explotación. Las medianas empresas apenas alcanzan un 2,4% y las grandes un 0,4%, y tienen en sus manos el resto del pastel.

El 62% de las empresas que fabrican muebles ya exportan

A la vez, las exportaciones que fueron una válvula de escape para muchas empresas durante la crisis, también aumentaron y han tirado de la producción desde 2010. La venta de muebles a otros países se incrementó un 8,47% en 2016 hasta los 1.847 millones de euros y supusieron algo más del 43% del total de la producción española, siendo el mercado europeo el primer destino. Por este orden, Francia, Portugal, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos son nuestros principales compradores. Ya exporta el 62% de las empresas españolas que fabrican muebles y el 94,7% de ellas los producen íntegramente en territorio español.

Aún con datos tan positivos la directora de Anieme es cauta. «No están creciendo las ventas del mercado nacional —afirma—. Está creciendo la facturación porque se destina mayor parte de la producción a la exportación». Sin embargo, algo en el mercado se mueve. «Poco a poco se va dando una recuperación pero no hemos llegado a los niveles de 2007», comenta Ligia Rodrigo, secretaria general de Comerç Moble, la Asociación de Comercios del Mueble de la Comunidad Valenciana, la región referente en este ámbito, con mayor tradición y actividad. Y así lo corrobora Vicente Sales, analista de mercados y estrategia de Aidimme (el Instituto Tecnológico Metalmecánico, Mueble, Madera, Embalaje y Afines): «El entorno macroeconómico —dice— y de mercado favorable, con la recuperación de la demanda de los hogares y la mejora del sector de la construcción y la compra-venta de viviendas» están contribuyendo a la recuperación.

Calidad a buen precio

Los muebles españoles tienen mucha calidad y buenos precios. Aunque lo que más les diferencia es su alto nivel de creatividad y diseño. «Se venden en todo el mundo y su calidad es reconocida por todas las marcas y fabricantes. Necesitamos crecer con nuestros clientes, servirles allí donde están y además protegernos frente al riesgo que supondría tener solo actividad en un país», explica Ignacio Ruiz, director general de Foldeco. De ahí que el futuro del sector pase por exportar.

De ello es muy consciente la directora de Anieme. «Cada año tratamos de abrir nuevos mercados (Ghana, Nigeria, Costa de Marfil...) —dice— y consolidar los existentes (avanzamos en Estados Unidos y México). De esta forma intentas compensar. No todos los mercados van a caer a la vez: si cae uno hay otros que van bien. Ahora nos ha fallado Rusia: la devaluación del rublo ha sido brutal, las tensiones geopolíticas y los cambios en el gusto del consumidor».

Francia, Portugal y Alemania son los principales destinos de nuestras exportaciones

En el sector del hábitat no solo cabe el hecho de vestir una casa. Muebles de oficina, soluciones integrales para empresas, instituciones... Hasta el turismo puede dar un gran impulso al sector, como señala Bertomeu. «En los hoteles hay que reponer muebles. Por ejemplo, cada cinco años cambian los colchones. Las posibilidades de renovar mobiliario son muy altas en zonas con frecuentes desastres naturales como el Caribe», explica.

No obstante, el sector del hábitat, muy industrializado, tiene muchos retos por delante. Debe ganar también competitividad, a través de la innovación y digitalización. «El mueble es una industria tradicional por lo que estamos tan solo en una etapa muy inicial para afrontar estos retos», asegura el analista Sales, que señala algunas de las metas: digitalizar los procesos internos de las empresas (la industria 4.0); innovar los canales de venta para adaptarlos a la omnicanalidad y el diseño de los productos para que sean cada vez más «intervenibles» por los consumidores.

Porque las reglas del juego también están cambiado en el hábitat, como en muchos otros sectores. Internet, las nuevas tecnologías, las redes sociales... tienen mucho que ver. El consumidor es más imprevisible, exigente, requiere inmediatez, calidad y transparencia en el precio. La omnicanalidad también debe llegar al comercio del mueble, aunque la venta online de estos productos todavía se encuentra en sus inicios. Transportar productos de gran tamaño y peso a bajo precio no resulta fácil. Y eso que «de cada cinco consumidores que buscan muebles, cuatro miran antes en internet para informarse», afirma Ligia Rodrigo.

«El cliente se ha diversificado mucho —continúa— y el mueble no es un producto fácil de vender online. Nuestra principal característica es que somos un servicio personalizado. El cliente quiere que le tomes medidas, que salves una viga para colocar el armario, que le informes de tendencias y colores, que le montes los muebles, se los lleves a casa.. . Por eso el futuro es dar un servicio muy especializado y personalizado en la tienda física, donde hay profesionales que ayudan y asesoran. Y compartirlo con el escaparate online. La mayoría de las tiendas de muebles tienen web, pero hay que dar un paso más: incorporar programas de diseño, un servicio de atención telefónica para asesorar y después que el consumidor venga a la tienda a ver y tocar».

Tras una década de ajustes, el empleo creció un 3,6% en 2016 llegando casi a los 60.000 trabajadores

Desde luego, el mueble lleva impresas en su ADN una serie de características que le hacen un producto único y más difícil de salir adelante: no es un producto de primera necesidad, tampoco perecedero, y «necesitamos mucha logística, espacios y superficies muy grandes para exponer, además es necesario saber decorar muy bien para dar emoción... Ese servicio logístico encarece mucho el producto. Por ejemplo, un mueble que llegue a cualquier destino europeo ese encarece un 10% por el transporte», explica Bertomeu.

Mientras, otros modelos de negocio emergentes miran hacia el sector del mueble como un mercado más para explotar, cuenta Sales. «Su impacto es todavía irreconocible —añade—, pero no se puede despreciar su potencial para cambiar los hábitos de compra y las preferencias de la demanda. Son actores como empresas de economía colaborativa y plataformas de venta o de prescripción online. Otros modelos ofrecen al usuario la posibilidad de interactuar con el producto antes de comprarlo (diseñarlo desde casa, por ejemplo), pero son negocios todavía poco desarrollados», que el futuro traerá consigo. Por ahora, los tres años consecutivos de crecimiento auguran un buen panorama para el hábitat, eso sí sin perder de vista su reto tecnológica y de internacionalización.

Crece el canal contract

Dentro del hábitat hay un sector que siempre ha existido pero adquiere cada año más relevancia: el contract, es decir el equipamientos muy específicos para hoteles, empresas, negocios, oficinas, instituciones... Incluye mobiliario, iluminación, tejidos, azulejos, revestimentos cerámicos, piedra, madera y decoración en general... Arquitectos, diseñadores de interior y decoradores se encargan de llevar a cabo estos proyectos integrales que tiene un alto nivel de disñeo y que tienen en cuenta otras variables: el sector al que se dedica el cliente, sus estrategias, su posición, perspectivas, etcétera.

Según el Observatorio Español del Mercado del Mueble-Aidimme, el canal contract ha duplicado su impacto en le mercado desde 2013 al pasar de 7,61% al 14% en ventas, reafirmando su creciente importancia.

Otros subsectores que también incrementaron su facturación durante 2016 fueron: baño y cocina que crecieron un 10,2 y 7,2% respectivamente; el mueble tapizado con un incremento del 4,5%, oficina con un 1,9%, y el resto de mobiliario con un 6,5%.

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