Las dos espeluznantes cogidas que sobrecogieron a la plaza de Manizales

Román y Álvaro Lorenzo resultaron prendidos con la corrida de Santa Bárbara

Álvaro Lorenzo, prendido por el manso sexto Efe

ABC

Una corrida de Santa Bárbara, que comenzó arriba y terminó bien abajo, se interpuso en las aspiraciones de los alternantes de la tercera de abono de la Feria de Manizales : los diestros Ramsés, Román Collado, el único en cosechar el favor popular, y Álvaro Lorenzo, que terminó corneado con pronóstico reservado. Tanto el toledano como el valenciano fueron prendidos, en el caso de Lorenzo de modo espeluznante.

Lo que prometió ser se quedó en ilusiones en la tercera corrida del abono manizaleño, todo por cuenta de un encierro de Santa Bárbara que no tuvo cómo sostenerse en el firmamento para terminar de bruces en los dos últimos tercios de la corrida, informa Efe.

Las esperanzas se abrieron con la ovación de salida al primero, un bello jabonero sucio muy serio, que pudo irse hecho un recuerdo de época si Ramsés acierta con la espada, cosa que no sucedió pronto. Hubo química y física en una faena templada y de cadencia, en la que quizás el único reparo estuvo en la mano izquierda, donde ambos se pusieron menos de acuerdo. Faena importante.

Los toreros socorren a Lorenzo tras ser cogido por el sexto toro de Santa Bárbara Efe

Duelo de bravos en el segundo , ese encastado de Santa Bárbara plantó pelea en los medios, de donde nunca se fue. A esa emoción se sumó Román con su inagotables voluntad y entrega . Y, aparte, poniéndose en terrenos que valen, un inexplicable cero como consecuencia de la mala puntería. Dos avisos y palmas para repartirse entre ambos.

En cambio el incómodo tercero frustró el camino de entrada que Álvaro Lorenzo quería trazar en la Monumental de esta ciudad. Los detalles con el capote y esa mano baja, muy baja, convencieron a los descreídos. Palmas.

Con el cuarto, corto de embestidas y de alma, Ramsés no se cansó de porfiar, hasta sacar los medios muletazos que el animal tenía por ambos pitones. La plaza, como el día, comenzó a enfriarse. Más aún tras los desatinos con el estoque.

Y en el quinto, embistió a Román , que se hizo todo voluntad y entrega en persecución de un manso al que siguió por todo el anillo para dejarlo en evidencia, pero además sin renunciar al compromiso ese de lidiar y dar de muerte. Ovación justa.

Y quedaba un escaño inferior más, ese que debió pisar Álvaro Lorenzo ante un sexto que supo ir en retroceso hasta convertirse en manso con peligro para echarle mano y mandarlo maltrecho de vuelta al hotel.

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