El BCE vuelve a preocuparse por la conexión entre los bancos y la deuda

El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) habla de la necesidad de aplicar «disciplina fiscal » en Europa

ROSALÍA SÁNCHEZ

La crisis de la deuda parecía haber desaparecido de la agenda de los foros financieros como una prueba superada, pero fue un espejismo. En la inauguración la conferencia bancaria Euro Finance Week, esta mañana en Frakfurt, la sostenibilidad de la deuda vuelve a estar en el orden del día y se sitúa además como una de las principales preocupaciones para el sector , según ha reconocido el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, que advertí que en Europa han vuelto a surgir “preocupaciones por la sostenibilidad de la deuda”, “tanto en el sector público y privado” y que añadía a esas preocupaciones las concretas sobre el caso italiano, “el caso más prominente en este momento".

En el congreso sobre banca, Guindos ha señalado que Italia tiene un elevado nivel de deuda y ha creado tensiones políticas por los planes presupuestarios del Gobierno Italiano. "Las fuertes reacciones del mercado a los acontecimientos políticos han creado nuevas preocupaciones sobre la conexión entre los bancos y la deuda soberana en partes de Europa", ha dicho, en referencia la perversa interrelación todavía vigente, a pesar de las reformas, entre riesgo soberano y riesgo financiero, si que al parecer haya sido posible establecer los cortafuegos capaces de mantener aislados los peligros de este binomio.

En esta reunión en Frankfur hay un gran consenso en torno a que, seis años después de que las tensiones estuvieran a punto de desgarrar la eurozona por la quiebra de su sector financiero, las incertidumbres despertadas por la situación política italiana evidencia que entre Estados y bancos los problemas siguen circulando. El riesgo de que el país se encamine hacia la ruptura con Europa ha hecho estragos sobre la cotización bursátil y la deuda de los bancos trasalpinos. “El sector sufre mucho cuando se dispara el riesgo soberano. Y no veo que eso vaya a cambiar en el corto plazo”, ha admitido Francesco Giordano, jefe de operaciones de UniCredit, que asiente al ser preguntado por el hecho de que, “cuando las tormentas financieras se desatan en la eurozona, apenas existen cortafuegos que puedan frenar la tensión”. Al fin y al cabo, las entidades financieras no pueden diversificar el riesgo que representa el volumen de su exposición con el sector público de su propio país, ya sea esta exposición materializada en la forma de préstamos a las AAPP, o bien se concrete mediante la tenencia de títulos de deuda pública que dichas AAPP emiten en los mercados primarios.

Los bancos españoles, por ejemplo, tienen unos 170.000 millones de deuda pública nacional en sus balances. Se han hecho importantes esfuerzos en Europa para limitar los riesgos de la banca y reforzar sus balances, pero su exposición a la deuda soberana les sigue haciendo sensibles al denominado riesgo país, al igual que ocurre en mayor o menor medida en el resto de países de la UE. Con los test de estrés en la mano y según se desprende de las primeras intervenciones en la conferencia, la banca española permanece en la banda discreta del riesgo. Los bancos británicos figuran entre los peores, el gigante Deutsche Bank, menos tocado de lo previsto, aunque otros alemanes flojean. Y los que sin dudas más preocupan son los italianos, por el alto nivel de créditos de dudoso cobro y ficticios, que superan los 200.000 millones de euros. Los expertos apunan a la alta concentración de bonos públicos en sus balances. De los 2,6 billones de deuda gubernamental italiana, las principales entidades ostentan más de 143.000 millones, con un enorme porcentaje del total de la deuda acumulado en su cartera. BPM tiene el 90% de su portafolio de deuda en bonos italianos; UBI, un 78%; Mediobanca, el 61%; Finecobank, el 56%; Intesa, el 50,9%, y Unicredit, el 46%, según datos de la EBA manejados en Frankfurt. Por eso las entidades son muy sensibles a las tormentas de los mercados financieros y están indefensas ante la caída de credibilidad de la política económica del país que emitió esos bonos.

Por medio de esta exposición, el sector bancario está acusando sin nombrarlas a las autoridades de la UE, que a diferencia delo ocurrido con Grecia, dispensan a Italia un trato carente de ultimátum y sanciones, confiadas en que los avisos de los mercados financieros sean suficientes para hacer cambiar de rumbo a un gobierno que no parece desde luego estar pensando en ello. Las agencias de rating rebajan perspectivas, sin modificar calificaciones, manteniendo una presión de bajo perfil mientras se sigue tensando la cadena entre la desmesurada deuda italiana y la vulnerabilidad de la banca en ese país. Los expertos advierten, además, que la crisis se produce en coincidencia con el proceso Brexit, suficientemente desestabilizador por sí mismo, y en medio del relevo de Angela Merkel, elemento integrador y estabilizador durante los peores momentos de la crisis de la deuda, sin que haya surgido una figura política de recambio comparable en peso europeo, capaz de mantener cohesionada la unión ante la tormenta por venir.

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