Oreja para Álvaro Lorenzo y Varea en Villaseca de la Sagra

En la segunda del Alfarero de Oro

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Los novilleros Álvaro Lorenzo y Varea cortaron una oreja cada uno en la segunda novillada del ciclo del Alfarero de Oro celebrado en la localidad toledana de Villaseca de la Sagra.

Cinco novillos de Fuente Ymbro y un sobrero -el cuarto- de El Ventorrillo, de feas hechuras en cuanto a cornamentas, con todos los novillos abriendo las caras en mayor o menor medida. Manejables en general pero faltos de emoción los de Fuente Ymbro, y deslucido y rajado el de El Ventorrillo.

Álvaro Lorenzo, ovación y oreja.

Ginés Marín, ovación y ovación tras dos avisos.

Varea, oreja y silencio.

La plaza registró tres cuartos de entrada.

La novillada de Fuente Ymbro lució hechuras francamente mejorables en cuanto a alzada y disposición de pitones.

Altos de cruz y abriendo las caras, no molestaron a sus matadores, pero tampoco ofrecieron embestidas suficientes para redondear el toreo ligado, largo y por abajo.

Tanto Álvaro Lorenzo como Ginés Marín pudieron manifestar dos caras de sus tauromaquias; la del clasicismo y la del arrimón. Sin embargo no rubricaron el buen nivel de sus faenas con la espada, con la que fallaron repetidas veces.

Álvaro Lorenzo meció con suavidad y cadencia el capote en el recibo a su primero, un ejemplar con clase al que plantó cara con una torería natural nada impostada.

Con la muleta protagonizó fases de toreo de trazo largo, algo perfilero, de mucho compás. Resultó esclarecedora la firmeza con la que afrontó un achuchón que sufrió cuando el novillo se paró a mitad de embestida, miró al novillero, dudó, y Lorenzo aguantó estoico la tarascada.

El sobrero de El Ventorrillo, que saltó al ruedo tras partirse el titular un pitón por la cepa, dejó ver la firmeza de plantas de un novillero que avanza con solvencia y decisión hacia la alternativa, aunque no así demasiado toreo.

Ginés Marín puso de manifiesto su sólida intención de triunfo en el vistoso quite que realizó a su primero, un utrero rebrincado y de escasa clase. En el último tercio hubo entrega y decisión, arrimándose como un león cuando el novillo se vino abajo.

El quinto de la tarde tuvo calidad pero el fuelle escaso. Estuvo en todo momento por encima de su oponente con una faena dilatada que no pudo ser lucida, pero sí maciza y plena de ambición.

Varea fue el autor de un primer trasteo de toreo sobrio en el que lo mejor de su actuación llegó toreando al natural al tercero, el mejor novillo de la tarde, además del más terciado de carnes, si bien su labor adoleció de profundidad.

En el sexto abrevió ante la sosería de su oponente y la falta de conexión con los tendidos.

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