Música

Salvador Sobral: «Tuve un millón de fans y ya van quedando los que me escuchan»

El cantante y compositor portugués llega este martes 21 de julio al Singular Fest, en la plaza de España, para presentar «Alma nuestra»

Salvador Sobral en una imagen reciente EFE/Emilio Naranjo

Luis Ybarra Ramírez

Vivió en Lisboa, donde nació, estudió un curso escolar en California y, cuando tuvo edad, se marchó de Erasmus a Mallorca para perder el Norte de la Psicología entre los hoteles, los bares y el público que le animaba a derramar algo más de su magia al día siguiente. Abandonó entonces su carrera original para profundizar en la música, oficio al que se dedica cada día desde las tres de la tarde, con puntualidad de campanero. Tiene amigos por todo el mundo: venezolanos, catalanes, gaditanos... Y empatiza tanto con ellos que cambia el acento en función de quien tenga enfrente, por eso ahora habla con un andaluz alto y claro antes de presentar «Alma nuestra» en la plaza de España este martes 21 de julio dentro de la programación del Singular Fest: «todos tenemos muchas ganas de disfrutar por un rato , de escaparnos de la realidad por unas horas. Como sociedad nos lo merecemos y será un placer participar en esto con la complicidad del pianista Víctor Zamora, el contrabajista Nelson Cascais y el percusionista André Sousa».

Su vida, en los últimos años, ha virado en múltiples ocasiones, con rumbos a veces amargos, celestes y bravos: «Me cambió en 2017, cuando gané Eurovisión . Yo estaba contento cantando en pequeños espacios, con mis amigos, y, de pronto, me hice famoso, algo con lo que siempre se bromeó en mi entorno. Mis seguidores se han ido filtrando, ya no estoy en el centro del mundo y quienes van a mis conciertos lo hacen porque les gusto de verdad y sienten de corazón mi música. Me cambió de nuevo ese mismo año cuando me trasplantaron el corazón y estuve seis meses en el hospital. La vida después del trasplante, con salud, por suerte, también es diferente. Y me ha cambiado, como a todos, con esta pandemia. Es decir, que me ha cambiado muchas veces y tal vez lo siga haciendo», explica con la mente vadeando de un recuerdo a otro.

«He compuesto un disco entero desde que comenzó la pandemia»

Durante el confinamiento, estuvo en Lisboa. El planeta se tropezaba, caía al suelo sin saber dónde poner las manos mientras él trabajaba con una productividad envidiable desde su habitación: «He compuesto un disco entero desde que comenzó la pandemia. Me he sentado en el ordenador y junto a mi amigo Leo Aldrey, que estaba en Barcelona, he hecho las canciones que espero que vean la luz el año que viene. Soy poco romántico a la hora de escribir. Soy práctico. Antes, dejaba que me viniera la inspiración, pero no solía llegarme nada, así que ahora me siento y sé que tengo que crear, así no dependo de nada y tengo una rutina . Es un proceso forzado que en mí tiene sus resultados: en este caso, ¡un disco entero! Aunque habrá porquería que quitar».

Influencias

Sus influencias son tan diversas como los lugares en los que ha vivido. Tiene al país luso tatuado debajo del paladar, pero gusta del bolero, el jazz, la música latinoamérica y el flamenco : «Silvia Pérez Cruz es una gran referencia para mí, aunque he de decir que estoy un poco obsesionado con Arcángel; a ver si en un futuro tengo la oportunidad de sacar adelante un proyecto con él. ¿Cómo llega cantando tan alto y tan bajo, a unos tonos imposibles como si no le costase? Es que no lo entiendo. «Ropavieja» es mi disco favorito suyo, pero, en general, me apasiona todo el flamenco».

«Me apasiona el flamenco y estoy obsesionado con Arcángel»

En «Alma nuestra», su último álbum, sin embargo, ha preferido hundir las palas de los remos en el agua del cabo da Roca para partir hacia el repertorio más popular e intimista de la otra orilla del Atlántico: «Conocí la música cubana a través de un brasileño . Me enseñó a Bola de Nieve y este me impactó muchísimo. Después, descubrí los orígenes de los estilos cubanos, también mexicanos, José Antonio Méndez... Lo especial del latin jazz en el que nos hemos metido es que posee un aire americano, pero con unos textos mucho más profundos, más humanos y viscerales, absolutamente desgarrados. Hemos versionado, por ejemplo, “Tú mi delirio” o “Si me pudieras querer”. En castellano, claro».

Lejos de la prensa que busca titulares llenos de sangre, con víctimas y relatos elocuentes, «algo por lo que sufrí bastante cuando estuve delicado de salud, pues muchos quisieron sacar provecho de mi situación», arma su trayectoria con la conciencia de un tipo que ya era feliz cuando se estremecía a la luz incierta de las velas de un club nocturno, desde el anonimato . Por eso no le importan las masas, sino que los muchos o pocos que le miren al subirse a un escenario lo hagan con intensidad, sin intenciones sensacionalistas. «Tuve un millón de fans y ya van quedando menos, solo los que me escuchan» . De momento, le esperan ochocientas personas en Sevilla con el tarareo de Benny Moré en los labios: «Oh, vida». Una noche de recreaciones, nostalgias y versos al aire de un marco que presume de único.

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