Paralímpicos Pyeongchang 2018

Astrid Fina: «Luzco con orgullo una minifalda, sin importar que se vea el pie amputado»

La rider española disputa sus segundos Juegos Paralímpicos después de un accidente que le mantuvo tres años sin poder andar

Eduardo de Rivas

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Tenía 25 años cuando cambió su vida radicalmente. Paró su moto en un semáforo en rojo y la arrancó cuando se puso en verde. Lo mismo debió hacer el coche que venía por la otra calle, que no frenó y se llevó por delante a Astrid Fina . Su pie derecho se quedó enganchado entre el coche y la moto y empezó un calvario que la catalana intenta olvidar cada día.

«Todo fue malo aquel día y lógicamente no volvería a repetir ese momento. Es verdad que lo que estoy viviendo ahora es impresionante pero no lo cambiaría », comenta la rider a ABC poco antes de competir en sus segundos Juegos Paralímpicos. Aquel accidente hizo que no pudiera andar durante tres años de continuas operaciones (hasta 13), de dolores, de hospitales y de médicos con opiniones muy diferentes unas de otras. Lo que sí estaba claro era que no podría volver a usar el pie.

Llegado el momento tuvo que tomar la decisión más importante de su vida. «Me dijeron que podían salvar el pie y quedarme en silla de ruedas o amputar» . Decidió amputar. Fue muy duro y al principio no se atrevía casi a mirar hacia abajo, se avergonzaba de que le faltara un pie e incluso se metía calcetines dentro del pantalón para disimular. Hoy luce orgullosa hasta minifalda, sin importarle «que se vea la pierna o el palo de la prótesis».

Todo cambió para ella cuando se puso la prótesis. Llevaba años sin poder andar y quería disfrutar de la vida. «Quería hacer todo lo que me había perdido. Lo había pasado tan mal que esa ambición me hizo seguir adelante», comenta. El deporte paralímpico le ayudó mucho en esa faceta. Antes del accidente no sabía casi lo que era la nieve y ahora disputa por segunda vez unos Juegos Paralímpicos, con grandes opciones de medalla. Un día, un amigo la invitó a hacer snowboard y ella, que después de tener que rechazar planes durante tres años, dijo que sí sin pensarlo. Descubrió entonces un nuevo mundo.

Astrid Fina hizo de abanderada en la inauguración EFE

«Fue una sensación brutal. Después de tres años sin andar, estar deslizando por la nieve fue genial y quedé encantada , tanto que ya llevo cinco años y aquí estoy», explica. Ahora aspira al podio en las dos disciplinas de snowboard paralímpico (cross y eslalon), después de acabar sexta hace cuatro año en Sochi. A Rusia acudía como principiante, tras solo un año sobre la tabla, pero ahora cuenta con experiencia y sueña con la medalla.

Puede conseguirlo en la madrugada de este lunes y lo hará con su madre en la grada de Corea. Ella fue su principal apoyo cuando estaba en el hospital entre operación y operación y ha querido tener un detalle con ella en estos Juegos. Sin que supiera nada, Astrid le compró un billete a Pyeongchang y será la que más grite desde primera fila. Fue testigo de ver cómo desfilaba su hija con la bandera española en la ceremonia de inauguración y lo será de la que podría su primera medalla paralímpica después del calvario que pasó.

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