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Ciclismo

Ambición en cada pedalada

Alberto Contador puede rubricar en oro su gran palmarés en el duro circuito de Río

Alberto Contador, durante una etapa.
Alberto Contador, durante una etapa. - Afp

“Querer es poder”. Ese es el lema de Alberto Contador (Pinto, 1982), un ciclista que comenzó tarde a dar pedales, a los 14 años, con una vieja bicicleta Orbea que heredó de su hermano. Lo hacía con chándal y zapatillas de tenis. Era torpe, se caía en las carreras, pero ese mocoso tenía algo especial, porque dejaba a todos atrás en las subidas. De ahí que ahora sea un volcán en cada cuesta. Lo encasillaron en su día como escalador, aunque su primera victoria como profesional fue en una contrarreloj de la Vuelta a Polonia 2003. El madrileño es uno de los mejores contrarrelojistas entre los escaladores.

La vida deportiva del madrileño ha transcurrido por el sendero de los ganadores, aunque este trayecto no haya sido un camino de rosas. Todas las vicisitudes que ha tenido que encarar le han convertido en un superviviente. En mayo de 2004, un año después de su de debut profesional en las filas del Liberty Seguros, se desplomó en la Vuelta a Asturias. Un cavernoma llenó su cerebro de sangre. Tenían que extirparlo, y lo tenían que hacer en una operación de vida o muerte, que casi le deja inválido. Ante el asombro de los médicos, en noviembre se volvió a subir sobre una bicicleta, y a mediados de enero de 2005, en su vuelta al pelotón, en el Tour Down Under, levantó los brazos.

Contador es portador del gen de la ambición. Su mirada le delata; sale a ganar en todas las carreras. Ya sean en febrero, como en el Algarve o en septiembre, en la Vuelta a España, donde dio un gran espectáculo en Fuente De. Pese a su numerosos éxitos deportivos, el de Pinto ha tenido que escalar muchas veces contra la adversidad. En su primer Tour, en 2005, fue el 31º, a una hora de Armstrong. El año siguiente no pudo correr porque su equipo fue apartado por el escándalo de la ‘Operación Puerto’. Salió vencedor en 2007, pero no defendió el título un año después ya que su nuevo equipo, el Astana, fue vetado. Sumó su segundo ronda francesa en 2009 y venció también en 2010, pero un positivo eliminó esa edición de su currículo. Al igual que el Giro 2011. Su mundo, por momentos, se vino abajo.

También quiso hacer historia con el doblete Giro-Tour en 2015. Se quedó a medias. Venció la ronda italiana, pero la fatiga le relegó al quinto puesto final en la carrera gala. El corredor de Pinto sigue rellenando los últimos párrafos de su biografía deportiva, que prolonga cada vez más. Quiere que se edite en oro, con un triunfo en los Juegos de Río. Despedirse desde arriba. Un héroe producto de una mezcla explosiva: mentalidad de hierro, corazón de campeón, y una idea grababa a fuego en su cabeza: “Querer es poder”.

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