El presidente del BCE, Mario Draghi
El presidente del BCE, Mario Draghi - REUTERS

El BCE debate sobre el «helicóptero de dinero»

La idea consiste en que, en lugar de inyectar dinero en el mercado a través de la compra de bonos, los bancos centrales lo distribuyan a ciudadanos o al Estado directamente

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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Ya tenemos la primera pista sobre lo que puede esperarse de la próxima reunión de política monetaria del Consejo del BCE, que se celebrará el próximo 21 de abril. Uno de los miembros del Consejo, Benoit Coeure, ha declarado al semanario Politico que el Banco Central Europeo no llevará las tasas de interés a territorio negativo «absurdamente», dando a entender que el dinero al 0% ya es lo suficientemente barato. Al menos por ahora. Pero Coeure ha explicado además que los tipos negativos no son el principal instrumento del banco. «Simplemente apoyan nuestra política global», ha argumentado, «nunca podemos descartar más medidas».

¿Qué otras medidas?, cabe preguntar tras el despliegue del mes de marzo. Y la otra medida que suena insistentemente en el run run de Frankfurt es la del denominado «helicóptero de dinero».

La idea consiste en que, en lugar de inyectar dinero en el mercado a través de la compra de bonos, los bancos centrales lo distribuyan a ciudadanos o al Estado directamente. El nombre surge de una propuesta hecha en 1969 por el premio Nobel, Milton Friedman, «arrojar dinero desde helicópteros», y el tema fue planteado al presidente del BCE, Mario Draghi, en su última conferencia de prensa. Para sorpresa de los presentes, Draghi no mostró asombro o incomodidad alguna ante la cuestión. Al contrario. Respondió que el Consejo no había discutido «aún» esa medida, pero la calificó como «un concepto muy interesante». Solo cuando percibió cómo abrían los ojos los periodistas, matizó a renglón seguido que el concepto «puede significar muchas cosas».

Peter Praet, economista jefe del BCE, ha reconocido después que ese «instrumento extremo» podía ser aplicado «por cualquier banco central». «La cuestión es cuándo tiene sentido hacerlo», ha precisado. Y ahora Coeure se suma a este diálogo a varias bandas reconociendo que, «como economista», encuentra el asunto «emocionante», pero admitiendo que, «como miembro del Consejo del BCE lo observo con prudencia».

Aunque todos los miembros del Consejo que se refieren públicamente a este asunto subrayan de antemano que no ha sido tratado oficialmente en ese foro, el debate está plenamente abierto. «Si nos implicásemos en esa discusión deberíamos aclara primero muchas preguntas. ¿Cómo funcionaría exactamente en la práctica? ¿Cómo combinaríamos el helicóptero de dinero con el resto de nuestra política monetaria? Y lo más importante: ¿cómo podríamos asegurarnos de que no estamos traspasando la frontera entre política monetaria y política fiscal?», plantea Coeure de entrada para centrar el debate.

«En lugar de seguir pensando en experimentos de política monetaria cada vez más temerarios, sería conveniente poner freno alguna vez», ha frenado en seco, sin embargo, el presidente del Bundesbank alemán, Jens Weidmann, «la política monetaria no es un remedio para todo, no reemplaza las reformas necesarias en cada país ni resuelve los problemas de crecimiento en Europa». Weidmann sostiene que distribuir dinero directamente a los ciudadanos representaría «una decisión de alto contenido político» que debería ser tomada por los Gobiernos y los Parlamentos. «Los bancos centrales no tienen el mandato para hacerlo algo así», advierte, en la línea más conservadora presente en el Consejo. Jonathan Loynes, economista jefe para Europa de Capital Economics, reconoce en esta misma línea que la inyección directa de dinero en la economía «no es una medida probable en el corto plazo», pero, también apunta que «lo que hemos aprendido en los últimos años es que las políticas inimaginables también pueden hacerse realidad». «Poner en marcha el helicóptero del dinero serviría para que el capital llegue directamente a empresas y familias y se gaste, en lugar de quedar atrapado en el sistema bancario, para que el Estado reduzca pasivo, para reducir los impuestos…» imagina, aunque no evita expresar su escepticismo acerca de que llegue a hacerse realidad.

Pero, dado que la medida no pertenece todavía al orden del día del Consejo, cabría pensar que el hecho de que varios de sus miembros se lancen a debatirla en público podría responder a la intención de familiarizar con ella a la opinión pública y a los mercados. Otros analistas apuntan que el debate es un mensaje cifrado del BCE para los bancos, a los que, por cierto, Coeure llama a dejar de quejarse cuanto antes. Aunque las tasas de interés negativas podrían reducir su rentabilidad, «en realidad han incrementado sus márgenes de intereses cuando la tasa de depósito ya estaba en terreno negativo», les dice, y advierte que « deberían sentirse reconfortados por las últimas medidas del BCE».

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