Ángel María Villar y Joseph Blatter
Ángel María Villar y Joseph Blatter - efe
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«Yo no dormiría muy tranquilo si fuera Villar»

Thomas Kistner, que lleva veinte años investigando la corrupción en la FIFA, está convencido de la implicación del presidente de la Federación Española

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Once de junio de 2010. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, recibe a los futbolistas españoles campeones del mundo para entregarles el trofeo. Los flashes centellean en Johannesburgo. Es la cima de la felicidad, no solo para los jugadores, sino también para el alto directivo, que disfruta de la fiesta sabiendo que el mundo entero posa sus ojos en él. Describiendo esta escena comienza «FIFA Mafia», de Thomas Kistner, periodista alemán que conoce como nadie los secretos de la organización deportiva más grande del mundo. Kistner realata en su libro cómo la corrupción, los sobornos y el chantaje forman parte de la historia de la FIFA y de sus protagonistas.

España recuerda aquel Mundial de Sudáfrica en el que alcanzó la gloria, pero su historia con la cita más importante del fútbol no siempre tuvo un final feliz.

En Corea-Japón 2002 la situación fue diferente: una controvertida decisión por parte del árbitro egipcio Gamal Mahoud Ahmed Al-Ghandourdejó a la selección de José Antonio Camacho fuera de la competición. Una serie de malas decisiones que los españoles no olvidarán. «Es imposible pensar que una persona pueda cometer tantos errores como el árbitro en ese encuentro. Pero imaginemos el caso de que se dieran. Es imposible que solo favorezcan a uno», sentencia Kistner, quien más adelante asegura: «Los choques entre España-Corea e Italia-Corea despertaron una gran polémica dentro de la FIFA. Les hizo pensar en qué árbitro iba a dirigir la final para evitar más complicaciones que pusieran la competición todavía más bajo sospecha».

Pero para el periodista alemán el problema no solo radica en las irregularidades que se sucedieron a en el Mundial de 2002 y en el de Alemania 2006, en los que Blatter sintió el abucheo y la reprobación del público, sino en que estos actos se esfumen sin consecuencias. «Al final, más allá de las quejas, nada cambia. Principalmente porque es una acción típica del fútbol la de cubrirse entre todos. De los encuentros arreglados previamente se ha hablado siempre. De hecho, es posible que los próximos casos que se destapen sean sobre amaños», dice.

La FIFA atraviesa días que jamás se imaginó que podía llegar a vivir cuando desde las entrañas de la organización se gestaban los negocios más oscuros del mundo del fútbol, pero un día el volcán entró en erupción. « Algo no funcionaba desde hacía tiempo en la FIFA, todos estos temas tenían que ver la luz más tarde o más temprano y eso que no tenemos ni el 5% de lo que está por salir», advierte el investigador en su conversación con ABC.

Entre todos los protagonistas de esta historia aparece un nombre conocido para los españoles, el de Ángel María Villar, directivo de peso en la FIFA y presidente de la Federación Española de Fútbol. Para Kistner, Villar está lejos de ser un actor secundario. Más bien, reconoce, tiene una implicación evidente teniendo en cuenta que es vicepresidente del organismo. «Es una figura lo suficientemente importante como para estar ajeno a los casos de corrupción. Sería muy inocente pensar que después de tantos años dentro del círculo más íntimo no tuviera ni idea». El autor va aún más lejos: «Yo no dormiría muy tranquilo si fuera Villar».

El espeso muro de silencio que protegía los secretos de la FIFA empezó a fisurarse con el libro de Kistner. El texto desmenuzó la «arquitectura mafiosa» armada por Blatter en sus 14 años al frente de la multinacional del fútbol que, según sus investigaciones, totaliza ingresos anuales por valor de mil millones de euros. Un Blatter aún poderoso, pero que ha perdido el peso que supo tener entre los mandatarios y en la esfera económica. Son muchos los que ahora reniegan de su cercanía con el expresidente. «Ya nadie quiere el dinero de la FIFA», asegura Kistner.

Disminuido y señalado por los escándalos, Blatter, «el mayor responsable de la corrupción en la FIFA», volvió a presentarse a las elecciones para continuar en su cargo. Una jugada arriesgada, pero en la cual «se veía victorioso», una vez más como en los últimos 34 años. «Volvió a presentarse porque necesitaba hacerse con las oficinas. La clave esta ahí, en saber cuánto gana anualmente, y los papeles podían confirmarlo», sentencia Kistner a la vez que agrega un dato clave. Hasta 2013, cuando hubo cambios dentro de la FIFA, solo Blatter tenía el poder para firmar cualquier tipo de documento en nombre de la organización. ¿Qué pasaría si otra persona tomara posesión de las oficinas y de los libros de contabilidad? Para Kistner está claro: «Importaba lo que había allí dentro, no podía ser otro quien accediese».

El sistema hermético puesto en marcha por la FIFA pudo funcionar casi sin tropiezos hasta que comenzaron a surgir las denuncias provocadas por la atribución de las sedes de los próximos mundiales. Qatar y Rusia, beneficiadas en la elección, han sido el primer paso dentro de una investigación de posibles casos de corrupción. A pesar de ello, Kistner no imagina un cambio en el lugar de la cita, pero sí uno más profundo. «No creo que cambien, pero mi pregunta es si en 2022 seguirá existiendo un torneo de la FIFA».

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