Selección española

Iago Aspas, gen de barrio para España

El delantero de Moaña, muy arraigado a su pueblo y máximo goleador nacional del curso, lucha por ser el «9» del Mundial

Aspas, durante el entrenamiento de la selección española del martes EFE
Enrique Yunta

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Iago Aspas es quien es gracias a una mentirijilla, piadosa en cualquier caso e indultado pese a su engaño. Cuando era un crío, un chico menudo y desgarbado de Moaña, se presentó a las pruebas del Celta de Vigo y comprobó que los otros 200 niños que soñaban con vestir de celeste eran mayores que él. Se examinaba a los nacidos en 1986 y Iago Aspas es del 1 de agosto de 1987, así que su tío, que fue quien le acompañó porque sus padres no tenían coche, le dijo que dijera su fecha de nacimiento, pero que se pusiera un año de más. Con unas botas de fútbol sala y en un campo de césped sintético, cogió la pelota, realizó los ejercicios que le exigieron y media hora después ya recibió una oferta para entrar a formar parte de la cantera viguesa. Hoy, con 30 primaveras, es el héroe del Celta y uno de los 23 de Julen Lopetegui para defender a España en el Mundial de Rusia.

«Me lo he ganado», defiende Aspas con cierto orgullo . En la lista de máximos realizadores de esta Liga aparecen los de siempre –Messi (34 goles), Cristiano Ronaldo (26) y Luis Suárez (25)– y justo después Iago Aspas, que por segundo año consecutivo es el goleador nacional (22 dianas esta vez) . «He trabajado mucho durante este último año y ha ido muy bien», expuso ayer el delantero en Las Rozas, feliz porque vive por primera vez la experiencia de un gran torneo con España.

En cierto modo, Aspas es un jugador de eclosión tardía , muy mejorado y sensato con el paso del tiempo. Después de una formación no exenta de trabas –se tuvo que ir cedido como juvenil al Rápido de Bouzas y muchos dudaron de que tuviera el físico apropiado como para llegar a la élite–, debutó con 25 años en Primera con el Celta después de tocar antes el cielo en aquella tarde de junio, salvando al equipo del descenso a Segunda B con su doblete ante el Alavés. Ahora, embarcado en el sueño de la segunda estrella, echa la vista atrás, piensa en las tardes lanzando la pelota al portal de su casa de Moaña y alucina.

«Del Mundial me acuerdo de Luis Enrique cuando sale sangrando del campo. Tendría seis o siete años», relata el protagonista en un viaje hacia Estados Unidos 1994, época de Javier Clemente y en donde España vivía instalada en la furia y en la maldición de los cuartos. El presente obliga a pensar en algo más porque la selección ya sabe lo que es ganar y porque tiene mimbres como para competir con las mejores, con Aspas en la pelea por el «9» del combinado nacional. En sus ocho internacionalidades, debutante en la era Lopetegui (fue en Wembley, nada menos), ha marcado cuatro tantos, aunque solo una vez ha estado en el once inicial. «Me gustaría jugar todos los partidos de titular, no te voy a engañar. Pero entrar como revulsivo es una virtud que el míster ve en mí».

Aspas es de esos futbolistas de talento evidente, pero que, por lo que sea, solo explota cuando está en casa , cerca de los suyos. Pasó sin pena ni gloria por el Liverpool (competía con Luis Suárez, Sterling y Sturridge) y por el Sevilla antes de regresar a lo grande alCelta, con quien tiene contrato hasta 2022 con una cláusula apetecible: cuesta 40 millones y muchos equipos llaman a la puerta. «Nunca sabes lo que va a pasar mañana, pero yo estoy centrado en la selección».

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