Toni Nadal observa a su sobrino Rafael durante un entrenamiento en París
Toni Nadal observa a su sobrino Rafael durante un entrenamiento en París - REUTERS

Roland GarrosToni Nadal: «Rafael se ha vuelto a ganar el respeto»

El técnico, que disfruta de su último Roland Garros, analiza y ensalza la notable evolución de su sobrino durante esta temporada

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Cuando Toni Nadal da la orden de empezar un ejercicio, lanza la bola a su sobrino Rafael, y éste se le queda mirando con la ceja en el cielo porque, todo hay que decirlo, se la ha enviado fatal. Toni se ríe y Carlos Moyá, que ya está dispuesto a participar en el peloteo, hace lo propio por la reacción del campeón de 14 grandes, que aspira aquí al décimo título y que hoy tiene un compromiso de los serios ante Dominic Thiem. De ahí la paliza del jueves.

El tío Toni gasta estos días los últimos que le quedan en París, pues será la despedida de Roland Garros como entrenador, aunque no descarta acudir en el futuro si reclaman sus conocimientos.

Va de lado a lado, a su ritmo balear, atendiendo a unos en inglés, a otros en francés, hablando en mallorquín... Después del encuentro exprés ante Pablo Carreño del miércoles, baja por las escaleras del comedor de los jugadores y atiende a ABC mientras da mordiscos a un trozo de pan, satisfecho por cómo van las cosas y porque queda un pasito menos para el domingo. De eso espera hablar esta tarde, pues antes toca la piedra de Thiem.

-¿Tan bueno es Thiem?

-Sí, mucho. Está Kyrgios, muy poderoso, juega muy fuerte, capaz de ganar a cualquiera en rápida. Luego tenemos a Alexander Zverev, que tiene cosas muy interesantes, campeón en Roma y muy bueno. Y luego está Thiem, que tiene 23 años y es el que más se ha afincado entre los mejores de los jóvenes que mandarán en unos años. Será un rival muy difícil.

-¿Qué tiene?

-Es un jugador con mucha fuerza, tiene dos golpes que son durísimos. Saca muy bien, un drive excelente, una derecha buenísima. Y el revés también es duro, muy fuerte. Además, tiene físico. Es, sencillamente, muy completo.

-Está llamado a ser aquí, en Roland Garros, uno de los aspirantes a todo en adelante. ¿Está de acuerdo?

-Sí, sin duda. Es un futuro ganador de Roland Garros, lo tengo clarísimo. Eso sí, esperemos que no sea este año.

-¿Es precisamente este año uno de los mejores de Rafael en París?

-Sí, creo que sí. Al final, has de ir a los números y ver en qué año ha dominado tanto. Creo que en 2008 jugó perfecto, dominó mucho, sobre todo en la final contra Federer. Ahora veremos, pues en función del resultado se podrá decir si es de los cursos en los que mejor lo ha hecho o no. Dominar como hasta ahora, sin el título, sirve de muy poco.

-La impresión es que está muy tranquilo, que no es habitual.

-Las sensaciones son perfectas. Ha jugado muy bien, golpeando muy bien la pelota, bien mental y físicamente. Corre, llega bien a las bolas. Y cuando ha tenido algún problema lo ha solucionado con buena mentalidad. En general, diría que está atravesando un buen momento. Normalmente, aquí siempre ha venido bastante nervioso, con dudas. Esta vez, contrariamente, no, lo veo bastante tranquilo y satisfecho. Al final, uno tiene la tranquilidad después de tantos años de tomarse las cosas de otro modo. Y no hay que olvidar que no gana desde 2014. No vienes con esa incertidumbre, con esa obligación de defender el título. Ha jugado menos intranquilo que las otras veces.

-¿Qué principal mejoría ha visto en Rafael este año?

-Lo principal, que es lo más importante, es que se ha encontrado bien físicamente. Eso, y que ha recuperado el golpe de derecha, con el que vuelve a hacer mucho daño. Además, ha mejorado bastante el saque, y hay otras cosas que ha perfeccionado. Se ve el resultado. Hicimos también un pequeño cambio en la raqueta para darle más velocidad a la derecha, el revés funciona bien, tiene un segundo saque mucho más efectivo...

-¿La derecha lo es casi todo?

-Para nuestro juego es vital. Lo que queríamos era recuperar la agresividad de siempre. La perdió, ese golpe tan importante para él pasó a ser un golpe sin intensidad, y ahora ha vuelto a darle como antes. Explica muchas cosas del éxito actual.

-¿Usted nota que ha recuperado esa sensación de respeto?

-Claro, es evidente. Al final, cuando ganas tanto, la gente lo sabe, se da cuenta de quién está bien. Estamos en un circuito en el que quieres ganar a uno y a otro, y si ves que alguien lo hace repetidamente te dices: «ostras, si este tío gana tanto será por algo». Cuando se decía que a Rafael se le había perdido el respeto era cierto. Sí, se nos perdió el respeto, y era normal. Si quieres ganar ahora a Djokovic, la gente no sale con la misma sensación que antes, no hay tanta predisposición a la derrota porque se le ve menos poderoso. Lo mismo con Murray. Ahora, es verdad, se nos vuelve a respetar por los resultados y porque lo está haciendo muy bien. Se lo ha ganado.

-¿Tuvo dudas sobre la capacidad de reacción de su sobrino?

-Siempre digo lo mismo. Todo depende de Rafael. Al final, si estás bien mentalmente... Esto es como lo de Djokovic. Cuando recupere esa fuerza volverá a estar arriba. ¿Por qué motivo ha de perder su juego, que ha sido tan bueno? Pues con Rafael es lo mismo.

-¿Y su sobrino llegó a perder esa fuerza mental?

-Evidentemente que la perdió, claro que la perdió. A los resultados me remito. Tuvo durante bastante tiempo una serie de problemas y no jugaba bien, no hay nada malo en decir eso. No tiene nada que ver con el momento actual.

-¿Le sorprende que ahora que acaba de cumplir 31 años siga compitiendo con esas ganas?

-No, realmente no. Pero es que yo nunca me he planteado ese tipo de asuntos. Lo que yo me planteo es el día a día, cómo van las cosas. Cuando han ido mal, lo único que me ha preocupado ha sido trabajar para intentar salir de esa mala situación. Y cuando van bien, seguir trabajando para prolongar ese estado. Pero le digo en serio, no pienso mucho más allá de la cuenta. Ni tampoco por mí mismo. Si volveré o no, si duraría mucho o no... Se trata de jugar y de ver cómo va.

-¿Siente que es su último Roland Garros?

-Pues le respondo igual, ni me lo planteo. Sé que lo será, y ya me han preguntado un par de veces si es especial para mí por ese motivo. Pues no.

-¿De verdad que no lo es?

-Cero, nada de nada.

-¿No echará de menos todo esto?

-Se lo diré el año que viene. Cuando estoy aquí estoy muy bien, y cuando estoy casa también. No lo tengo claro...

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