La Antártida, el sueño imposible de Cocúa Ripoll

El Puerto de Santa María (Cádiz) Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Tras navegar mas de 7.000 millas a tan solo 400 de su objetivo de llegar a la Antártida se ha quedado el navegante alicantino Jose Maria “Cocua” Ripoll con su barco Archibald, en su proyecto de investigación y navegación oceánica que emprendió en Alicante el 23 de diciembre del 2012.

Cocua partió de la ciudad que le vio nacer, el 23 de diciembre para comenzar en solitario el cruce del Atlántico rumbo a Brasil, primera parte del viaje. Tras una breve parada en Torrevieja el dia 24, el Archibald cruza el Estrecho de Gibraltar el dia 28 y amarra en Las Palmas el 4 de enero, tras pernoctar el dia anterior en las islas portuguesas del archipiélago de Salvajes.

Tras una serie de reparaciones y avituallamiento del barco en la capital Gran Canaria, el 21 de febrero Cocua y su Archibald ponen proa hacia el continente sudamericano, por delante el cruce del Atlántico en solitario, hecho este del que “Cocua” es todo un experto, habida cuenta la cantidad de veces que lo ha realizado.

Tras una muy dura travesía, donde problemas físicos a base de enfermedades y mecánicos estuvieron a la orden del dia, arriba al puerto brasileño de Natal el 19 de marzo del 2013.

Cocua navega haciendo escala en los puertos brasileños de Joao Pesoa, Caman, Vitoria, Rio de Janeiro, Angria y Rio Grande, desde donde a Buenos Aires, lugar de reunión de toda la tripulación para poner rumbo al sur, concretamente a la ciudad argentina de Ushuaia, desde donde se realizar el asalto a la Antártida.

Pero los planes se comienzan a complicar ya que dos de los puntales de esta tripulación, Nandu Muñoz y Quino Quiroga, deciden ceder sus puestos en el proyecto dado que solo disponen de un tiempo limitado lo que indudablemente les apartan del proyecto.

Tras reunir una nueva tripulación y con amigos argentinos el Archibald pone rumbo al sur con escalas en los puertos argentinos de Colonia, Mar del Plata, Puerto Deseado y Ushuaia. Es en este puerto donde los cuatro tripulantes se reúnen y ponen rumbo tras cruzar el Canal de Beagle hacia el Canal de Drake y tras cruzarlo adentrase en l Antártida, siendo de esta forma el primer velero con bandera española en llegar hasta este inhóspito sexto continente.

Pero una fortísima borrasca dio al traste con este proyecto, ya que debieron abandonar y poner proa hacia la Islas de los Estados (de donde son las fotografías), sede del mítico faro descrito y bautizado por Julio Verne como el Faro de la isla del Fin del Mundo.

Trascribimos textualmente el texto de Cocua donde relata la intensidad de la tormenta y la durísima experiencia vivida, en su primer y único intento de atravesar el Canal o Estrecho de Drake.

“Ya con rumbo sur fuimos bordeando los últimos resquicios de tierra y tras dejar por popa y a la lejanía la destacada isla de Cabo de Hornos comenzamos a ganar cada vez más latitud empujados por un viento del oeste que nos acompañaba desde la salida del Beagle, cuya intensidad iba en aumento conforme nos separábamos de esta última tierra.

Nuestros meteorólogos informantes nos auguraron un cruce del Drake relativamente aceptable, pero las previsiones en esta parte del planeta y debido a los caprichos de las borrascas que constantemente barren veloces la región, hacen variar cualquier tipo de planteamiento al respecto. El viento subía de intensidad a la vez que a bordo del Archibald se reducían velas: La mayor con un rizo, dos rizos, tres rizos… arriada por completo; génova enrollado, foque radial arriba; foque radial abajo, trinqueta arriba.

El viento subía más de lo anunciado. Un traspié de la borrasca cercana en el baile del Drake nos enviaba fuertes vientos del oeste, y olas de tamaño más que considerable azotaban el costado del Archibald con gran fuerza, barriendo su cubierta constantemente desde proa a popa

Pero el barómetro seguía descendiendo a la vez que el viento y la altura de las olas aumentaban sin cesar.

La borrasca, como si nos viera, se había estacionado cercana a nosotros enviándonos toda su potencia. Una gran ola hizo escorar al Archibald peligrosamente y el viento, que se mantenía constante por encima de los cuarenta y cinco nudos, poco a poco iba rotando a la contra; era momento de ceder.

Dimos popa al mar y al viento y nos dejamos llevar, en una navegación relativamente más cómoda, pero con rumbo… hacia la Nada, adentrándonos en la inmensidad del Atlántico sur.

Llevábamos dos días de navegación, habíamos recorrido un tercio de la ruta pero tuvimos que desistir en nuestro empeño y seguimos dando la popa al mal tiempo. Por suerte el viento siguió rotando ligeramente, logrando hacer rumbo al sur de la isla de los Estados. Algún refugio encontraríamos allí.

Pero nos encontrábamos a más de un día de nuestro nuevo destino y el temporal nos agarró de pleno. El viento superó los setenta nudos y las olas, de más de doce metros, rompían sobre el Archibald sumergiéndolo por completo durante interminables segundos.”

Ver los comentarios