Silva ilumina a la nueva España

En el fútbol de ahora, tan de recuerdos y estadísticas para compensar la falta de noticias por la imposibilidad de acercarse a los protagonistas, se buscan historias a partir de detalles o anécdotas. Para siempre quedará que el bautismo de Julen Lopetegui como seleccionador fue en Bruselas, en un amistoso contra Bélgica que se debía haber jugado en noviembre de 2015, tiempos de Vicente del Bosque, y que se suspendió entonces por amenaza terrorista que todavía perdura. De hecho, al estadio Rey Balduino, que se quedó a medio poblar, no se podía acceder con bolsos, mochilas o riñoneras, si es que alguien sigue usándolas, medidas preventivas sin que los controles fueran tan estresantes como los de la Eurocopa de Francia.

El caso es que se jugó un bolo con mucha miga en Bélgica y España se gustó en líneas generales, que ya es mucho y más con la escasez de rodaje.

Todo cambio implica su momento de adaptación, y a Lopetegui apenas le ha dado para cuatro sesiones de trabajo, impulsado el equipo por los automatismos de siempre. Porque, la primera conclusión que se extrae de la cita es que la selección seguirá teniendo obsesión por la pelota y por marearla hasta llegar a la zona de ensayo. Toque, toque, toque y, si eso, algún remate e incluso algún gol de vez en cuando. Eso es España.

El primer tanto de este conjunto llevó el sello de David Silva, nombre representativo de lo que ha sido la selección y todavía con carrete para exprimir su carrera internacional. Lleva más de cien tardes de rojo y con los dos de anoche son ya 26 aciertos, buena cifra para el canario. Él empezó la jugada que derivó en un pase largo de Carvajal a Vitolo, una asistencia de este a Diego Costa y una dejada del hispanobrasileño para que Silva descorchara el champán. El primer gol siempre hace ilusión.

La velada quedó para el disfrute de Lopetegui, al que correspondieron los chicos en ese instinto natural de querer gustar al nuevo líder. España ofreció frescura, presionó y se tomó el choque como un partido de fase final. Del once inicial destacó especialmente la presencia de Vitolo, pues se espera que Koke y Thiago, titulares, sean de los fijos en esta nueva novela. Por cierto, muy bien lo hicieron ambos, fundamental que asuman más peso en el dibujo.

También queda claro que Álvaro Morata es, en estos momentos, el «9» de España, una apuesta eurocopera de Del Bosque a la que se le dio continuidad en Bruselas. Con todo, del guateque belga lo peor fue la lesión del madridista, que se tumbó en el césped a los 24 minutos después de recibir un trastazo en el muslo. Adiós Morata, hola Diego Costa.

Costa, tampoco ahora

De Costa se puede escribir en cada partido una pieza ya que siempre tiene historia. Se perfila como segunda opción de Lopetegui y en este capítulo recién estrenado sigue con la misma puntería. Su porcentaje como español es nefasto, un acierto en once internacionalidades y cientos de muecas y lamentos. Nadie le puede reprochar su esfuerzo y es recurrente usar el «lo intentó» en cualquier análisis, pero los atacantes están, básicamente, para justificar el oficio del gol, que es precisamente lo que él hace con el Chelsea. Con España, nada de nada.

En resumen, notable alto para la selección de Lopetegui, redondeada la faena con el debut de Saúl y el segundo tanto de Silva. Fue de penalti, así que queda claro quién es el especialista. Al menos, cuando no esté Andrés Iniesta.