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TF10, un trimarán monotipo para volar con foils

A 23 nudos con 14 nudos de viento, así de fácil lo pone el TF10. Un multicasco diseño de Morrelli & Melvin, de 11 metros de eslora y con brazos abatibles

Dury Alonso

Cada vez aparecen veleros monotipo para todo tipo de esloras, bien sea monocasco o multicasco: catamaranes o trimaranes; pero ahora se impone cada vez más el uso de “foils” para poder volar, el sueño de Ícaro amenaza sobre todos los mares.

La idea de este nuevo monotipo se ha fraguado en el New York Yacht Club, donde un grupo de armadores buscaba poder navegar en veleros con “foils”, pero lejos de embarcaciones muy exigentes físicamente y en las que es necesario tener una tripulación de profesionales. Y entre este selecto grupo de armadores la persona clave ha sido Malcolm Gefter -científico y empresario de Newport-, con una larga experiencia en regatas; tuvo un equipo de regatas en la Clase Melges 32, ha sido caña de un Marstrom/M32, entre otras embarcaciones (el propio presidente de vela North, Ken Read, le sugirió que probase el Mastrom 32). Pero Gefter pensó que era el momento de crear un velero volador equilibrado entre: ser armador y la no necesidad de una tripulación profesional; desechando la opción clásica de un monocasco como el IC37 de Westerly Marine. Así, que con la ayuda de los diseñadores Morrelli & Melvin, y el conocimiento de Andrew ‘Macca’ MacPherson -uno de los creadores de los GC2-, nació el TF10.

El Comodoro del New York Yacht Club, Phil Lotz -junto a su mujer Wndy-, Malcolm Gefter, John Taylor III, y un cuarto armador; son la punta del iceberg del nuevo trimarán monotipo con foils TF10, que construye el astillero holandés DNA Performance -se esperan llegar a una producción de 100 unidades-. En un principio el circuito de regatas se ubicará en la costa este estadounidense, pero tienen claro que habrá un circuito europeo.

Máxima tecnología, y exquisitez, es primordial en la creación del TF10. Velero diseñado por los arquitectos navales Morrelli & Melvin, con una larga experiencia en Copa América (los 72 pies para Emirates Team New Zealand y Luna Rosa) y, en algo más terrenal, el catamarán olímpico Nacra 17.

Todo en fibra de carbono (casco, flotadores, brazos, botavara, trampolines, …), con foils en Z para las orzas (calan 2.5 metros y llevan un sistema de trimado electrónico proa - popa que se ajusta desde la bañera) y en T para los timones (se pueden elevar para poner el barco en el agua desde el remolque). Un mástil ala rotatorio de 16 metros de altura, que soporta una superficie velica de 144 m2, repartidos en: 45 m2 la mayor, 28 m2 el foque y 71 m2 el spi asimétrico. Y sobre el agua, su eslora total llega a los 10,94 metros, una manga máxima de 7,65 metros -se reduce a los 2,5 metros con los brazos plegados-; su peso mínimo es de 1.200 kilos.

DNA es el astillero que construye los TF10, a 50 kilómetros de Ámsterdam, especializada en fabricación de apéndices laminados en materiales exóticos y embarcaciones último grito con foils: el DNA Clase A F1 (ganador del mundial de 2016); y los catamaranes G4 en versión crucero o regata, capaces de recorrer más de 300 millas al día. Es una división de Holland Composites BV, empresa con más de 35 años de experiencia en el sector de los materiales compuestos para el sector industrial.

En el proceso constructivo del TF10 se observa pulcritud, limpieza y cuidado en el hacer; todo en sándwich de carbono, bajo las especificaciones ABS, con el objetivo que sea una embarcación ligera pero segura y robusta. Según dicen, puede llegar a los 30 nudos en ceñida sin llegar al máximo rendimiento de VMG.

La joya TF10 augura fuertes sensaciones en la nueva era de los “foils”, tan solo es necesario disponer de unos 420.000 euros para sentirlo en primera persona.

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