Ciclismo

Mathieu van der Poel, el nietísimo triunfal de Poulidor

El holandés, que vence en ciclocross y bici de montaña, es la sensación del año y uno de los favoritos para ganar la Amstel Gold Race

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Desde que nació convive con la presión de su prestigioso árbol genealógico, pero no parece que eso altere su rendimiento en cualquier tipo de bicicleta. La sensación de la primavera ciclista, Mathieu van der Poel, es hijo de un corredor de enorme reputación, Adri van der Poel –triunfador en el Tour de Flandes, Lieja-Bastogne-Lieja o Amstel Gold Race–, pero sobre todo es el nieto del segundón más glorioso de la historia de este deporte, Raymond Poulidor, ocho veces visitante del podio en el Tour de Francia y nunca su poseedor. El cachorro holandés de 24 años causa furor allá por donde pisa en este invierno: ha ganado 31 carreras de 33, incluyendo títulos europeos y mundiales de ciclocross, una modalidad en la que aplasta a sus rivales. Mathieu Van der Poel ha impactado en su tránsito a la carretera del sector profesional con un equipo de segunda división (Corendon Circus): etapas del Tour de Antalya, Circuito de la Sarthe, el GP de Denain, A través de Flandes (prueba del World Tour) y la Flecha Brabanzona. Hoy debuta en la Amstel Gold Race y es uno de los candidatos.

Cualquier vaticinio optimista declararía que asistimos al nacimiento del ciclista total . Un prodigio global que no tiene adversarios en el ciclocross, que asombra al personal en el pelotón de las estrellas de la ruta y que piensa en medallas en la bicicleta de montaña en Tokio 2020. Tres disciplinas diferentes para un ciclista de potencial infinito al que ya se rifan los principales equipos del World Tour.

«Siempre he vivido con la presión, así que eso ya no me afecta. Me gustan más el ciclocross y la mountain bike», se presenta el holandés nacido en Bélgica (Kapellen) cuyo padre, Adri, fue un clasicómano de prestigio que nunca alcanzó la singular fama de su suegro, el perdedor más aclamado de la historia.

Raymond Poulidor, el célebre Pou Pou, consiguió 184 victorias en 17 años, incluyendo la Vuelta a España de 1964 y siete etapas del Tour, pero pasó a la posteridad como icono de la derrota. Subió más veces que nadie al podio en el Tour (tres segundos y cinco terceros), pero nunca pudo con Anquetil, adinerado y frío contrarrelojista, o «el Caníbal» Eddy Merckx.

Mathieu van der Poel mejora a sus antepasados. Ha irrumpido como lo hicieron los prodigios del ciclismo llamados a dominar una época: Frank Vandenbroucke, Pantani o Berzin. Un talento natural, cuya facilidad táctica y relajación para competir confunden al pelotón. Corre sin contemplaciones. Fue cuarto en el Tour de Flandes después de estamparse contra el asfalto.

«No me molesta que me designen favorito, pero es exagerado», dijo ayer ante la Amstel Gold Race, la clásica holandesa de las 35 cotas a la que aspiran Valverde, Alaphilippe, Gilbert, Sagan, Kwiatkowski o Wellens, pero que solo tiene un protagonista en la previa: el nietísimo de Poulidor.

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