Toros en Sanlúcar de Barrameda

Emilio de Justo se llevó el protagonismo en la reaparición de Manuel Díaz «El Cordobés»

El torero extremeño fue el gran triunfador de la corrida de Sanlúcar de Barrameda tras cortar dos orejas

Manuel Díaz «El Cordobés», Emilio de Justo y Enrique Ponce, este sábado en Sanlúcar de Barrameda Eva Morales

Jesús Bayort

Un photocall expresamente colocado para la ocasión aguardaba en el patio de cuadrillas la llegada de Manuel Díaz «El Cordobés» . Su reaparición estaba estudiada al milímetro: poco público en los tendidos y demasiados anunciantes en las colgaduras. Una contaminación visual fácilmente distinguible con el metro y medio que guardaban los 1.200 espectadores que se habían permitido. Habrá que preguntarle a los técnicos cómo es posible que en la plaza de toros de El Pino de Sanlúcar de Barrameda , con capacidad para 6.000 espectadores, quepan casi las mismas personas que las que anunciaba la empresa Pagé s para la Real Maestranza.

Centrados en el festejo, a nadie le sorprenderá que los focos tuvieran previsto un único protagonista : Manuel Díaz «El Cordobés». Pero ya conocen el refrán: « El hombre propone, Dios dispone y el toro lo descompone ». Cuando salió el de los rizos las ráfagas fotográficas menguaron y la relevancia la iba adquiriendo el «tapado» del cartel: Emilio de Justo . Tapado para el público menos versado, claro.

Entre la aciaga reaparición cordobesista y el infortunado lote poncista brilló el toreo del extremeño, que se mostró firme, seguro y torero con el mansito tercero. Un 'juampedro' con el que voló con soltura el capote y se comprometió con la franela. Rápidamente rehusó de Justo buscar los medios y cedió ante las exigencias de su enemigo, con una irremediable querencia hacia las tablas . Los tendidos quedaron prendidos por su compromiso, al alza tras el espectáculo del reaparecido . El gusto y la personalidad de Emilio de Justo brillaron pese a las irregulares embestidas, unas veces enclasadas, otras más espantadizas . Ejecutó un perfecto volapié que tumbó patas arriba a su antagonista y le valió parar cortar las dos orejas .

Volvió a mostrarse acertado con el enclasado sexto , al que toreó destacablemente despacio en una faena cargada de gusto y plasticidad , aunque le sobró tensión en su expresión y le faltó mayor naturalidad en los cites . Se precipitó con la espada y perdió posiblemente otros dos trofeos .

No parece haberle pesado el invierno a Enrique Ponce , que abría temporada como el que llega en pleno mes de agosto con media campaña a su espalda. Aprovechó el buen ritmo que tuvo el primer 'juampedro', despegado y bastito , pero rebosante de fijeza y nobleza. Una faena medida en el tiempo que tuvo sus mejores momentos en los compases iniciales, cuando el de Chiva le aprovechó la inercia con la muleta alta para remediar el principal defecto del toro : su altura y falta de cuello. El pinchazo le birló un trofeo.

Se tuvo que apretar los machos con el genio y la mala casta del cuarto . Un animal con el hierro de Parladé que fue desarrollando peligro y le exigió seguridad y mando. A mitad del viaje perdía el celo en los engaños y rebañaba hacia adentro . Ponce no desistió, pero nuevamente erró con los aceros y fue despedido con palmas.

Con el hocico por delante embestía el toro de la reaparición de Manuel Díaz «El Cordobés». Fino y recto de lomo, derrochó clase y alegría durante toda su lidia. Ni el prolongado encuentro con el caballo ni los continuos fallos técnicos mermaron su condición. Un animal idóneo para una faena entonada que se encontró con un Manolo Díaz falto de confianzas y facultades . Una estocada tendida y los complacientes ademanes le proporcionaron la primera oreja de la tarde .

En quinto lugar le tocó un basto y serio animal que se partió el pitón por la cepa de salida. Con el remiendo, que embistió con rectitud, volvió a mostrarse falto de recursos en el lanceo inicial. Fue castigado duramente en varas. Empezó su faena buscando al público. Dejó todo su empeño en la garganta , pero faltó mayor empuje desde el corazón. Conforme el toro iba aplomándose, más buscaba el matador la conexión con el respetable . Con sonrisas y diálogos fue enmascarando una faena de escaso contenido artístico . Dejó una habilidosa estocada, pero tuvo que hacer uso v arias veces del descabello . Dio una vuelta al ruedo.

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