Golf

Masters de Augusta, un juego de dardos

Con el campo más lento que de costumbre por las fechas y las lluvias, los greens han perdido su emoción de antaño

EP

Miguel Ángel Barbero

Si hay algo que ha carecterizado al Masters de Augusta a lo largo de los años ha sido la rapidez de sus tapetes . No era extraño ver a los jugadores apuntando a las espaldas de los hoyos para imaginar unos putts de caídas imposibles que a la postre finalizaran en el fondo de las cazoletas. Sin embargo, en esta edición de 2020 tan atípica no se están produciendo esas imágenes, sobre todo por dos factores: el cambio de fechas de abril a noviembre (en el que las bolas ruedan menos por no poder someter a la hierba a tanta presión de corte) y las lluvias que no están dejando de caer sobre el estado de Georgia en estos días.

A causa de esto, los jugadores están aprovechando para tirar directamente a las banderas , confiados en que las pelotas acabarán al lado del objetivo al no salir disparadas hacia el fondo del tapete. Es más, en muchas ocasiones, debido a lo esponjoso que se ha quedado el terreno, se quedan clavadas en sus propios impactos, los que a la postre les proporciona unos putts mucho más cercanos y cómodos.

«Lo que he visto me ha recordado a una partida de dardos, donde la bola acaba donde apuntas; sin viento y sin picante en los greens, éste no es el National a su mejor nivel», comentó Jack Nicklaus con bastante descontento. Y esa sensación del mito viviente del golf mundial fue refrendada también por muchos de los propios participantes, aunque a ellos les hubiera beneficiado a la hora de alcanzar unos resultados mucho mejores que de costumbre: las tarjetas recogidas el primer día fueron las más bajas desde hace veintiocho años (71,77 golpes), curiosamente bajo par, lo que indica la menor dificultad del recorrido. «Está siendo todo un poco extraño –señaló Xander Schauffele – porque puedes tirar directamente a ciertas banderas desde unos lugares en los que en circunstancias normales nunca lo harías».

Uno de los más beneficiados fue Louis Oosthuizen , que suplió de esta manera su desventaja en los primeros tiros al tener menos pegada que sus rivales. «Jugué varios hierros 4 y una madera 7 directos al objetivo y las bolas se quedaron clavadas en el bote, con lo que evité los retrocesos; creo que es lo más fácil que voy a encontrar nunca estas superficies, no tiene nada que ver con lo que había experimentado hasta el momento».

Recuperar la velocidad

El hombre que mejor conoce los resortes de estos greens es, sin duda, Tiger Woods. Las cinco chaquetas verdes que atesora le dan el ascendente suficiente como para saber que la situación no tardará en solucionarse y le da más importancia al hecho de recuperar la velocidad de antaño que a endurecer los golpes para que las bolas rueden lejos de los botes iniciales. «En la primera vuelta tuve más problemas con la lectura de la rodada que por el hecho de patear desde más lejos o más cerca. Son muchos años interpretándolos de una manera y en cuanto se aceleren un poco todo volverá a ser como fue», declaró el exnúmero uno mundial. Algo en lo que también confiaba otro ganador como Patrick Reed . «No me cabe duda de que con los medios que tienen en el National y el clima cálido que se avecina, en el fin de semana se verá un gran espectáculo».

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