Deportes de combate

La redención de «Wan» en la cuna del muay thai

El peleador canario Juan Montenegro partió hacia Tailandia hace más de una década buscando huir de las calles de Las Palmas. 180 combates después, es una referencia para la hornada de los jóvenes luchadores españoles del arte tailandés

El luchador de muay thai canario Juan Montenegro emigró a Tailandia para redimirse de las calles ABC
Álvaro G. Colmenero

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Viajar hoy en día a Tailandia está al alcance de muchos deportistas deseosos de forjarse un futuro deportivo en el muay thai . El descenso en el precio de los billetes de avión y la apertura de la barrera psicológica de los tailandeses hacia los «farang» o extranjeros han permitido que a lo largo del año numerosos españoles aterricen en el país asiático para desarrollar sus capacidades en el arte tailandés. Sin embargo, hubo una época donde todo era más complicado. Y, allí, con la ayuda inestimable de Mario Vega, uno de los precursores en estos menesteres, se plantó Juan Montenegro (Las Palmas, 1984) , más conocido en el entorno deportivo como «Wan» .

En su etapa adolescente, Wan era lo que se cataloga como un chico de la calle. Y las calles de Las Palmas a finales de los 90 no eran una buena herramienta para encauzar un camino vital exitoso. Nunca fue amigo de los libros en su etapa escolar y era un joven algo conflictivo. «Sabía que tenía que cambiar, que no podía seguir así», reconoce a ABC desde Tailandia. Un gimnasio tuvo la culpa de ello. Cerca de su casa, había un centro deportivo donde Mario Vega enseñaba muay thai. Allí fue a probar y le cambió la vida. Una redención a la vida callejera que tuvo como destino Tailandia . «Mi objetivo era prácticamente el que tienen todos los luchadores de muay thai, ir allí, ganar experiencia y ser campeón».

Lo cierto es que Wan ha logrado una plena integración con el paso de los años, además de grandes victorias en estadios del antiguo Reino de Siam , aunque reconoce que su eterno maestro ha tenido gran culpa de ello. «La integración fue fácil porque Mario Vega me enseñaba el idioma y me facilitó todo». Tanto fue así que adoptó como segundo nombre de competición el de su maestro: «Wan Mario». Su día a día en la cuna del muay thai está ligada fervientemente a este deporte. «Mi vida está centrada cien por cien a mi familia y al muay thai. Hace muchos años probé a abrir una tienda y a hacer de guía turístico, pero lo que realmente me hace feliz es el muay thai», insiste.

180 combates después, Wan es un luchador bravo y conocido en aquel entorno, pero anónimo para el público general debido al perfil bajo que siempre ha mantenido. «Nunca me ha gustado llamar la atención, siempre he sido una persona muy reservada ». Con el paso del tiempo, ha ido abriéndose para adaptarse a las nuevas tecnologías. «Conocí a una persona que ahora es mi hermano del alma, Marco Antonio Ruiz Calles, y él siempre me decía que subiera cosas a las redes sociales, que mucha gente preguntaba por mí, que querían saber de mis peleas y, poco a poco, me he ido metiendo en las redes», explica en exclusiva a este diario.

«El muay thai no es para matones»

Después de tantos años mimetizado con el ambiente tailandés, Wan encuentra su motivación en el crecimiento diario como persona y como luchador. El canario agradece todos los beneficios recibidos por la práctica del arte tailandés. «Lo que más ha hecho es quitarme de la mala vida, de la calle . El muay thai me lo ha dado todo, mi vida, mi mujer y mi hijo. Lo es todo». Una redención a un proyecto vital cercano al hampa que hoy ha propiciado que un español nacido en Las Palmas sea un referente para la hornada de nuevos jóvenes valores de este deporte.

Como ejemplo en el que fijarse –aunque él nunca se refiere a ello–, trata de defender los deportes de contacto en general y el muay thai en particular con argumentos. «Siempre hay algún macarra que viene a entrenar para coger una base, pero normalmente esa gente no suele durar más de dos o tres meses. La gente que de verdad quiere el muay thai son muy sociables y muy nobles, son deportistas que buscan la mejoría y son positivos. Los que de verdad aman el muay thai, no lo usan para peleas callejeras. Tienen un sacrificio muy alto, y una responsabilidad muy elevada . Lo llevan dentro». Wan es consciente de que los conocimientos aprendidos en un arte marcial conllevan un uso responsable. «El muay thai no es para matones, es un arte marcial o una defensa personal que se puede utilizar como un modo de vida saludable».

Este canario, afincado desde hace 15 años en el antiguo Reino de Siam, ha demostrado que con constancia uno puede espantar a sus demonios. Y que los deportes de combate son un buen elemento de disuasión de la maldad. La pelea continúa.

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