Eurocopa 2016

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Octavos de final

El atasco del plan Del Bosque

La elección del seleccionador español convirtió a La Roja en un grupo previsible sin capacidad para modificar su rumbo

Del Bosque, serio, con el banquillo español detrás. - Reuters

Cuando Vicente del Bosque dio una lista con los 23 futbolistas que acudirían a la Eurocopa no se adivinaba cómo dispondría de sus piezas en cada partido. Pero una vez que se disputó el primer partido el técnico se amoldó a su fama de previsible para situar una formación que deslumbró al comienzo y fue atada con cierta facilidad cuando se midió a un equipo de entidad dirigido por una preparador experimentado. Las dos únicas alternativas probadas (el doble pivote en el centro del campo y el ataque con dos delanteros) resultaron efímeras e infructuosas.

De Gea, Juanfran, Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba, Busquets, Iniesta, Cesc, Silva, Nolito y Morata. Era el plan Del Bosque. Los nombres se recitaron en el debut con incertidumbre e ilusión. El falso '9' se guardó en el archivo aunque el salmantino insistía en extremos a pie cambiado que multiplicaban el centro del terreno de juego a cambio de prescindir de opciones abiertas. Mucho mediocampista para el toque y pase, la supuesta seña de identidad de La Roja. Los dos nuevos en el campo (Nolito y Morata) tardaron en encajar en el sistema pero contaron con el colchón de seguridad extendido por Iniesta en los dos partidos iniciales en que el manchego dirigió a su antojo el juego. Aunque sugirieron dudas contra la República Checa por la tardanza para anotar solucionada por un defensa central en posición de delantero centro a falta de cuatro minutos para el final, los titubeos se apagaron con la goleada a Turquía con los invitados participando en la fiesta.

Sin embargo, el éxito supondría la condena a medio plazo. Del Bosque había mostrado sus cartas y cuando repitió por segunda vez la formación se hundió en arenas movedizas. El calor inesperado en Burdeos aumentó el peso de las piernas españolas y el marcaje a Iniesta exilió el cerebro del sistema. «Están bien, además les preguntamos permanentemente y no he encontrado a nadie que tenga dudas», se defendería un entrenador que destaca más por su gestión de personalidades -cuestionada por la vía de gua provocada por Pedro- que por sus innovaciones en la pizarra. Pero desde el banquillo no acertó con sus pequeñas modificaciones. Con empate en el marcador el técnico salmantino intentó una modificación a su plan: Bruno Soriano se incorporó al centro del campo para fortalecer sin éxito el control. Un contragolpe de Perisic terminó por enseñar la vulnerabilidad de De Gea, un guardameta con la mente dividida fuera y dentro campo que vio como un remate se colaba por el lado de un portero huérfano de zagueros. «Muchas veces el doble pivote no te da más seguridad, pero con Bruno teníamos asegurada una mayor posesión, que es de lo que se trataba en el fondo. No es que defendiéramos mejor, sino que con el balón íbamos a adquirir más seguridad. Fuimos cambiando durante la segunda parte, protegiéndonos, teníamos miedo a las entradas de Srna y Perisic por las bandas. Conocíamos bien sus armas. Controlamos a Srna, pero al final mira lo que pasó», justificó Del Bosque.

Conte lo sabía

En el último duelo, el choque contra Italia, ni siquiera hubo discusión. Sin el concurso de su futbolista más destacado -Candreva-, Antonio Conte apostó por empujar a los españoles hacia su área. La Roja, poco habituada a ver venir el peligro, se aculó en el sofá sin fuerza para incorporarse. Desde el fondo observó todo el partido sin capacidad de reacción ni una orden desde el banquillo que volteara el ahogo táctico contra un ejército de sin nombres con las ideas claras. «Nos hemos equivocado en el primer tiempo», analizó Iniesta tras el partido. Con el resultado en contra el seleccionador español eligió el camino de los dos delanteros frente a tres centrales en lugar de abrir espacio a los extremos, pero se mantuvo por orden italiana el balón largo al ariete y la 'Azurra' hizo desaparecer el centro del campo al ocupar espacios al fondo y al comienzo del campo. En realidad, la desnaturalización del juego de España fue la única novedad respecto a los partidos anteriores y no fue por voluntad propia sino de su rival. «Nos tenían muy estudiados», evidenció Juanfran.

Cinco tiros entre los tres palos y un 59% de posesión resumieron los argumentos de España en 90 minutos. Nueve oportunidades creadas con 16 pases dentro del área, sus cifras más bajas en el torneo. «El primer tiempo nuestro ha sido tímido y en el segundo hemos reaccionado con más agresividad y valentía, pero a lo mejor ellos han sido mejores. Son muy fuertes y poderosos arriba y nos han creado mucho peligro. Hemos buscado por la banda, de frente, pero no ha podido ser», desgranó Del Bosque sobre sus ideas. La última jugada del partido enfrentó a los contragolpeadores italianos con una defensa formada por Piqué y Pedro. El sistema ya era improvisado por falta de fe y efectividad. «Esta selección ha marcado una época, tenemos un estilo y es lo que tenemos que seguir haciendo: mejorando», insistió el salvador De Gea en línea con el discurso oficial. Pero los que tienen lenguaje propio reflejaron la obviedad. «El estilo de juego en el que creíamos ya no es tan efectivo, es algo que debemos reflexionar. Si de algo nos sirve la eliminación es para ponernos en nuestro sitio», reconoció Piqué. La pizarra de Vicente ganó el 76% de los partidos al frente de España pero contra Italia se atascó y la 'furia' del balón largo al central en el área esta vez no funcionó. Antonio Conte conocía el plan Del Bosque, lo empleó a su favor y los españoles sucumbieron a su inmovilismo. Se cumplió la previsión.

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