Gran espectáculo de Los Maños en Las Ventas

El mayoral saluda una ovación al concluir la interesante novillada

Las Ventas

Efe

La ganadería de Los Maños ofreció este domingo un gran espectáculo en Las Ventas, con dos utreros de bandera y otros tres que llevaron también el interés a unos tendidos que acabaron sacando al mayoral a saludar y desesperándose también al ver como uno tras otro eran arrastrados con las orejas puestas.

Tuvo muchos pies de salida el primero, un novillo muy exigente, que ya en banderillas apretó de lo lindo a Cabrera, que pasó las de Caín en un tercio de lo más desigual, resuelto finalmente con dos "violines" casi a la remanguillé. Luego, en la muleta, no lo vio por ningún lado el almeriense, demasiado acelerado, tocándole siempre para fuera y quitándole la muleta antes de tiempo.

Eso no hizo otra cosa que el animal se violentara y se defendiera. Una pena, pues con otra puesta en escena, con más confianza, aquello hubiera sido otro cantar, ya que el de Los Maños no fue tan malo como pareció en manos del debutante.

El cuarto fue otro novillo encastado al que picó de manera infame el picador de turno. Pero a pesar de la tremenda sangría sacó raza el de Los Maños, tanto que acabó desarbolando por completo a Cabrera, que otra vez anduvo a la deriva en todos los tercios.

El primero de Isiegas era una auténtica pintura, ovacionado ya de salida, un novillo que empujó en el caballo en los dos encuentros que mantuvo después de que el zaragozano lo enganchara muy bien con el capote. El brindis al cielo a Ignacio Zorita parecía ser una declaración de intenciones de lo que podría venir después, aunque, la verdad sea cierta, aquello debió ser mucho mejor de lo que fue.

Isiegas se mostró muy templado con un novillo que embistió también muy despacio y humillado, pero la faena no acabó de romper del todo, primero por falta de ajuste y también porque tardó en ver que el secreto era echarle los vuelos y no abusar de tanta pantalla. Y es que cuando lo hizo brotaron muletazos de muy buen aire, pero, claro, ya era demasiado tarde.

El quinto también se dejó aun faltándole un poco más de fondo que a sus hermanos. Isiegas volvió a tratar de hacer las cosas despacio en una labor excesivamente larga para el poco eco que tuvo.

Barbero sorteó en primer lugar un novillo de finísimas hechuras y, algo aún mejor, con muy buen aire ya desde que se hizo presente en el ruedo, algo que corroboró después en el último tercio. Novillo cumbre, para coronarse haciéndole bien las cosas.

Y el abulense, todo disposición, le fue cogiendo el aire a medida que transcurría la lidia, y, aunque hubo los desajustes propios de la poca pericia, estuvo digno con él en una faena en la que hubo pases estimables sobre todo por el izquierdo, un pitón para pagar la entrada de un cortijo. El sainete con la espada ya no fue de recibo ante un animal al que llegaron a pedir hasta la vuelta al ruedo.

El último fue el más desabrido, y Barbero aquí quedó inédito. Silencio para él y gran ovación final al mayoral, que tuvo que salir al ruedo a saludar.

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