Un Ibex 35 cada vez menos español

Casi el 70% de su beneficio antes de impuestos y el 63,45% de su tributación sobre las ganancias ya están en el extranjero

Los expertos destacan que diversificar los mercados hace a las empresas más rentables y robustas frente a crisis económicas

Daniel Caballero

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España se le queda pequeña; tanto la llena como la vacía -o vaciada-. Sus 47 millones de personas, sus más de 500.000 kilómetros cuadrados, sus 8.100 municipios, no son suficiente. Echa la mirada al cielo y lo ve tan infinito que España se le queda pequeña; no porque realmente lo sea, sino porque su ambición rompe los límites. Es el Ibex 35 , ese compendio de multinacionales cada vez más globales y menos arraigadas a la España que alumbró su éxito. Nunca antes fue tan cierto aquello de «ancha es Castilla»; aunque el selectivo español cada vez tiene más de inter y menos de nacional.

Son 35 sociedades; banca, infraestructuras, tecnología, energía... 35 empresas «marca España» cuya actividad nacional cada vez está más diluida fuera de nuestras fronteras. En 2018, el 69,39% de su beneficio antes de impuestos procedía del extranjero y ya pagan un 63,45% de los impuestos sobre las ganancias en otros países, según datos recopilados de sus cuentas anuales. Una correlación lógica esta por abonar los tributos allá donde se generan.

Del selectivo nacional, hay un conjunto de compañías que destaca por encima del resto. Banco Santander, BBVA, Telefónica, IAG, Repsol e Iberdrola engordan especialmente el beneficio fuera con un mínimo todas ellas de 2.500 millones de euros generados. La palma se la lleva la entidad presidida por Ana Patricia Botín, con 14.190 millones de beneficio procedente del extranjero; la realidad es que casi 8.000 millones de esa cantidad proceden de Latinoamérica. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con Telefónica o BBVA, ambas muy presentes en esa parte del mundo. La cabra tira al monte, que dicen. «Conocemos a la perfección el mercado latinoamericano y también el europeo. Es razonable establecerse ahí», explica José Ramón Pin Arboledas, profesor del IESE Business School. Como ejemplo de éxito pone la manera en que BBVA desembarcó en México -hoy día su principal mercado con 3.241 millones de beneficio antes de impuestos-, y lo contrapone a cuando se lanzaron a Turquía, con más riesgos que oportunidades por ser una zona desconocida para los españoles. Sin embargo, sus cuentas de 2018 dicen que en Turquía -su tercer mercado- lograron un beneficio antes de impuestos de 1.225 millones.

«La globalización cada vez es más patente. Muchas empresas tienen la obligación de buscar mercados más eficientes y que les reporten más beneficios. Aun así, la diversificación de mercados debe ser prudente; las empresas buscan lugares en los que sus productos sean más competitivos , pero siempre hay riesgos. Es necesario crecer, pero no de cualquier manera. Hay que consolidar los mercados en los que ya estás antes de buscar fuera», dice Daniel Pérez, profesor y director del Área de Finanzas de ESIC Business & Marketing School Barcelona.

Los mercados de Latinoamérica y Europa son los tradicionales destinos de las grandes compañías nacionales; y el Ibex no es una excepción. Sin embargo, empiezan a surgir otros emplazamientos en los que establecerse: Estados Unidos cobra cada vez más protagonismo, al igual que Asia. «El futuro se dirime en los sectores de alta tecnología, de datos... El paradigma está cambiando y habrá que poner el foco en los mercados que generen mayor valor añadido, como Estados Unidos en el caso tecnológico. El modelo empresarial está en transición desde lo tradicional hacia la tecnología; el mercado se mueve, y ahora el mercado es el mundo. Hay que crear un clima atractivo para salir al exterior», defiende Pérez.

Ventajas de la globalización

La internacionalización -según los expertos consultados- es siempre positiva; tener casi un 70% del beneficio antes de impuestos fuera de España no implica necesariamente que el Ibex ya no sea español. «El tema de hablar de la nacionalidad de las empresas... Creo que no dejas de ser española por tener en tu accionariado a fondos de inversión extranjeros. Ahora las empresas son mundiales, pero el Ibex sigue teniendo ADN español », señala el experto de ESIC Barcelona.

Pin Arboledas, del IESE, asegura que esta globalización ayuda al selectivo nacional a «estabilizar los resultados». Es decir, que si una empresa concentra todo su negocio en un mercado, en cuanto ese mercado sufra, la compañía lo hará en la misma medida; en cambio, si va repartiendo la facturación por países, es más sencillo soportar el impacto de una crisis local. Lo insalvable, en todo caso, ocurre cuando nos asola una época de recesión mundial, como la vivida en esta última década. Como inconveniente, Pin Arboledas hace hincapié en que, de tanto negocio que se tiene en el extranjero, existe la posibilidad de que la sede central sea trasladada fuera. No es habitual, pero los expertos advierten de ello (Grifols, por ejemplo, ya solo paga 1,8 millones en España tras trasladar el 75% de la gestión de su negocio a Irlanda).

Antonio Hernández, socio responsable de Internacionalización y Brexit de KPMG España, detalla que salir al exterior son todo ventajas para las empresas. De hecho, hubo un tiempo en que con la demanda interna deprimida, tuvieron que ser las exportaciones las que levantaran el país. Ocurrió durante lo peor de la crisis. «Esto se enmarca dentro de un cambio estructural de la economía española: la internacionalización ha dejado de ser un elemento contracíclico/reactivo para convertirse en un elemento estructural/proactivo, ajeno a la coyuntura del mercado doméstico. Así lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que en los últimos años se hayan registrado numerosos meses en los que la demanda interna y la demanda externa han crecido simultáneamente, algo sin precedentes en la historia económica de España», asegura.

Entre los pros de que el Ibex dependa cada vez menos de España, Hernández destaca que «las empresas con actividad internacional son más rentables , tienen más capacidad de innovación, generan más y mejor empleo, tienen mayor capacidad de adaptarse a las recesiones económicas, son más longevas...», sin olvidar la mejora en la balanza de pagos. Especialmente en el caso de España, tradicionalmente con necesidad de financiación -salvo en la actualidad, aunque la tendencia empieza a invertirse de nuevo-.

Capital extranjero

Unido a las cifras que arrojan sus cuentas de 2018, el Ibex 35 no es precisamente un selectivo con rotunda mayoría de capital español. Es más, las tornas están bastante igualadas. Un informe de BME señala que, en 2017 -último ejercicio con datos-, el 46% de las acciones de la Bolsa -todas las cotizadas, no solo el Ibex- estaban en manos de extranjeros. Esto supone tres puntos más que un año antes y 16 puntos más respecto a 1992. Mientras tanto, en las no cotizadas la estadística se queda en el 23% .

Asimismo, del total de acciones de la Bolsa española, el 8% está en manos de fondos de inversión internacionales. BlackRock, la mayor gestora del mundo, es el principal accionista del selectivo nacional. Al mismo tiempo, el capital en manos de familias se ha reducido 15,4 puntos porcentuales desde 1998 hasta el 19,7% en 2017. Mínimo histórico, frente al máximo del capital extranjero. «Las compañías cotizadas en la Bolsa española son un buen ejemplo de la confianza y el interés de inversores de todo el mundo por nuestra economía, que muestra, simultáneamente, un entramado financiero consolidado y creciente que afronta algunas debilidades persistentes tal como se ve en algunos recientes trabajos publicados», dice el informe de BME. Y prosigue: «Las acciones de compañías españolas cotizadas que forman parte del Ibex 35 están presentes en las carteras de más de 8.700 fondos mundiales».

Desde 1992, el accionariado extranjero en la Bolsa española ha pasado de un 30% entonces al 46% actual, con tendencia ascendente

Latinoamérica es un mercado fundamental; Banco Santander, por ejemplo, registró allí casi 8.000 millones de beneficio antes de impuestos en 2018

Habrá quien pueda pensar que favorecer tanto la entrada de extranjeros puede suponer perder el control de nuestras empresas, con parte de razón; y otros que hay que fomentarlo incluso más que en la actualidad. Es el caso de Pin Arboledas, del IESE: «Los fondos internacionales, al estar en los consejos de administración , condicionan al Ibex 35 más que el capital español, que siempre ha sido pasivo. Debería haber mucha más gente extranjera en esos consejos porque ésta procede de donde se hace negocio en el exterior y tiene una sensibilidad sobre esos países diferente a cuando tú analizas un territorio desde lejos; una de las cosas que deberían hacer los consejos es aumentar el volumen de extranjeros porque su negocio está en el extranjero».

Efecto escaparate y arrastre

Dinero llama a dinero. O eso cuentan los expertos. Igual que exportar... llama a otros a hacerlo. Hernández, de KPMG, señala que la internacionalización del Ibex tiene un doble efecto: por un lado, «efecto escaparate, en la medida en que muchas empresas aspiran a conseguir el liderazgo internacional que tienen grandes compañías de su sector; y, por otra parte, un efecto arrastre, pues los movimientos internacionales de las grandes cotizadas pueden implicar que otras empresas españolas con las que colaboran en España les acompañen en su aventura internacional». Todo ventajas, al parecer.

La tendencia sigue al alza. El Ibex busca beneficio, y no importa que sea en España o fuera de ella. Eso es lo de menos; y muestra de ello dan sus últimas cuentas. Latinoamérica, Europa, Estados Unidos, cada vez más Asia... un cúmulo de regiones en las que el selectivo nacional deposita sus esperanzas. Son multinacionales, y España se les queda pequeña.

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