CRÍTICA DE TEATRO

«¡Ay, Carmela!»: maneras de estar muerto

La obra de José Sanchis Sinisterra sube de nuevo a escena en una puesta en escena de Fernando Soto

Cristina Medina y Santiago Molero Laura Ortega

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Fernando Soto delimita muy bien los espacios en que transcurre esta tragicomedia con fantasmas, pues lo es, de sí mismo, el Paulino al que se aparece Carmela, su compañera artística y sentimental asesinada en la Guerra Civil durante el espectáculo que, para sobrevivir, ambos se ven obligados a representar ante el general Franco y sus tropas en Belchite.

Es muy interesante la lectura plástica de esta pieza, la más popular de José Sanchis Sinisterra , que, treinta años después de su estreno, mantiene fresco su vigor dramático y su mensaje de dignidad y derrota. El espacio delimitado por una gran lámina de piedra gris, que evoca a la vez una pizarra y un paredón, es un perfecto lugar sin límites donde, entre la ensoñación y la pesadilla, entran en contacto el más allá y el mundo de los pretendidamente vivos, al que, en unas transiciones muy marcadas, la Carmela resucitada por Paulino en sus melopeas se asoma reptando, pues cada uno tiene su manera de estar muerto. Vibrante trabajo el de Cristina Medina y Santiago Molero .

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