Eurocopa 2016

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Eurocopa Francia 2016 - Selecciones

Cuando la historia no sirve de nada

Igual que hizo Alemania con su bestia negra Italia, Francia tumbó a los teutones: no lo conseguía desde 1958

Jugadores alemanes, tras la derrota en semifinales.
Jugadores alemanes, tras la derrota en semifinales. - efe

Las estadísticas están para romperlas, para destrozarlas. Esa es una de las frases más empleadas por los deportistas en general, y por los futbolistas y entrenadores, en particular. Existe otra variante, esa que habla de que no sirven de nada. Y se está demostrando en este Eurocopa que ha tenido que aguardar hasta el penúltimo partido para disfrutar de un encuentro atractivo, interesante, con ritmo, intensidad y un genial duende, llamado Antoine Griezmann -que ya había aparecido en los octavos de final contra Irlanda cuando Francia sufría por detrás-, que permitió a los galos tumbar por primera vez a Alemania en una fase final desde 1958. El pasado no sirve. Como tampoco se vistió de titular -aunque quizá sí provocó cierto respeto en los teutones-, en el duelo de cuartos entre el grupo de Joachim Löw e Italia, ese choque aburrido resuelto en una tanda de penaltis que regaló más de una sonrisa a los espectadores neutrales por la falta de pericia y las locuras -los lanzamientos de Pelle y Zaza aún dan la vuelta al mundo- de algunos de los protagonistas.

Quería vengarse el grupo de Didier Deschamps de la derrota padecida en Brasil hace dos años, un adiós en cuartos. Entonces, Griezmann lloró. Ayer sonrió. A carcajadas, porque metió a su escuadra en la final de París, en Saint Denis. Aquel era un duelo perdido más, lo mismo que había sucedido en todas las fases finales desde el Mundial de Suecia en 1958. A partir de ahí, los 'bleus' siempre hacían un gesto similar al del atacante del Atlético en el país sudamericano, lágrimas.

Además, el futbolista de Mâcon, renovado hasta 2021 con una cláusula de 100 millones, enterró la fama de 'mata anfitriones' de la campeona en Brasil. De la mejor selección del mundo, que ayer hincó la rodilla a pesar de la cantidad de oportunidades que acumuló. En nueve ocasiones, ya fuera en el Mundial o en el torneo continental, Alemania eliminó al equipo que organizaba el certamen. Hasta este jueves. Hasta que Francia se aprovechó de otra jugada absurda en los dominios de Neuer.

Penaltis, sufrimiento alemán

En los cuartos de final, Boateng permitió a Italia empatar cuando estaba muerta con un salto propio de un alevín, que muchos compararon con el protagonista del cuadro de Francisco de Goya sobre los fusilamientos; ese hombre, de blanco, que abre los brazos ante la amenaza del pelotón. Este jueves, el que provocó un profundo lamento fue Schweinsteiger. Saltó el capitán de Alemania con el brazo por delante, de forma incomprensible, y la pelota le pegó, mientras estaba en el aire con Evra. El que, salvo sorpresa, será Bota de Oro de la Eurocopa (6 dianas), no erró ante Neuer. Y tampoco lo hizo en la segunda parte cuando la defensa de Löw construyó un lío en los dominios de su portero, Francia robó la pelota, que llegó al exrealista para poner la sentencia a un equipo que lo intentó pero que estaba gafado.

Y Müller es el ejemplo perfecto. Artillero mundial, todavía no ha anotado en una Eurocopa. Ni en 2012 ni en 2016. Roto, triste, igual que el resto de sus compañeros, se despide del torneo galo. Porque este jueves las estadísticas, esos números, no tuvieron razón. Erraron. Ni Alemania fue la bestia negra que tanto sufrimiento había provocado en el grupo 'bleu'. Y Francia logró acabar con esa vitola de 'derrota anfitriones' que poseía el grupo alemán. La historia no sirve de nada.

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