Megalópolis, la tecnología para las ciudades sin límites

Edificación vertical, agricultura urbana, islas flotantes, hogares transformables, máxima conectividad... Si la apuesta institucional acompaña, la innovación tiene respuestas al fenómeno imparable de las superurbes

El ritmo de crecimiento de las ciudades llama al encuentro de soluciones innovadoras

Alexia Columba Jerez

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Hablar de megaurbes supone enfrentarse a ciudades que padecen de gigantismo y siguen ampliando sus ambiciones a medida que la población y la esperanza de vida se incrementa. Y en esta carrera se hace imperativo encontrar soluciones innovadoras frente a problemas que tienen como factor común la densidad de una población que ve en las ciudades una tierra de oportunidades, pero cuyos márgenes se desbordan , mientras los residuos se acumulan, el consumo de energía aumenta y la sostenibilidad queda a la espera.

Se consideran megaciudades a las concentraciones urbanas con más de diez millones de habitantes, fenómenos desiguales en los que se combinan las ‘smart cities’ con las ‘slums’ o ‘villas miseria’ , imanes de tecnología y contaminación respectivamente. Dos caras de una misma moneda que obligan a repensar el urbanismo para dar respuestas a una megatendencia que no parece encontrar techo.

Las megaciudades en el mundo

Con más de 10 millones de habitantes. Datos de julio de 2018

Cifras en millones

La ONU considera las ciudades con sus áreas metropolitanas y urbanas, salvo en algunos casos como Yakarta o Seúl

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Fuente: ONU / ABC

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Con más de 10 millones de habitantes

Datos de julio de 2018

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La ONU considera las ciudades con sus áreas metropolitanas y urbanas, salvo en algunos casos como Yakarta o Seúl

Fuente: ONU / ABC

El 55% de las personas en el mundo (4.300 millones) vive en ciudades, según Naciones Unidas, y su previsión es que ese porcentaje aumente hasta el 68% en 2050 . En 2018 había en el mundo 33 áreas metropolitanas que sumaban al menos 10 millones de personas. Representa ya nada menos que el 13% de la población urbana mundial. En 1990 solo existían 10 de estas ‘megaciudades’, que sumaban el 7%. Y donde se está registrando un desarrollo vertiginoso de estas megalópolis es en África y Asia (en muchos casos en países en desarrollo, con especial dificultad para conseguir planteamientos equilibrados). Estos gigantes urbanos traen consigo una enorme demanda de servicios y desafíos de todo tipo (dificultades para la movilidad, impacto medioambiental, de gestión pública, la cronificación de zonas de infraviviendas...).

Para Jordi Serra del Pino, prospectivista y subdirector del , «lo que es innegable es que vamos a ser más y hay que investigar para que el crecimiento de las ciudades genere estructuras que mantengan la dignidad de los individuos. Las ‘smart cities’ se han llevado el protagonismo, pero se puede ir más allá. Hay que ser ecléctico en las propuestas ». Y conseguir que la apuestas institucionales sean decididas.

Ideas conectadas

Desde el proyecto `Ciudades del futuro´ de Fundación Telefónica matizan que «muchas de las reformas que afectan a las ciudades se relacionan con la gobernanza, la regulación, la capacidad institucional, así como a la participación ciudadana para garantizar una transformación de abajo-arriba ». Especialmente cuando los desafíos son la polarización del crecimiento económico y la desigualdad, el aumento de las emisiones de CO2, la disminución de los presupuestos públicos en momentos de crisis como el actual y la movilidad eficiente.

Cándido Pérez, socio responsable de Infraestructuras, Transporte, Gobierno y Sanidad de KPMG en España apunta que « hablar del funcionamiento de una ciudad supone hacerlo de todo un ecosistema empresarial, y también las escuelas de negocios y las universidades, ya que en ellas está concentrando el conocimiento especializado y de alto valor añadido. Eso implica también a los facilitadores y palancas de datos abiertos, un entorno de ciberseguridad, y un estructura que permita la colaboración entre el sector público-privado».

De ahí que Sergio Hernández, delegado de Siemens Smart Infraestructure para Cataluña y KAM de la ciudad de Barcelona , afirme que «integrar las soluciones tecnológicas relacionadas con el 5G o la sensorización no es tanto un problema tecnológico como un problema administrativo . Se siguen viendo las ciudades como nichos de mercado que no se comunican entre sí, en lugar de tener una visión más transversal que atienda a las necesidades de los ciudadanos».

El Monster Building es un grupo de cinco edificios conectados en Hong Kong

Unas demandas acuciantes que tienen que ver con lo que revelaba un estudio publicado en ‘Frontiers in Sustainable Cities’, que revelaba que las 50 ciudades más pobladas del mundo emiten en su conjunto 2.600 megatoneladas del CO2 al año , más de la mitad del total global. El impacto del Covid podría marcar un cambio de tendencia. Leticia Izquierdo, investigadora del MIT Media Lab en el grupo City Science , detalla que el coronavirus ha transformado la forma que vivimos o trabajamos que ha supuesto renombrar los espacios y valorar tener servicios más a mano. Todo ello ha acelerado la necesidad de encontrar soluciones locales. «Con las ‘smart cities’ piensas rápidamente en datos para conocer cómo se mueve la gente, pero en otras megaurbes esos datos no existen y supone trabajar con esas comunidades de manera más local y personal », comenta Izquierdo.

Para Serra del Pino, la ratio coste-beneficio para el bienestar es fundamental , de modo que las soluciones pasan por planteamientos como el desarrollo de un transporte público inteligente, utilizar tecnologías ecoeficientes, instalar techos verdes para almacenar el agua de lluvia...Otra vía de futuro es fomentar la agricultura de ciudad , aplicando los principios de la permacultura. Y también la agricultura vertical, indica este experto.

Muchas son las actuaciones concretas que ya están sobre la mesa, «Hay archipiélagos urbanos que son ciudades conectadas, pero no como un continuo urbano, sino mezcladas con zonas verdes y de cultivo, o incluso zonas naturales. También hay megaurbes que se hunden, y el desarrollo de islas artificiales es una alternativa para ellas. Singapur , por ejemplo, se ha convertido en un consumidor de arena porque está intentando hacer crecer su territorio, y han estado haciéndose con arena de las playas de todo el sudeste asiático de una manera voraz. Así están ganando terreno», explica Serra del Pino.

Singapur, el país donde la innovación tecnológica está en efervescencia safdiearchitects.com

El espacio es limitado y la población no para de crecer. Una ecuación que obliga a planificar en vertical, como en el caso de Hong Kong. Es una manera de evitar que las ciudades se conviertan en depredadores de territorio , indica Serra del Pino. En los casos en los que no se puede ganar terreno al mar, se están planeando grandes rascacielos verticales interconectados entre sí, que producirán su propia energía. De hecho, un estudio de la Universidad de Columbia revela que para 2050 se construirán unos 41.000 rascacielos. Serra del Pino va más allá y habla incluso de arquitectura subterránea , ciudades sumergidas (con materiales que evitan que entre el agua, pero no el oxígeno) y de ciudades en órbita.

Pero el futuro de las grandes urbes también pasa por los nuevos materiales. En Londres y Washington, la startup británica Pavegen ya prueba paneles en el suelo que generan energía con el paso de las personas. Y en Barcelona se han hecho experimentos testando el uso de celulosa mezclada con otros materiales para obtener un nuevo material tan duro como el acero que captura el carbono de ciudades hiperpobladas. Y en el caso del MIT Media Lab se habla de sensores biológicos.

Sueño y pesadilla urbanística

Neom es un proyecto personal del príncipe heredero de Arabia Saudí y cuesta 500.000 millones de dólares thegreatmiddleeast

Un proyecto futurista es Neom, en Arabia Saudí , que tiene dos vertientes. Por un lado, conciben Oxagon , una ciudad industrial flotante, pensada como un hub de innovación, para la que trabajan con nuevos materiales e IA. Y la ciudad propiamente dicha se llamará The Line , una recta de 170 km. de largo. «Una ciudad sin calles, porque la parte visible será como un continuo urbano. Y las comunicaciones irán por debajo», explica Serra del Pino. Aplicarán principios de isocronía por el que todos los servicios esenciales estén a una mínima distancia andando. En el otro extremo, como modelo a evitar . está el ejemplo de una megaurbe de pesadilla demolida en los noventa, la ciudad de Kowloon (China), llamada ‘Ciudad de la Oscuridad’. Una urbe asfixiante con más de 1,25 millones de habitantes por km2. Llegó a tener 50.000 habitantes, todos ellos concentrados en de 2,6 hectáreas.

Exteriores de Kowloon

Cambio sobre ruedas

Precisamente debido a la concentración de población, otro de los vértices a abordar en las megaurbes es la movilidad . En este sector también España ha aportado su grano de arena. Es el caso de Ferrovial, que ha desarrollado Aivia , una iniciativa que está en fase inicial de carreteras inteligentes 5G . Un proyecto, al que ya se han unido empresas como Telefónica, Microsoft, 3M Corporation, Capgemini o Kapsch TrafficCom. La idea es una autopista con una gestión del tráfico completamente orquestada, con carriles virtuales de emergencia y sensorización para control del tráfico. También ha hecho una apuesta ambiciosa la empresa FCC, con un megacontrato de ingeniería para construir en Riad el mayor metro automático del mundo.

Proyecto del metro de Riad FCC

Los vehículos eléctricos, el ‘car-sharing’ y la intermodalidad representan la movilidad urbana del futuro, en un contexto en el que el 5G permitirá conectar todos los elementos de la circulación. Una solución más drástica ha sido la de Corea del Sur, en Songdo , la primera ciudad inteligente donde la principal estrategia ha sido la eliminación del uso de coches . Una opción sin atajos frente a la capital hipercongestionada de Seúl.

Ganar un milímetro

En la idea de maximizar el uso del espacio habitacional se mueve la empresa española de Hasier Larrea, ingeniero fundador de la startup de muebles robotizados Ori . Antiguo alumno del MIT Media Lab, Larrea afirma que «desde esta institución hemos defendido durante años que los espacios urbanos son demasiados valiosos para ser estáticos. Para lograr un cambio necesitas de algún tipo de superpoder, que en nuestro caso es el mundo de la robótica» . Su propuesta es una combinación de mecánica, electrónica y software que se integran a los muebles y las paredes de una casa para hacer un hogar transformable, y no una caja de zapatos. Una idea que aplica en EE.UU. y Canadá y que está presente en 30 ciudades.«El mundo se va a urbanizar y los espacios se van a hacer más pequeños, y soluciones como las de ONI serán una necesidad universal », afirma Larrea.

Ese requerimiento de terreno es algo que ya sufre Nueva York. Tiene que reconfigurar 837 kilómetros de costa porque el nivel del mar podría subir 53 cm. para 2100 y los cambio sclimáticos ya están dejando entrever los primeros problemas. Un caso más preocupante es el de la megaurbe de Lagos, en Nigeria , con 24 millones de habitantes. Es una ciudad que se hunde y la arquitectura flotante planteó una ‘Venecia de África’, Makoko: una favela construida sobre pilotes que las tormetas terminaron destruyendo.

Un proyecto sostenible es Oceanix City, propuesto por la ONU . Se trata de una ciudad flotante asequible para todos los bolsillos. Una idea que pone en el centro al ciudadano porque la única opción para estas ciudades mastodónticas es concentrar capital creativo con iniciativas sostenibles que aborden el cuadro completo y no solo una parte. Es la única estrategia viable para construir futurópolis habitables.

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