Gran Premio de Canadá

Otro mordisco de Hamilton

Gana su segunda carrera consecutiva después de anular a Rosberg. Gran tarde de Sainz, noveno. Alonso, undécimo

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Hamilton le ha dado otro mordisco a un Mundial que parecía anestesiado por los éxitos de Nico Rosberg. Segunda victoria consecutiva del inglés después de su éxito en Mónaco. Mucho Hamilton como para desplazarlo a un lado como si fuera un trasto viejo para un piloto como Rosberg que no ha demostrado jerarquía suficiente. Soñó Ferrari durante muchas vueltas con hincar el diente al inglés, pero no. El coche de Vettel no llega al Mercedes, como no llegaba cuando lo conducía Alonso. Fue una gran carrera de Carlos Sainz en Canadá, una soberbia remontada desde el puesto veinte al noveno. Alonso, sin velocidad en el motor Honda del Mclaren, concluyó undécimo.

La salida del GP en Montreal decretó una realidad nueva.

Un Ferrari que se coló entre los dos Mercedes como una anguila en el riachuelo. Vettel se sintió propietario del destino de la F1, como cuando era el pasajero de aquel Red Bull.

Pero el circuito de Montreal es blanco y en botella. Un trazado propicio para el motor, velocidad y fuertes frenadas. Y el mejor propulsor es el Mercedes.

Así lo impuso Hamilton, quien se merendó sin contemplaciones a Rosberg en la salida. Fue la señal. No lo tiene miedo y tampoco lo respeta mucho. Lo echó hacia la hierba en una maniobra al límite. Rosberg tuvo que remontar y Hamilton, sin estrategias raras, fue cocinando su victoria frente a Vettel.

El alemán volvió a enseñar malos modales y soberbia al volante. Cuando era líder soltó un lamentable «quitad esos coches de ahí» sin tener en cuenta que esos coches los conducían pilotos que también querían hacer algo con su vida.

Ganó Hamilton sin una gran oposición mientras Carlos Sainz bordó una actuación sobresaliente. Salió desde la posición 20 y acabó el noveno. Fue magnífico y espectacular el rendimiento del español, que no cometió un solo error y rodó con furia después de su pequeño borrón del día anterior.

McLaren no tiene velocidad en las rectas. Sufre cuando el circuito obliga a estirar el coche muchos metros sin frenar. Lo comprobó Alonso, a quien le costó un mundo mantener esa undécimo posición final. Su compañero, Jenson Button, no terminó la carrera por una rotura de su motor Honda.

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