Ocho años de cárcel para el expresidente de Pescanova

Son hechos probados. Manuel Fernández de Sousa-Faro , a la vista de los problemas de liquidez que tenía Pescanova, la empresa fundada por su padre y su tío, «ideó una serie de mecanismos» con los que «aparentar una relación comercial , en realidad inexistente», mediante la cual la multinacional pudo «seguir obteniendo financiación bancaria y ostentar frente al resto de los socios y terceros interesados en invertir una situación económica y financiera positiva, muy distinta a la publicada oficialmente».

La sentencia de la Audiencia Nacional conocida ayer condena al expresidente de Pescanova a seis años de cárcel por los delitos de falsedad en documento mercantil, estafa agravada, falseamiento de cuentas anuales, falseamiento de información económica y financiera por su gestión al frente de la compañía, que quebró y fue rescatada por la banca acreedora, llevándose por delante los ahorros de cientos de pequeños inversores. Además, la Audiencia lo sentencia a dos años más de prisión y otro para su mujer por alzamiento de bienes, al intentar desviar 4 millones de euros a una cunta en Hong Kong y evitar así posibles responsabilidades patrimoniales.

El fallo de la Audiencia condena igualmente a otros once exmiembros de la cúpula de la vieja Pescanova, con penas menores que oscilan entre los seis meses y los tres años y medio que se le han impuesto a Santiago Sañé , el auditor de la firma BDO que entre 2009 y 2012 firmaba los informes de la contabilidad, avalando «sin salvedades, cuantas operaciones llevó a cabo» la matriz de Pescanova «vulnerando las normas de la contabilidad y permitiendo dar una imagen de su situación económica y financiera» que nada tenía que ver con la realidad. BDO ha anunciado que recurrirá la sentencia. La auditora está condenada, junto a otros diez, a responder solidariamente ante los accionistas perjudicados por una cuantía superior a los 180 millones de euros.

El catálogo de prácticas fraudulentas en que incurrió Fernández de Sousa para maquillar las cuentas de su compañía -en connivencia con los responsables de los departamentos de contabilidad, administración y financiero- , y que a la larga llevaron a su quiebra, queda recogido en la sentencia. Estas «relaciones comerciales ficticias» iban desde la utilización de filiales en el extranjero «utilizadas para la financiación de la matriz» a la creación de una red de «14 sociedades mercantiles con las que también aparentaban una fluida relación comercial, en realidad inexistente».

Además, se utilizaba «nombres y datos de antiguos clientes o de sociedades con las que nunca habían tenido relación comercial» para solicitar financiación bancaria a través de líneas de factoring o póliza de descuento. Por último, y en el plano de la contabilidad, se excluía de la misma a sociedade filiales altamente endeudadas, y ocultando incluso «deudas financieras o derivadas del negocio». Ninguna de estas circunstancia se plasmaba en las cuentas de Pescanova, afirman los magistrados, para poder seguir accediendo al crédito bancario y a inversores , «confiados en los buenos datos económicos publicados».

Valga un ejemplo. En las cuentas de 2012 de todo el Grupo Pescanova, la compañía arrojó una deuda financiera de 1.034 millones de euros, un patrmonio positivo de 653 millones y un resultado en el ejercicio de 36,6 millones de euros a su favor. Todo falso. La administración concursal reveló una deuda tres veces superior , un patrimonio negativo de casi 1.500 millones de euros y un resultado real de casi 800 millones de euros en pérdidas. Las cuentas llevaban la firma del auditor de BDO condenado.