Bulgaria-Inglaterra

El escándalo de racismo, fuego cruzado y dimisiones que sacude al fútbol de selecciones

El primer ministro de Bulgaria fuerza la renuncia del presidente de la Federación tras los insultos xenófobos durante el partido ante Inglaterra

EFE

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Terminado el partido entre Bulgaria e Inglaterra, un duelo sin mayor historia entre el colista y el líder del grupo H que se resolvió como se temía (0-6) , la noticia estaba donde nunca debería. El racismo, otra vez. Y el fútbol, de nuevo vertedero de las frustraciones de tantos, azotado por un mal que se aferra a la vida como las cucarachas.

Hasta dos veces tuvo que detener el croata Ivan Bebek el encuentro disputado en el estadio Vasil Levski de Sofía. El motivo estaba en las gradas, donde un grupo de medio centenar de ultras se afanaba en menospreciar a los jugadores ingleses negros, hasta cinco en la noche del pasado lunes, con insultos y gritos imitando a monos. Rashford y Sterling , los dos en el once titular, se llevaron la peor parte.

Hubo consecuencias. La Federación inglesa lamentó en un comunicado los «aborrecibles cánticos racistas» que sus futbolistas sufrieron, al tiempo que solicitaba a la FIFA que abriera una investigación. El asunto traía cola: durante toda la semana se venía hablando de la posibilidad de que la xenofobia hiciera acto de presencia en el partido, y no sin motivo, pues la capacidad del estadio ya había sido reducida en 5.000 espectadores por culpa de los incidentes del mismo calado que tuvieron lugar durante el pasado mes de junio, en los envites frente a la República Checa y Kosovo.

Bulgaria, por su parte, quiso quitarse el muerto de encima, e incluso terminó poniéndole apellido: Borislav Mihailov . A ese nombre responde el hasta ayer presidente de la Unión Búlgara de Fútbol, un hombre cuya cabeza pidió (y se cobró) el primer ministro, Boyko Borissov, a través de su perfil de Facebook. Las formas no parecen las más adecuadas para una reacción de la trascendencia que se pretendía, pero fue suficiente para lograr el efecto pretendido. «Es inaceptable para Bulgaria, que es uno de los países más tolerantes del mundo y donde gente de diferentes etnias y religiones viven en paz, ser asociado con racismo y xenofobia», se justificó el político. En un primer momento, la Federación se consoló afirmando que la política no estaba capacitada para «interferir» en lo que concierne a la pelota. Nada de eso.

La posición de Bulgaria se debilita a la luz de declaraciones como las que hicieron sus futbolistas o su seleccionador, Krasimir Balakov , quienes aseguraron no haber escuchado nada. Es más, el técnico se quejó por lo que consideró unas «palabras inaceptables», las que a su criterio dirigió un sector de la afición visitante a los suyos, y acusó al fútbol inglés de ser origen del verdadero racismo, algo que a su juicio «es normal porque es un país grande con una población muy diversa». Sterling le reprendió rápidamente en Twitter: «Mmmmh... no estoy muy seguro con esto, jefe».

Bulgaria tiene desde 2017 a Rumen Radev como presidente. Es un ex alto cargo del ejército búlgaro, piloto de aviación y manifiesto prorruso que se plantó en el gran sillón de la política del país sin experiencia alguna en la materia. Una pieza más en el viraje populista que afecta a otros tantos países del Este de Europa.

Condenas de por vida

Por otro lado, la UEFA anunció a última hora de la tarde de ayer la apertura de un expediente por lo sucedido, al tiempo que Gianni Infantino , presidente de la FIFA, firmaba un comunicado en el que hacía un llamamiento a todos los órganos rectores del fútbol para que se unan al organismo «y piensen juntos en formas nuevas, más fuertes y eficaces de erradicar el racismo en el fútbol». Entre esas medidas está la propuesta de prohibir de por vida la entrada a estadios de fútbol a quienes sean condenados por racismo.

Sterling, que ya tiene callo en esto de recibir insultos, dio la medida de su fastidio en su cuenta de Twitter: «Lamento que Bulgaria esté representada por tantos idiotas en su estadio» . El pasado mes de diciembre, en un partido en Stamford Bridge, ya sufrió de lo lindo los impulsos cavernarios de un grupo de aficionados del Chelsea. En aquella ocasión, escribió un texto en el que responsabilizaba a los medios de fomentar pensamientos de este pelaje al tratar de forma desigual a los futbolistas negros.

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