Los líderes europeos se han despedido de Barroso (en la foto) y de Van Rompuy, ya que era su última cumbre
Los líderes europeos se han despedido de Barroso (en la foto) y de Van Rompuy, ya que era su última cumbre - efe

Los líderes europeos aprueban el plan de Juncker para invertir 300.000 millones

Draghi advierte a los países que sus políticas no bastan para alejar una posible nueva recesión

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Los líderes europeos dieron ayer su apoyo expreso a los planes del nuevo presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker para poner en marcha un plan de inversiones de hasta 300.000 millones de euros para estimular el crecimiento en la UE. Con cambios sutiles de lenguaje, como la constatación de que la inversión «es demasiado baja», hasta la canciller alemana Angela Merkel defendió la necesidad de tomar medidas para consolidar la recuperación en la economía europea y poner en marcha este ambicioso plan de inversiones antes de fin de año. La decisión puede considerarse como la señal más explícita de que el inicio de la nueva legislatura europea, el 1 de noviembre, supondrá un cambio en la interpretación de las reglas que se han utilizado hasta ahora para hacer frente a la crisis, para intentar alejar el espectro de una nueva recesión.

El plato fuerte de esta reunión, consagrada al acuerdo sobre la reducción de emisiones contaminantes que debe ser el modelo para el resto del mundo en la conferencia de Paris del año que viene, fue el informe sobre la situación económica que presentó el presidente del Banco central Europeo Mario Draghi y que constata que a pesar de las apariencias los países avanzan poco en materia de reformas que ayuden a la puesta en marcha de nuevos negocios y hasta Merkel se quejó que en la estadística Alemania está «demasiado lejos» de Gran Bretaña. España, que está teniendo los mejores datos de la zona euro en materia de recuperación, tiene mucho camino que recorrer según las estadísticas que presentó Draghi.

Pero unos y otros se han fijado ya en el plan que prepara Juncker y del que aún se desconocen la mayoría de los detalles, pero que ha de estar preparado para la cumbre de diciembre. Merkel, que es a priori la gobernante que más se opone a flexibilizar el criterio del rigor presupuestario, dice que el «programa estratégico» d ela Comisión es «una buena base», aún sin dejar de insistir en que «para salir de la crisis es esencial respetar las reglas», incluyendo las de reducción de déficit.

Y con el único criterio, bien subrayado por Merkel, de que no se puede contar con el Fondo de Estabilidad (el fondo de rescate), el Consejo Europeo aprobó una declaración en la que «apoya la intención de la Comisión entrante de poner en marcha una iniciativa que movilice 300.000 millones de euros de inversiones adicionales procedentes de fuentes públicas y privadas” con “plena utilización de todos los recursos de la UE existentes y asignados».

Lo único que se sabe de este plan es que se ha creado un grupo de trabajo entre la Comisión y el Banco Europeo de Inversiones que está buscando esas medidas concretas para favorecer la llegada de capital a una serie de «proyectos de interés europeo, viables que puedan realizarse a corto y medio plazo» y que dinamicen el crecimiento y el empleo. La canciller alemana piensa que lo más práctico son precisamente inversiones que extiendan las potencialidades del mercado único «que todavía no hemos explotado suficientemente», a través de la unión energética, de la industria digital o incluso de proyectos de formación profesional. Merkel quisiera ver en diez años una legislación armonizada para las «start-u»p en toda la UE.

Sin embargo, para Francia e Italia, este plan de inversiones es tan necesario como que la Comisión Europea les conceda un respiro en sus obligaciones de reducir el déficit público. El todavía presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, ha enviado a los dos países sendas cartas advirtiendo que los presupuestos para 2015 que han presentado en Bruselas no cumplen -ni de lejos- con los objetivos que les habían asignado. El italiano Matteo Renzi se lo ha tomado como una ofensa, mientras que Francois Hollande lo considera «un mero trámite» esperando que la llegada de la nueva Comisión confirme el cambio de rumbo con el que espera lograr el milagro de detener la trayectoria descendente tanto de la economía francesa como la de su propia popularidad.

En esta esperanza, Hollande confía en que en diciembre, con el plan de Juncker vendrán también «nuevas etapas» sobre una nueva fórmula de gobernanza en la zona euro. Según Merkel, en la reunión de ayer Draghi «nos ha demostrado que la política monetaria puede hacer bastante, pero si la política fiscal no reacciona en paralelo, no mejoramos nuestra competitividad y nuestra capacidad de atraer inversiones, no saldremos de esta evolución nada satisfactoria», mientras que Hollande insistió en que ninguna política tendrá efecto «si no hay también una adaptación de las reglas presupuestarias de manera que haya un ritmo de reducción de déficit adaptado al objetivo de crecimiento, que es lo que llamamos flexibilidad».

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