Los berlineses denuncian a sus vecinos si alquilan habitaciones a turistas

Desde mayo se ha puesto a disposición de los vecinos una herramienta informática para denunciar de forma anónima a los propietarios o inquilinos que se lucran en negro del turismo en B

Berlín Actualizado: Guardar
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La frase es del filósofo alemán Hans Magnus Enzensberger: «Como turista, destruye uno lo que busca apenas lo ha encontrado». Y las autoridades de Berlín, ciudad en la que el fenómeno del turismos es reciente y crece en forma de burbuja, hacen todo lo que se les ocurre para intentar evitar que la frase de Enzensberger se cumpla en la capital alemana. Uno de cada once turistas que llegan a la capital, y hemos pasado ya la barrera de diez millones de visitantes al año, no desea hospedarse en un hotel «anónimo», según un estudio de la inmobiliaria GBI, sino en una casa particular donde poder curiosear por los cajones y adentrarse en la vida real de los berlineses.

Tras este deseo prolifera un mercado negro de habitaciones y viviendas que se alquilan por internet y que Hacienda no está dispuesta a permitir, por lo que desde mayo se ha puesto a disposición de los vecinos una herramienta informática para denunciar de forma anónima a los propietarios o inquilinos que se lucran en negro del turismo en B. En sus cinco semanas en vigor, han sido presentadas 1.871 denuncias.

«La presión que sufren los alquileres en Berlín es insoportable», se justifica un habitante del barrio de Mitte que reconoce haber denunciado a un vecino de su mismo edificio en cuyo apartamento de 60 metros cuadrados han llegado a alojarse en una sola noche hasta 20 personas. «No soy ningún chivato», se defiende, «solamente intento que no me quiten mi casa, mi barrio, mi gente… estoy luchando por mi forma de vida».

«Vivir en el centro cada día es más caro y los propietarios de las casas nos hacen la vida imposible con el objetivo de echarnos, porque saben que ganarán mucho más dinero alquilando los apartamentos por periodos de dos o tres días, incluso solamente los fines de semana», explica este berlinés de cuarta generación, «pero si permitimos que esto siga pasando, pronto no existirá más ese Berlín que vienen a ver los turistas», se queja.

Los primeros perjudicados por estas denuncias con páginas web como Airbnb o Wimdu, que aglutinan las ofertas de particulares que a menudo eluden los impuestos que conllevaría esta actividad económica y a los que la administración alemana ha declarado la guerra. Un tribunal de Berlín mantuvo el pasado miércoles la regulación municipal que ilegaliza los alquileres de apartamentos para estancias cortas en un fallo en cuya sentencia establece que «la disponibilidad de viviendas a precios accesibles se ve gravemente amenazada en toda la ciudad de Berlín y la regulación está justificada». El juez Rautgundes Schneidereit ha rechazado los alegatos sobre una supuesta violación de los derechos de los propietarios en un recurso contra la normativa municipal que habían presentado conjuntamente cuatro páginas web de ese tipo. Apelarán y veremos entonces qué pasa.

Airbnb, que cifra en 20.000 los apartamentos compartidos en su página el año pasado, no se había sumado al recurso, aunque un portavoz ha admitido que el veredicto afectará a su negocio. Las autoridades locales explicaron durante el juicio que, aunque la nueva ley no resuelve el problema de la vivienda, es un paso necesario para combatir la falta de pisos y su elevado precio.

Berlín espera cerrar el año con 80.000 habitantes más y sufre ya un déficit de 140.000 viviendas. El Ayuntamiento calcula que, con la nueva regulación, unos 15.000 apartamentos han salido al mercado libre.

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